Capítulo 279 

Cuando el efecto de la medicina pasó y el inmenso picor desapareció, dejó tras de sí un abismc de sufrimiento. 

“Mejor me hubieras matado.” Dijo Fabiola desesperada. 

Salvador, con las manos en la cintura y mirando desde arriba con desdén a Fabiola, dijo: “¿No puedes soportar este dolor? Supuestamente eres dura, deberías poder aguantar esto.” 

Fabiola quedó silenciada por la imponente presencia de Salvador, como si fuera el señor de todo lo que veía. 

“Ah, cuando Aurora era tan pequeña y tenía que mendigar por todos lados para mantener a su inútil madre. ¿Sabes cuántos desprecios enfrentó, cuántas veces fue golpeada?” 

Salvador se inclinó repentinamente, y su cálido aliento llegó al oído de Fabiola, como si la espada de un demonio se detuviera en su garganta. Sin herirla, pero dejándola inmensamente aterrorizada. 

“¿Recuerdas el día en que Aurora, para escapar de las burlas de un rufián, corrió descalza desesperadamente, hasta que un clavo perforó la planta de su pie? Cuando llegó a casa, ¿Cómo la trataste?” 

Todos esos recuerdos lejanos fueron arrastrados de vuelta por Salvador, volviéndose tan vividos como si hubieran ocurrido ayer. 

Cuando Aurora llegó a casa, en realidad, Fabiola vio el rastro de sangre que había dejado atrás. Esos pies infantiles todavía sangraban profusamente. Pero no hubo ni una palabra de consuelo de su parte, solo se fijó en sus manos vacías y la castigó brutalmente por no haber conseguido nada. 

Fabiola sacudió la cabeza desesperadamente, intentando convencerse de que su error no había sido tan grave: “No lo recuerdo. Ya no recuerdo nada.” 

Salvador se enderezo, y su tono lleno de desolación y arrepentimiento: “¿Sabes cuánto sufrió ella entonces? ¿Te das cuenta?” 

La expresión de Fabiola seguia siendo de entumecimiento: “Es mi hija, ¿No es normal que me ayude? Los hijos de familias pobres crecen trabajando desde pequeños. Lo que le pasó mendigando, eso no fue culpa mia. Debería preguntarse por qué le pasó a ella y no a otros.” 

Salvador, con el rostro transformado de repente en una expresión feroz, enojado, agarró el cuello de Fabiola: ‘Ni los tigres se comen a sus hijos. Eres peor que una bestia.” 

“Valeria, ven.” 

Valeria, que habia observado desde un rincón, se acercó de inmediato: “Aquí estoy, señor.” 

Salvador, como si se le hubiera ocurrido algo, soltó a Fabiola, y con una sonrisa malévola, dijo: “Ayúdala a recordar esos fragmentos que olvidó.” 

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Capitulo 279 

“Sí, señor.” 

Valeria arregló cuidadosamente a Fabiola, la empujó en su silla de ruedas y se la llevó. 

Salvador permaneció inmóvil por un largo rato antes de volver en sí. 

Tomó una toallita desinfectante, limpió sus manos que habían tocado a Fabiola, y con disgusto, la tiró a la basura. 

Luego, subió las escaleras, y tocó la puerta del cuarto de Aurora, quien la abrió casi al instante. Al entrar, vio en la mesa su café favorito, lo cual le sacó una sonrisa: “¿Usando granos de café tan buenos para mí? Eso es demasiado.” 

Aurora no pudo evitar reír: “Para ti, nada es demasiado bueno.” 

Salvador sonrió satisfecho: “Si me quieres tanto, seguro que accederás a lo que le pida, ¿Verdad?” 

Aurora bromeó: “¿Así que estabas esperando a pedirme algo? ¿Por eso el gran señor Nolan se ha tomado la molestia de defenderme?” 

Salvador rio a carcajadas: “¿Aceptarás o no?” 

Aurora se puso seria: “Veamos, dime ¿De qué se trata?” 

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