Capítulo 212
Gabriel, al ver que Isaac no cedía, finalmente puso cara de súplica: “Isaac, sácame de aquí, por favor. Si lo haces, haré lo que tú digas. ¿Qué dices?”
Isaac respondió con desdén: “Espera buenas noticias de mi parte.” Luego se fue con el rostro
tenso.
Gabriel, emocionado, se frotó las manos: “Con Isaac en acción, es como si tuviéramos el doble de ayuda. Pronto estaré fuera de aquí.”
Cuando volvió al lugar donde retenían a los prisioneros, un reo lo miró de una manera extraña, examinándolo detenidamente.
Gabriel se sintió inquieto y trató de evitar a ese hombre. Pero el hombre se le acercó e inició una conversación: “¿Tu apellido es Chávez?”
“Si, así es.” Gabriel, confundido, preguntó, “¿Me conoces?”
El hombre mostró una expresión “amigable“: “Soy amigo de tu hija. Me encargó que te cuidara
bien.
Gabriel frunció el ceño, y molesto, murmuró: “Debe ser Marina, solo ella tendría amigos de tan dudosa reputación.”
De repente, el hombre mostró una mirada maligna, pero habló en voz baja: “Amigo, ya que nos conocemos, seré directo contigo. En realidad, soy el asesino en serie de hace diez años, y pronto me ejecutarán. Antes de morir, quiero encontrar a alguien que me acompañe al más
allá.
Gabriel comenzó a temblar de miedo.
“¿Me temes?” Preguntó el hombre.
“No, no… ¿No deberías evitar cometer delitos?”
El hombre le dio una palmadita en el hombro: “Solo estaba bromeando, amigo. ¿Me acompañas al baño? Necesito que me ayudes a bañarme…”
Gabriel no se movió. El hombre lo miró fijamente: “¿Qué, acaso no quieres ayudarme?” Preguntó con una expresión particularmente aterradora.
Gabriel, temblando, dijo: “Voy. Iré.”
Pero después de que siguiera al hombre al baño, a los pocos minutos, comenzó a gritar terriblemente.
El baño estaba cubierto de sangre, y Gabriel yacía en el suelo con las venas de los tobillos cortadas.
El hombre mostró una sonrisa diabólica: “Chávez, tu hija me pidió que te cuidara bien. Eres un padre fracasado.”
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Capítulo 212
Los ojos de Gabriel estaban muy abiertos, llenos de incredulidad y shock.
¿Marina? ¿Marina le había hecho algo tan cruel?
La malévola Marina, por primera vez, hizo que él sintiera miedo. Pensó que ya no podía tratarla como a la niña débil que solía manipular.
La lluvia seguía cayendo. El agua lavaba las calles, dejando los grises caminos limpios de polvo.
Aurora, quien estaba junto a la ventana, observaba hacia el suelo desde lo alto del edificio. A pesar de la distancia, su mirada estaba fijaba en unos niños que estaban abajo.
Una niña se acurrucaba sentada en el borde de una jardinera, vistiendo una blusa de tela
floreada.
Aurora la miraba fijamente, mientras las lágrimas brillaban en sus ojos.
“Celes.” murmuró con cariño.
De repente, sin poder controlarse, comenzó a abrir lentamente la ventana, inclinando su cabeza
hacia afuera.
“Celes, espera a mami.”
El teléfono sonó de repente, devolviéndole a Aurora su dispersa atención.
Se acercó al teléfono y contestó. La llamada era de alguien de la prisión.
*Hola. ¿Hablo con la señorita Chávez? Ha habido un incidente con su padre. Por favor, necesitamos que venga aquí inmediatamente.”
La esquina de la boca de Aurora se curvó hacia arriba: “Lo siento, no puedo ir ahora mismo. Pero tengo una hermana, pueden contactarla a ella.”
“Está bien.” Al colgar el teléfono, Aurora no pudo ocultar su pequeña alegría.
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