Capítulo 223
Aurora tenía una expresión de entumecimiento en su rostro.
Isaac no comprendía por qué ella lo odiaba tanto. ¿Acaso era porque en esta vida su maldad aún no había sido totalmente desatada, y él permanecía en un punto donde su culpa por ella era máxima cuando ella decidió dejarlo ir de manera tan determinante?
En su vida anterior, después de donarle un riñón a su hermana, Aurora desarrolló graves complicaciones durante el embarazo. Isaac, en su afán por cuidar de Cynthia, dejó a Aurora, su legítima esposa, a merced de las empleadas de la casa.
Ella, por el bien de su hijo, luchó desesperadamente por la atención de Isaac. Le rogó que la acompañara a sus citas médicas, le suplicó que le preparara un caldo, y cuando su movilidad se vio reducida por el embarazo, lloró pidiéndole que le comprara ropa para embarazadas… Cada vez, él la rechazó fríamente: “¿Para qué tenemos sirvientes en casa? ¿O es que estás intentando competir por mi atención con tu hermana?”
Ella también colapsó en llanto: “¿Por qué estás dispuesto a hacer todas esas cosas por Cynthia y no por mí? ¡Si yo soy tu esposa!”
Él siempre sacrificaba el bienestar de ella y su hija, satisfaciendo sin condiciones la avaricia de Cynthia.
En cada acto de violencia psicológica y abandono por parte de él, Aurora terminaba sumida en una profunda tristeza, enferma de cuerpo y alma. Su hermana, por otro lado, era cada vez más mimada por Isaac, llegando incluso a fingir enfermedades para manipularlo y hacer que su hija le donara sangre.
Isaac, como un rey perdido en su desvarío, ignoraba los llantos de su hija y la llevaba al hospital de manera brutal. La pequeña, durante la transfusión, contrajo una infección que le causó el fallo de varios órganos.
Furiosa, Aurora intentó apuñalar a Cynthia, pero Isaac, para protegerla, la empujó, haciéndola caer por las escaleras, dejándola herida y sangrando…
Isaac no mostró signos de preocupación, solo la observó fríamente, diciendo: “Te lo buscaste.”
Cada vez que Aurora recordaba esos momentos desesperados, sentía que no podía respirar.
“¿Quieres saber la razón?” La energía de Aurora de repente se desvaneció, su voz se llenó de
tristeza.
Isaac no pudo entender por qué de repente se sintió tan decaída, pero se dio cuenta de que el resentimiento de Aurora hacia él no era simple.
“Aurora, tal vez haya malentendidos entre nosotros…” Él intentó explicarse.
De repente, Aurora se quitó el Chronos Élysée de su cuello y se lo ofreció: “Dame quinientos
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millones, y te lo transferiré. Con esto, pronto sabrás la respuesta.”
Isaac mostró una expresión de incomodidad.
Ahora que estaba casi en la ruina, gastar quinientos millones en algo tan impráctico le dolía.
“¿Cómo puede valer quinientos millones?”
Aurora se burló: “No pensé que el joven señor que solía gastar sin límites, ahora también se haya vuelto tan avaro.”
Isaac no se dejó provocar por sus palabras.
Aurora lo instigó sin descanso: “Isaac, ¿Sabes por qué, siendo tan joven, de la noche a la mañana te encontraste solo y abandonado? ¿Y por qué yo, una simple mendiga, pude darle la vuelta a la situación? Si quieres saberlo, el Chronos Élysée te dará la respuesta.”
Isaac, finalmente sorprendido, tomó el Chronos Élysée.
“Escribiré un cheque para ti.” Dijo.
Ella preparó el cheque y se lo pasó: “Solo firma.”
Isaac la observó con sospecha, siempre sintiendo que ella no tenía buenas intenciones. Pero él era alguien que había nacido en una cuna de oro, nunca había tenido que preocuparse por el dinero, y la situación actual no le parecía tan desesperada. Después de todo, todavía tenía muchas propiedades inmóviles.
Teniendo eso en mente, rápidamente firmó el cheque.
Aurora, con el cheque en mano, entró a la casa.
Al darse la vuelta, nadie vio el brillo malévolo en sus ojos.
“Isaac, te convertiré en un verdadero mendigo.”