Libro 2 La Vida Fabulosa de Jay Capítulo: 12
Evan
Mi padre me pidió que lo acompañara a su oficina hoy. La razón por la que estudiaba negocios en la universidad era porque debía tomar el relevo de mi padre cuando se jubilara. Yo era el hijo destinado a seguir sus pasos, por así decirlo.
Se esperaba que Austin y Adam también entraran en el mundo de los negocios, pero no tenían la presión que yo tenía. Austin eligió seguir una carrera en finanzas y Adam estaba en pre derecho. Mis padres los apoyaron porque sabían que sus elecciones de carrera beneficiarían a la empresa.
Nunca me dieron realmente la opción. Honestamente, si la hubiera tenido, creo que habría estudiado Arquitectura. Me encantaba el diseño y la belleza de construir algo.
Desearía que Austin fuera el primogénito, no yo. Él sería un mejor CEO de la empresa que yo. Al menos tenía más valor para enfrentarse a nuestro padre cuando quería algo y su
personalidad conquistaba a la gente.
Yo era más del tipo fuerte y silencioso. Discutía cuando alguien estaba equivocado, lo que me metía en problemas, y era muy terco. Supuestamente, era exactamente como mi padre.
-Bueno, hijo, hablemos -dijo mi papá cuando llegué a su oficina esa mañana-. Sé que decidiste ir a Florida State para la escuela de posgrado, lo cual está bien, pero quiero que empieces a concentrarte en lo que vas a hacer para Case Enterprises. Todo esto -señaló con la mano alrededor de la habitación- pronto será todo tuyo para dirigir.
-Papá, no voy a Florida a divertirme, si eso es lo que te preocupa. Soy muy consciente de lo que me depara el futuro. Créeme, no quiero ser la razón por la que todo esto -hice un gesto con la mano alrededor de la habitación- colapsaría y fracasaría. Tú y el abuelo construyeron esto para que sea lo que es. No quiero defraudarte.
–
-Es bueno escuchar eso, hijo. Me alegra que te lo tomes en serio. Solo quiero lo mejor para ti y tus hermanos. Sé que cuando me retire, dejaré esto, tu legado familiar, en buenas manos
dijo con orgullo.
-Papá, una de las razones por las que elegí Florida para la escuela de posgrado es porque
Florida es un centro internacional como Nueva York -le dije.
No quería que supiera que la otra razón era la cultura gay que tenía Florida.
-Ok, captaste mi interés. ¿Por qué el énfasis en lo internacional? -preguntó mi padre.
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-Nuestro mercado internacional es débil, ¿no lo dirías? Siento que el siguiente nivel para
Case Enterprises es expandirse en ese ámbito. El turismo es enorme, Florida es un gran
destino turístico. Estoy pensando que deberíamos abrir un pequeño hotel tipo boutique -le
expliqué.
Quería que mi padre supiera que había pensado en cómo dejar mi propia huella en la
empresa.
-Estoy impresionado, Evan, muy impresionado. Ok, esto es lo que estoy pensando. Sé que en
una semana y media tienes que ir a acompañar a Adam y sus amigos a Disney, pero una vez
que regreses, quiero que trabajes aquí como ejecutivo junior este verano. Te voy a empezar
desde abajo para que puedas aprender desde allí -dijo mi padre.
-Está bien, papá -respondí.
-Evan, sé que tú y Austin son del tipo playboy. Todavía son jóvenes y, diablos, yo también lo
fui. Espero que encuentres una buena chica con la que sentar cabeza. La única razón por la
que menciono esto es porque vas a descubrir que es muy estresante cuando estés en la cima,
y tener una buena chica que te ayude a mantenerte en tierra y tranquilo va a hacer la mayor
diferencia en el mundo -dijo.
Tragué saliva cuando lo escuché decir eso. ¿Cómo podía simplemente decirle “papá, no va a pasar, me gustan los chicos“? Él era la única persona a la que temía decirle que era gay.
La expresión en su rostro en ese momento estaba llena de orgullo hacia mí. Tenía miedo de
no volver a ver esa mirada si se lo decía.
Sabía que Adam estaba bien con que yo fuera gay. Estaba seguro de que mi mamá también lo aceptaría, porque así era ella. Austin… no estaba seguro, pero en el fondo creía que también estaría bien con ello. Sin embargo, mi papá… no creía que lo aceptara. Ese pensamiento me aterraba.
-Ok, papá. Entiendo -dije, ocultando mi inquietud.
Jay
Una vez que pasé la tarde después de que Tristan se fue, me senté en mi silla en mi estación mirando mi teléfono.
-Oh, no me gusta esa expresión en tu cara, cariño -me dijo Mitzi.
Solo estábamos ella y yo en el salón. Andrea se fue a casa y Laura también.
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-Es la única cara que tengo, Mitz–le dije.
-Sabes a qué me refiero, listillo. Quieres desbloquear su número, ¿verdad? -dijo Mitzi.
-Han pasado tres años, ¿por qué ha vuelto? -le pregunté.
-Cariño, no lo sé. Lo que sí sé es que un tigre no puede cambiar sus rayas. Tristan es un tigre. Sabes que esa fue una mala referencia ahora mismo, muy mala. No, no es un tigre, es
un caimán -dijo Mitzi.
La miré, levanté una ceja y le dije:
-¿Un caimán?
-Sí, cariño, un caimán con un exterior áspero y lleno de baches que te devorará cuando te atrape -dijo Mitzi, cruzando los brazos frente a ella.
Suspiré y miré mi teléfono antes de decir:
-Solo quiero ver si me envió un mensaje, por qué está aquí, nada más.
Mitzi me miró y dijo:
-Dame el teléfono, desbloquearé el número del imbécil y veré si te envió un mensaje. Si lo ha hecho, te lo dejaré ver. Luego volveré a bloquear el número de ese idiota. -Le entregué mi teléfono. Mitzi me observó antes de hacer nada. Jay, él no te merece. Estás mucho mejor sin él. Confía en mí, el señor Correcto está por ahí. Diablos, podría ser ese chico con el que
desayunaste.
Le sonreí y dije:
-Evan, su nombre es Evan, pero, Mitz, no puedes decírselo a Laura.
-¿Por qué no puedo decírselo? -preguntó Mitzi.
-Porque es el hijo mayor de Laura y aún no ha salido del armario -le dije.
-¡Oh, vaya! -dijo Mitzi con la boca abierta.
