Capítulo 108
Solo Marina sabía que aquel candado de almas gemelas, en su vida pasada, también había sido subastado por Isaac, pero al final, se lo había regalado a Cynthia. Por alguna razón, Cynthia nunca descubrió el secreto del Chronos Élysée, y, aburrida de él, se lo pasó a su querida hija como un simple regalo.
En su vida anterior, cuando se enfrentó a la parcialidad de Isaac, Marina le expresó amargamente su agravio: “Soy tu esposa, a mí también me gusta ese candado de almas gemelas, pero no dudaste en regalárselo a mi hermana, ¿Acaso me amas?”
¿Qué le respondió Isaac?
Sin poder comprender su dolor, con ligereza, dijo: “Si tu hermana lo quiere, déjaselo. Si te gustan las joyas, te compraré otra.”
Al día siguiente, regresó con un candado de almas gemelas barato, que no valía más que una suma de cuatro dígitos.
Marina cerró los ojos, los recuerdos de su vida pasada aún cortaban su corazón como cuchillos.
Ese dolor de ser menospreciada por su amor verdadero era algo a lo que no podía acostumbrarse.
Si hubiera sido cualquier otra cosa, lo habría dejado pasar.
Pero aquel candado de almas gemelas era la única pista para encontrar a su hija, y estaba dispuesta a darlo todo por él.
“Ofrezco 50.1 millones.” Dijo levantando su letrero.
Su determinación de competir hasta el final contra Isaac era evidente.
Los espectadores estaban atónitos: “Son marido y mujer, ¿Por qué Marina compite en la subasta contra el presidente Córdoba? Si él consigue ese candado de almas gemelas, ¿No se lo dará a ella?”
Algunos perspicaces empezaron a sospechar: “Tal vez el presidente Córdoba no tiene intenciones de regalarle ese candado a su esposa.”
“¿Ah? ¿Cómo puede ser?” La multitud expresó su desaprobación.
“¿Cómo puede el presidente Córdoba tratar así a su esposa?”
Isaac no podía ignorar los comentarios a su alrededor, su rostro se teñía de vergüenza, pero su determinación de adquirir el candado de almas gemelas no disminuía.
“Sesenta millones.”
“Sesenta millones y un peso.” Marina siguió manteniéndose firme.
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Capitulo 108
Isaac la miró fríamente y finalmente expresó lo que realmente pensaba: “Marina, ¿Tienes el dinero para ganar la subasta?”
“Amor, al fin y al cabo soy la señora Córdoba. Nunca he gastado tu dinero en lujos, si me doy un gusto esta vez no te dolerá, ¿Verdad?” Respondió con una sonrisa radiante.
“Ah, ¿Así que el presidente Córdoba ha sido tan tacaño con su esposa y nunca le ha comprado cosas lujosas?” Una joven expresó su asombro.
Isaac observó fijamente a Marina, su manipulación moral le sacó una risa burlona.
“Te puedo dar cualquier cosa, excepto este candado de almas gemelas, no es para ti.” Isaac finalmente repitió las palabras de su vida pasada.
En ese momento, Marina entendió que él estaba decidido a competir hasta el final.
Ella, siendo una nueva estrella en el mundo de la moda, ¿Cómo podría competir con la riqueza centenaria del Grupo Córdoba? Justo cuando ella se sentía más desesperada, Salvador, quien estaba a su lado, de repente levantó lentamente su letrero: “Ofrezco cien millones.”
La sala estalló en un alboroto.
“¿Qué tiene de especial ese objeto para que dos magnates compitan por él?”
“¿Por qué el señor Nolan quiere adquirir el Chronos Élysée? Aunque es joven y se dice que no tiene novia, ¿Para qué quiere un candado de almas gemelas femenino? No tiene sentido.“”
Salvador ignorando los comentarios circundantes, con su elegancia y orgullo innatos, se giró lentamente, y su mirada helada se posó en Isaac.
“Presidente Córdoba, ¿Sigues en la puja?”
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