Capítulo 218
Ella se levantó trabajosamente, tomando asiento en el sofá, con la mirada perdida en el vacío que llenaba su campo de visión.
Luego, tomó el teléfono y marcó un número familiar.
Al otro lado, la voz baja de Aurora rompió el silencio.
“¿Necesitas algo?”
“Aurora, deberíamos vernos.”
La joven dudó por un largo momento antes de asentir levemente: “Está bien.”
En la cafetería, cuando Aurora llegó, Penélope ya estaba cómodamente sentada en un reservado. Había ordenado la taza de café que Aurora tanto adoraba, por lo que al llegar, la taza ya estaba humeante y lista.
Al ver ese gesto, Aurora se sorprendió enormemente.
Cuando Penélope era su suegra, la trató con frialdad, exigiéndole que viviera según sus estándares, sin considerar nunca sus necesidades. Así, durante esos años en la familia Córdoba, Aurora no pudo ver los programas de televisión que le gustaban ni beber las bebidas que prefería.
Aurora tomó asiento: “Este cambio tan repentino de actitud, no será porque necesitas algo de
mí ¿Verdad?”
Lo único que Aurora podía imaginar era que la orgullosa Penélope se rebajaría a pedirle un favor por su hijo.
La mujer suspiró débilmente: “Cuando eras mi nuera, siempre te vi como si fueras Cenicienta, de familia pobre sin poder aportar nada al negocio de mi hijo. Así que, sin importar cuán amable y comprensiva fueras, siempre encontraba defectos en ti, nunca me pareciste suficiente.
Pero después de que te fuiste, los negocios de Isaac enfrentaron un gran revés y mi matrimonio con su padre también estaba al borde del colapso. Fue entonces cuando me di cuenta de que eras una mujer de buena fortuna. Llegaste a la familia Córdoba y, sin armar escándalos, mantuviste la armonía familiar.”
Con lágrimas en los ojos, Penélope continuó: “Aurora, en el pasado fui injusta contigo. Ahora te lo suplico, ¿Podrías volver? ¿Es posible?”
“Lo siento. No puedo perdonar a las personas que me lastimaron sin remordimiento.” Respondió sin rodeos.
Penélope se quedó boquiabierta, sin esperar una respuesta tan directa.
“Aurora, si estás dispuesta à volver, haré que Isaac corte todo lazo con tu hermana. Te prometo que él te será completamente fiel.” Estaba decidida a no darse por vencida.
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“¿Y cómo puedes garantizarlo?” Preguntó Aurora.
“¿Quién no sabe que Isaac ama a Cynthia hasta los huesos, dispuesto a dejar atrás la riqueza y el prestigio de la familia Córdoba por ella?
Un hombre que no me ama, definitivamente no lo quiero. A menos que…”
Con un brillo astuto en sus ojos, Aurora pensó que era hora de cerrar el círculo.
“A menos que ellos nunca se vean de nuevo.”
Penélope accedió de inmediato: “Está bien, acepto.”
Aurora se levantó: “Entonces, te deseo éxito en tu empresa.”
Penélope asintió. “Espera buenas noticias.”
Con un giro, la sonrisa en la mirada de Aurora se congeló en frialdad. ¿Cómo podría considerar volver con Isaac? Ahora lo detestaba profundamente. Ese hombre manchado, definitivamente no era para ella.
Pero, hacer que Penélope arruinara el amor entre Isaac y Cynthia, eso sí le agradaba.
En el hospital, Penélope apareció nuevamente, en esa oportunidad, no para hacer un escándalo con Cynthia, sino que se acercó a Isaac, quien estaba a su lado, diciendo con calma: “Necesito hablar contigo, ven conmigo.”
Cynthia se alarmó de inmediato, y agarró la mano de Isaac: “Isaac…”
Dándole una palmadita en la mano, trató de tranquilizarla: “No te preocupes, volveré enseguida.”
Isaac siguió a su madre hasta el final del pasillo del hospital con un semblante grave, estaba nervioso: “Mamá, ¿Qué necesitas de mí? Si quieres separarme de Cynthia, mejor regresa.”
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