Capítulo 135
Los penetrantes ojos de águila de Isaac se clavaron fijamente en Marina, el resentimiento en lo profundo de su mirada ardía como llamas.
Marina, por su parte, erguía el pecho, y desafiante, alzaba la cabeza para encontrarse con su mirada. Sus ojos destellaban provocación.
Salvador, conociendo el momento, se llevó a sus amigos, susurrándole a Marina al oído con voz suave: “Te espero en el auto. Si necesitas algo no dudes en llamarme.”
Marina asintió. Isaac se acercó a ella, encerrándola en un aura opresiva. Desde su superioridad, la observó casi mordiéndose la mandíbula:
“Marina, para conseguir el divorcio, realmente estás dispuesta a todo. Muy bien, te complaceré. Pero te lo advierto, ya que tú lo pediste, una vez divorciados, tú y yo no tendremos nada que ver el uno con el otro.”
Los oscuros ojos de Marina parecían encender innumerables estrellas: “Isaac, no te preocupes, después del divorcio, tú y yo… no tendremos nada que ver, ni en vida ni en la muerte.”
La mirada despectiva de la joven lo hirió. ¿Qué confianza tenía ella para pensar que le iría mejor sin él? Intentando hacerla ver la realidad, dijo: “Marina, creo que has vivido demasiado bien y has olvidado lo cruel que es el mundo. ¿Crees que podrás entrar en el Instagram de Salvador? Ja, sin la sombra de la señora Córdoba, no eres nadie. Ahora que has sido la humilde secretaria de alguien por unos días, ya te sientes demasiado orgullosa para reconocer tu lugar,” dijo Isaac con desdén.
Ella solo sonrió sin decir nada.
Isaac sabía que su esposa era como una flor delicada, pero lo que no sabía era que, desde que ella retiró su amor por él, se había enfocado en desarrollar su propia carrera, siguiendo un
camino único de belleza.
Para ella, Salvador era solo la cereza del postre.
No era la ayuda que se recibe en los peores momentos.
“Marina, recuerda, no importa cuán difícil o dolorosa sea tu vida en el futuro, no tienes permitido aparecer frente a mí y molestar mi tranquilidad.” Le advirtió Isaac con los dientes apretados.
Marina, sin palabras, rodó los ojos exasperada: “Isaac, ¿Por qué estás tan seguro de que sin ti, mi vida será miserable?”
“Solo eres una mujer sin valor ni respaldo, que ha perdido su único apoyo, Marina, eres demasiado tonta para ver tu verdadera situación.”
La joven, roja de ira, replicó: “Isaac, no necesito un protector, porque yo soy mi propio apoyo.”
Había vivido dos vidas, en las que no podía contar ni con sus padres, ni con su hermana, ni con
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su esposo. Si aún pensara en depender de otros, realmente habría vivido en vano.
Viendo su actitud desafiante y victoriosa, Isaac solo pudo reírse: “Marina, veremos qué pasa.”
Como ella no quería perder más tiempo discutiendo, simplemente dijo: “Isaac, nos vemos mañana en la oficina de registro civil. Espero que esta vez no te acobardes.”
Dicho esto, se marchó sin mirar atrás.
Isaac gritó hacia su obstinada silueta: “Marina, cancela tus cuentas de redes sociales.”
“Primero el divorcio, luego la cancelación.” Dijo haciéndole un gesto con la mano.
Isaac se quedó frustrado.
Marina se subió al auto de Salvador, quien al ver su sonrisa apenas contenida, no pudo evitar burlarse: “¿Entonces aceptó divorciarse de ti?”
Ella asintió rápidamente, como un pollito picoteando, su alegría era imposible de ocultar.
Salvador soltó un suspiro de alivio tan ligero que casi fue inaudible.
Como si un anciano soltara todos sus achaques de una sola vez.
Luego, rápidamente volvió a su juvenil semblante: “Aurora, para celebrar que pronto serás libre, ¿Qué te parece si esta noche vamos a cenar a lo grande?”
Marina aceptó feliz.
En el restaurante Máximo Bistrot, cuando el auto de Salvador se detuvo, ella abrió rápidamente la puerta y salió, luego se dirigió a la puerta del copiloto, abriéndola y sirviéndole a Salvador con toda cortesía, quien se quedó atónito. Sus brillantes ojos, se oscurecieron de repente.
“Oye, ¿No te parece que te estás tomando tu papel demasiado en serio? Ya es hora de salida, la secretaria también debería irse.”
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