Capítulo 284
“¿Qué, crees que soy un mendigo? Mejor échate un vistazo al espejo para ver quién eres,” Isaac soltó con una sonrisa burlona.
Lucio se enfadó al oír estas palabras, pero la mirada aguda de Isaac lo había incomodado durante tanto tiempo que no pudo evitar sentirse inquieto. Suavizando su expresión, dijo con buen humor: “¿Entonces, por qué viniste a buscarme?”
La mirada de Isaac finalmente se posó en Benito: “Nada en particular, solo vine a ver quién es esta eminencia que pronto reemplazará a mi hermano.”
Lucio, temiendo un conflicto entre Isaac y Benito, le dio una palmada en el hombro a este último, y le dijo suavemente: “Sube. Yo hablaré con él.”
Benito le lanzó una mirada fría a Isaac y luego se fue.
Al recibir esa mirada desafiante, Isaac sintió una ola de ira.
Lucio se acercó a Isaac, diciendo: “Sé que te molestó que yo organizara una fiesta de cumpleaños para tu hermano. Pero Isaac, tienes que entenderme, lo hago por el bien de la compañía. Piénsalo, últimamente tu reputación no es la mejor, y si te quedas a cargo del Grupo Córdoba, los accionistas no estarán contentos. Tu hermano solo está manejando la empresa temporalmente, en cuanto te recuperes, te devolverá lo que es tuyo.”
Isaac lo miró con escepticismo, luego, sin decir nada, simplemente se dio la vuelta y se fue.
Lucio observó su silueta alejarse, sacudiendo la cabeza.
Isaac regresó al auto, pero no tenía prisa por irse.
A pesar de lo convincente que su padre intentaba ser, él, con su agudeza, detectó una señal: Su padre no quería que él entrara a la empresa, claramente lo estaba evitando.
Al mediodía, Lucio y Benito salieron de la empresa.
Isaac, en su nuevo auto, los siguió en secreto hasta que entraron en un restaurante de cocina
casera.
Isaac estacionó el auto, luego se cambió rápidamente de ropa y se puso una gorra de béisbol
antes de entrar al restaurante.
En un salón privado al final del pasillo, Isaac vio a su padre y a la nueva señora Córdoba, junto con Benito y su familia, disfrutando de un momento feliz.
“Querido, ¿Escuché que esta mañana Isaac fue a la empresa? ¿Fue a buscar problemas con Benito?” La voz de la nueva señora Córdoba sono ansiosa y coqueta.
Lucio, consolándola suavemente, dijo: “No te preocupes, conmigo aquí, no podrá tocarle ni un pelo de Benito.”
Isaac, con el rostro sombrío, no podía creer que su padre, quien siempre había sido distante y
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frío en casa, fuera tan tierno con esa mujer.
El amor y la falta de amor, son demasiado evidentes.
“Mamá, no te preocupes. Isaac ya no es el poderoso joven de antes. Sin papá para protegerlo, no es más que un perro. Yo no soy ningún cobarde, no le tengo miedo.” Dijo Benito con
arrogancia.
Lucio se rio a carcajadas, diciendo: “Benito, has crecido demasiado. He estado esperando este día hasta que las flores se marchitaron.”
Isaac se puso pálido…
La señora Córdoba, quien le servía comida a Lucio, dijo aduladora: “Querido, gracias a tu previsión, Isaac, siendo mayor que Benito, allanó el camino para él. Cuando Benito era chico, usabas cualquier excusa para deshacerte de él y de su madre. Ahora, finalmente podemos estar juntos abiertamente y mantener el patrimonio de la familia Córdoba sin que esa madre e hijo lo dividan.”
Al escuchar eso, las venas de Isaac palpitaron, y una oleada de ira brotó en sus ojos.
La traición de su padre lo llenó de una ira casi incontrolable, pero por suerte, logró contener su furia y se marchó sigilosamente.
Nunca se imaginó que las sospechas de Cynthia serían tan acertadas.