Capítulo 100
Los buenos samaritanos que observaban ayudaron a bajarla.
La joven, asustada, se pegó a la pared y se deslizó al suelo. De cualquier manera, había ganado esa apuesta. Isaac la miró furioso y luego la dejó atrás.
En la habitación del hospital, Cynthia yacía en la cama, pálida como un fantasma, sufriendo los efectos secundarios de beber demasiado, lo que le causaba un metabolismo renal anormal. No podía orinar, y su cuerpo estaba hinchado.
Isaac, arrodillado junto a la cama, sostenía su mano, lleno de culpa: “Cynthia, lo siento. Mar no quiso donar sangre, tuve que buscar otra reserva de sangre compatible“.
La cara de Cynthia reflejaba una mezcla de tristeza y enojo: “¿Cómo es que no estuvo de acuerdo en realizarme una transfusión de sangre? Isaac, ella me odia, ¿verdad?”
El hombre, compartiendo el resentimiento, dijo: “No sé qué le pasa a tu hermana, parece una persona completamente diferente. Ya no es tan dócil y amable como antes. Realmente me equivoqué con ella“.
“Es mi culpa por tener una salud tan frágil. Si no quiere salvarme, es porque mi destino es así“. Contesto resignada.
Los ojos de Isaac estaban llenos de dolor: “Cynthia, el médico dijo que tienes una insuficiencia renal aguda leve. Con el tratamiento adecuado y buen cuidado, estarás bien“.
La joven, un poco más tranquila, dijo: “Soy demasiado inútil, intenté ayudarte a beber y terminé empeorando las cosas. ¿Me culparás por arrastrarte a esto?”
“Cynthia, eres demasiado comprensiva, ¿Cómo podría culparte?” Respondió con cariño.
“Gracias, Isaac“. Le agradeció conmovida hasta las lágrimas.
Sus manos, se entrelazaron firmemente.
Desde afuera, Marina observó la escena sin expresión alguna, su corazón, el cual anteriormente estaba tranquilo, comenzó a agitarse inexplicablemente.
Se sentía agradecida de ya no ser la ingenua Marina que solo tenía ojos para Isaac. Lo cual le permitía enfrentar con calma su infidelidad.
Pero al mismo tiempo, sentía lástima por la Marina del pasado, quien tuvo que sufrir tanto para liberarse de su dependencia hacia Isaac.
Cynthia, al notar a su hermana, se tensó, pero no soltó la mano de Isaac.
“Mar, ¿viniste a verme?” Preguntó con voz débil.
Isaac volteó, y al ver cómo la mirada de Marina caía sobre sus manos entrelazadas, tuvo un mal presentimiento. Instintivamente soltó la mano de Cynthia, cuyos ojos se llenaron de lágrimas inmediatamente, pero no dijo nada.
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Su actuación era digna de lástima.
Isaac se criticó a sí mismo, pensando: ¿En qué estaba pensando? ¿Cómo podía herir a la persona que realmente ama por Marina, una mujer que ya no significa nada para él?
El hombre volvió a tomar la mano de Cynthia, incluso le dio unas palmaditas reconfortantes en la mano.
Cynthia miró triunfante a su hermana.
“¿Qué haces aquí?” Preguntó Isaac con desdén. “Si no estás dispuesta a donarle sangre a tu hermana, entonces no tienes por qué estar en el hospital. Vete“.
Cynthia la observe con malicia disfrutada.
Pero Marina entró a la habitación, y observando detenidamente a su hermana, dijo: “Solo quería ver cómo estaba mi hermana. ¿Es tan grave como dijiste, sin esperanza alguna de
recuperarse?”
El rostro de Cynthia se volvió aún más pálido, y con tristeza, dijo: “Mar, ¿Cómo puedes maldecirme así?”
Marina respondió: “Ay, Cynthia, me malinterpretas. Realmente no me importa si vives o mueres. Solo vine a preguntarle a mi esposo si quería volver a casa conmigo.”
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