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La Guerra de una Novela 42

La Guerra de una Novela 42

Capítulo 42 

Gabriel esbozó una sonrisa cargada de intención, sus ojos brillando con desafío

-Señor Carvalho, mientras Sabrina era atacada, usted brillaba por su ausencia¿y ahora pretende arrebatarme el mérito de haberla socorrido

La mirada de André se ensombreció como un cielo antes de la tormenta, su silencio más elocuente que cualquier respuesta

Araceli se apresuró a intervenir, su voz destilando una falsa preocupación

-André acaba de llegar hace unos minutos, no es que no quisiera ayudar a la señorita IbáñezLos labios de Gabriel se curvaron con sutil ironía

-Cuando los periodistas abordaron a la señorita, el señor Carvalho no dudó en reprender a uno de ellos, pero cuando esas mismas personas difamaron a Sabrina, no escuché al señor Carvalho defender a su esposa con una sola palabra

Araceli, visiblemente alterada, frunció el ceño y respondió con veneno apenas disimulado

-Algunas afirmaciones fueron confirmadas por la propia señorita Ibáñez, no son calumnias. Si el señor Castillo duda de mis palabras, puede preguntárselo directamente a ella

Gabriel la ignoró deliberadamente, clavando su mirada directamente en André

-Señor Carvalho, ¿comparte usted también esa opinión

Los ojos de André, profundos como pozos sin fondo, se fijaron únicamente en Sabrina

-¿Vas a bajar o no

Las palabras de Gabriel parecieron deslizarse sobre él sin provocar la menor reacción

-Señor Castillo, le agradecería que me llevara al hospital -pronunció Sabrina con voz serena pero firme

Gabriel le dedicó una sonrisa cálida

-Será un honor asistirte, Sabrina

Gabriel la levantó con delicadeza entre sus brazos y pasó junto a André, dejando tras de una estela de tensión

En la aséptica sala del hospital, el médico examinó con detenimiento el pie de Sabrina

Afortunadamente, solo presentaba lesiones superficiales sin daño óseo

Gabriel salió para atender una llamada urgente, mientras Sabrina, recostada en la incómoda silla, se abandonaba lentamente al sueño

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Capitulo 42 

Su mente la arrastró hacia pesadillas inquietantes

La sonrisa maliciosa de Araceli me persigue como una sombra venenosa

André y Thiago me empujan hacia un abismo sin fondo mientras sus rostros se distorsionan con crueldad

Sabrina despertó con un violento sobresalto

Su respiración entrecortada y el sudor frío que perlaba su frente revelaban el horror de sus 

sueños

-¿Pesadillas? -una voz baja y fría surgió desde un lado, mientras le ofrecía unas toallas de papel inmaculadamente blancas

Sabrina las aceptó con un gesto automático

-Gracias

Se secó el sudor de la frente y, al girar la cabeza, reconoció aquella figura alta que tanto 

conocía

Su cuerpo se tensó involuntariamente, primero por la sorpresa, luego por el desagrado

-¿Qué haces aquí

André observó la frialdad manifiesta en el rostro de la mujer y dejó escapar una risa cargada de 

amargura

-¿Qué ocurre, decepcionada por no encontrar a quien esperabas

-No ver a quien espero no representa ningún problema -respondió Sabrina con voz gélida-. Ver a quien no deseo ver, en cambio, resulta profundamente desagradable

André la estudió detenidamente antes de declarar

-Si estás dispuesta a disculparte, aclararé públicamente que todo fue un malentendido

¿Disculparme?” 

Sabrina contuvo una carcajada irónica

-No he cometido ninguna falta, ¿por qué debería disculparme

André no esperaba que, después de todo lo sucedido, ella mantuviera esa obstinación inquebrantable. Su voz adquirió un matiz cortante

-Sabrina, ¿aún no reconoces tus errores

Sabrina cerró el puño instintivamente con tanta fuerza que sus nudillos adquirieron una palidez 

extrema

Los comentarios en línea la estaban destruyendo psicológicamente, y André todavía esperaba que admitiera una culpa inexistente

Capitulo 42 

La situación rayaba en lo absurdo

-El mayor error de mi existencia fue aceptar convertirme en tu esposa

El rostro de André se transformó en una máscara impenetrable

-Sabrina, ya es suficiente

Una risa desprovista de toda alegría escapó de los labios de Sabrina

-Tienes razón, es suficiente. puedes seguir siendo un ciego que favorece a Araceli, pero yo 

no seré más la ingenua que tolera semejante injusticia

La mirada de André se oscureció como un abismo

-Exiges demasiado

La Guerra de una Novela

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