Capítulo 8
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Los ancianos de la manada se acercaron a Marcus a través del salón abarrotado; sus expresiones irradiaban alivio.
Pero sus palabras lo penetraron como plata pura en el corazón, quemándole más profundamente que cualquier herida física.
“Ahora que Sarah se ha ido, por fin puedes reclamar a Rachel como es debido“, dijo su madre, con satisfacción destilando cada palabra. “Ya no hay necesidad de seguir con estas farsas“.
Ella se ajustó la túnica ceremonial con elegancia refinada. “Esa Omega no valía nada de todas formas. Un Alfa no puede tener pareja sin un lobo; es antinatural. La manada nunca la habría aceptado de verdad“.
“Elige una fecha pronto“, añadió su padre con entusiasmo. “Haz oficial tu emparejamiento. ¡ La manada no ha tenido tantos motivos de celebración en años! Después de la ceremonia, desalojaremos las habitaciones de Sarah inmediatamente. Rachel puede mudarse esta noche; ya ahora no tiene sentido esperar“.
Marcus se quedó paralizado, mirando los rostros jubilosos de sus padres. Sus garras se clavaron en sus palmas, sacándole una sangre que apenas sintió. Por primera vez en su vida, sintió una repulsión pura hacia los ancianos de su manada. Su lobo gruñó bajo su piel.
“¿De qué hablan?“, logró decir entre dientes. “Rachel ya tiene una pareja: un Alfa de los Territorios del Norte. Nos lo contó ella misma“.
La risa de su madre fue tan aguda que hirió. “Ay, mi hijo ingenuo. Solo fue una historia conveniente. ¿No te la creíste?“.
“Rachel estaba dispuesta a dañar su reputación para traer a Oliver a casa como es debido. Estabas tan extrañamente obsesionado con esa Omega que tuvimos que encontrar una manera de evitar tu… apego. La historia de la pareja extranjera era perfecta. ¿Quién podría verificarla?“.
“Ahora que la de las cicatrices se ha ido”, intervino su padre con suficiencia. “Rachel ya no necesita fingir. Ustedes pueden ser una familia de verdad. Su supuesta partida a otra manada era parte del plan. No la culpamos por el engaño; hizo lo necesario“.
Cada palabra quebraba el control de Marcus como hielo en primavera; su poder Alfa se escapaba en oleadas que hacían retroceder a los lobos cercanos.
Las expresiones triunfantes de sus padres hirieron más profundamente que cualquier garra. ¿ Cómo era posible que nunca hubiera visto su verdadera naturaleza?
Recordaba todas las veces que le había preguntado a Rachel sobre su supuesta pareja.
Cómo ella siempre había esquivado el tema con una facilidad experta, cambiando de tema con
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Capítulo 8
tanta fluidez que él apenas se había dado cuenta.
Ella nunca había compartido ni un solo detalle sobre cómo se conocieron o se enamoraron.
Sus redes sociales y registros de la manada carecían por completo de cualquier evidencia del emparejamiento con otro Alfa.
Él había sido un estúpido ciego, dispuesto a aceptar cualquier mentira que le sirviera.
¿Y para qué? ¿Para traer a Oliver a casa abiertamente?
Él había destruido a su futura pareja solo por humo y espejos, quemando su cuerpo y matando a su loba por un engaño.
Sarah no tenía manada ni aliados en este territorio. Había estado completamente sola. Ella se quedó por él, creyendo en sus promesas a pesar de todo.
Él juró ser su protección, su futuro, su refugio de la crueldad del mundo.
Juró nunca traicionar lo que crecía entre ellos, aunque no fuera el amor que había prometido.
Pero, ¿qué había hecho en cambio?
Su lobo aulló angustiado cuando la verdad lo azotó como un maremoto.
Orquestó la quema de Sarah sin dudarlo un instante.
Ordenó plata para matar a su loba mientras fingía que era por su propio bien.
Todo por una pareja que nunca había sido realmente marcada por otra.
Todo por una mentira.
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