Capítulo 12
Con la espalda recta y delgada, Marina se marchó sin mirar atrás, ignorando por completo lo que decía su asistente.
El asistente, confundido, miró la maleta y la tarjeta bancaria que Marina le había forzado a aceptar. “Señora, ¿esto qué significa?“, preguntó con desconcierto.
La voz serena de Marina llegó desde lejos: “No lo necesito, puedes deshacerte de eso.”
El asistente se quedó atónito.
Tal vez la ropa no era de su agrado y podía comprar nueva al llegar, pero ¿la tarjeta bancaria? Si no la quería, ¿cómo iba a subsistir allá?
“Señora, debería quedarse con la tarjeta bancaria.”
A regañadientes y debido a la insistencia del asistente, Marina aceptó la tarjeta.
El asistente suspiró aliviado. Pensó, ¿quién en su sano juicio rechazaría el dinero?
El asistente llevó a Marina hasta el punto de inspección del aeropuerto internacional.
“Señora, hasta aquí puedo acompañarla. Espero que se cuide mucho allá.”
Pero Marina ignoró completamente las palabras del asistente, caminando hacia la inspección sin siquiera voltear atrás.
El asistente incluso pensó que los pasos de Marina parecían un poco inestables, aunque eso no frenaba su paso veloz; parecía realmente ansiosa por dejar este lugar.
Mientras el asistente la observaba fijamente marcharse, Marina realizó un gesto que lo dejó estupefacto: tiró la tarjeta bancaria que Isaac le había dado a la basura.
El asistente no podía creerlo.
Fue entonces cuando se dio cuenta: ¿La señora Córdoba estaba intentando cortar todos los lazos con el jefe?
Debe haber acumulado suficiente desilusión para finalmente darse cuenta de su lugar en el corazón del jefe y tomar la decisión de cortar lazos totalmente.
El asistente estaba nervioso, preguntándose cómo reaccionaría el jefe al enterarse de esta
decisión de la señora,
En la villa de la familia Córdoba.
Isaac había pasado gran parte del día en el hospital con Cynthia y regresó a casa exhausto.
El asistente lo esperaba desde hacía tiempo. Al ver la maleta al lado del asistente, la expresión contenta de Isaac se congeló de inmediato.
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Capitulo 12
“¿Qué pasa con Marina? ¿No se suponía que debía salir de México lo antes posible? ¿Por qué no se ha ido?“, preguntó con enojo.
El asistente explicó nerviosamente: “Señor, tranquilo. La señora ya se fue de México.”
Isaac miró al asistente, sorprendido: “¿Y por qué la maleta sigue aquí?”
Con temor, el asistente respondió: “Señor, esta es una de las cosas que la señora no quiso llevarse.”
Isaac sintió como si algo le pinchase el corazón, un sentimiento indescifrable que pasó en un
instante.
“Pensé que no quería llevarse esa ropa vieja porque planeaba comprarse algo nuevo.” Al final, incluso se rio de sí mismo con sarcasmo: “Después de vivir en la opulencia durante cuatro años, supongo que la acostumbré al lujo.”
Sin embargo, las palabras del asistente le cayeron como un balde de agua fría: “Señor, cuando la señora llegó al punto de inspección, tiró la tarjeta que usted le dio al basurero.”
La expresión de Isaac se tornó completamente rígida.
Su hermoso rostro pareció petrificarse, desmoronándose en pedazos.
Después de un largo momento, Isaac se rio con desdén: “¿Así que esta mujer sumisa ahora tiene carácter? ¿Está enojada porque la he descuidado? Ja, cuando se le pase el enojo, la
traeré de vuelta a casa.”
“¿Pelearse conmigo? ¿Quién se cree para actuar así?”
La mucama intervino, incapaz de contenerse: “Señor, la señora acaba de operarse, no está bien de salud. Al enviarla a Estados Unidos sola en este momento, ¿no teme que ella le guarde
rencor?”
Ella era una empleada doméstica de Isaac, pero le tenía cariño a Marina, una chica tranquila y amable. Ella nunca les causaba problemas a los empleados domésticos; a su parecer, el señor Isaac simplemente estaba ciego a las virtudes de la señora.