Capítulo 283
André ensombreció su mirada al rememorar el instante en que Araceli ofreció una copa a Sabrina, y esta, fingiendo torpeza, derramó el contenido sobre el vestido de la joven. Sabrina había alegado inocencia, culpando a Araceli por no sujetar correctamente el cristal, pero él jamás creyó aquella excusa transparente como el agua.
Contemplando el semblante apuesto y distante del hombre, Sabrina entreabrió suavemente sus labios.
-Es cierto, lo hice a propósito. Prefiero romper algo antes que entregarlo a otra persona. De ahora en adelante, nadie me arrebatará lo que me pertenece. Además…
Sabrina elevó su rostro, clavando su mirada directamente en los ojos de André.
-¿Te duele verla así? Pues qué bueno que te duela. Mientras no te divorcies de mí, esto seguirá pasando muchas veces más. Aunque te duela, vas a tener que aguantarte.
“Fabián y André quieren causarme problemas. Que lo intenten. No les tengo miedo. Antes de que inventen cómo fastidiarme, yo también debo incomodarlos un poco“, pensó Sabrina con determinación.
Antes solo deseaba divorciarse lo más pronto posible. Por conseguir esa libertad, estaba dispuesta a soportar algunas humillaciones. Pero había tolerado demasiado, y aun así pretendían crearle más dificultades, lo cual sobrepasaba cualquier límite. ¿Realmente creían que era una persona débil, manipulable a su antojo?
André frunció ligeramente el entrecejo.
-Sabrina, ya te dije que mientras te portes bien, no te va a faltar dinero…
-¿Quién necesita tu cochino dinero? -lo interrumpió Sabrina con frialdad.
André soltó una risa sarcástica.
-Si no lo necesitas, ¿por qué dijiste frente a todos que eres la señora Carvalho? ¿No fue para cargarlo a mi cuenta?
Sabrina sonrió con desdén.
-Si mal no recuerdo, en estos cinco años, lo que he obtenido de ti ni siquiera se compara con lo que cuesta un solo artículo de lujo de Araceli, ¿o sí?
La mirada de André destelló levemente.
De pronto recordó que durante esos cinco años jamás había recibido una factura de Sabrina por la compra de artículos de lujo. Los labios de André se movieron ligeramente.
-Sabrina, si quieres algo, solo dímelo.
-¿Araceli te dice lo que quiere cada vez? -replicó ella con ironía.
16:25
Capitulo 283
Cuando Araceli veía algo y comentaba que era bonito, André y Thiago corrían a comprárselo inmediatamente. Incluso si era algo que pertenecía a Sabrina, ni siquiera pedían su opinión antes de entregárselo a Araceli.
André permaneció en silencio, incómodo ante la verdad innegable.
-¿No me preguntaste qué quiero? Quiero el violín de Araceli, el Mar Profundo, ¿me lo das?
-continuó Sabrina con desafío.
No fue hasta tiempo después que Sabrina descubrió que el famoso violín de Araceli era el Mar Profundo. Las noticias habían informado que este instrumento excepcional fue adquirido por casi nueve cifras por un misterioso comprador. Ahora resultaba evidente que ese comprador
era André.
-Sabrina, no seas irracional -respondió él con severidad.
-Si no puedes dármelo, di que no puedes, no me digas que soy irracional. André, ¿puedes cambiar un poco tu discurso? -se burló ella.
Repentinamente, André cayó en cuenta que durante todos esos años no le había obsequiado nada significativo a Sabrina. Además, recientemente había rechazado la invitación de Elwood en su nombre. Con ese pensamiento, su expresión se suavizó sutilmente.
-No tienes que pagar por el brazalete que se rompió; lo cargaremos a mi cuenta.
Aunque André era el propietario de la tienda, no podía simplemente llevarse los productos sin pagar. Todo en el establecimiento tenía un registro meticuloso, y Fabián también lo sabía; por eso no había pedido directamente a André que lo eximiera del pago.
Fabián había sido extorsionado por Sabrina con diez mil millones por él y Araceli. Ya no tenía la osadía de pedirle a André que asumiera más gastos.
-André, estás equivocado en algo -dijo Sabrina con calma-. La pulsera se cayó porque tu querida no la sostuvo bien y se rompió. Si hay que cargarlo a alguna cuenta, sería a la de ella, no tiene nada que ver conmigo.
Tras pronunciar estas palabras, Sabrina dejó de prestar atención a André y volvió a examinar otra pulsera, como si la conversación nunca hubiera ocurrido.