Capítulo 248
André finalmente no pudo soportarlo más e interrumpió la conversación de Fabián con un tono severo, mientras sus ojos reflejaban la frustración que había estado conteniendo desde que escuchó las primeras acusaciones absurdas.
-Ya basta, Fabián, deja de decir tonterías.
-¡No estoy diciendo tonterías, es la verdad! -replicó Fabián, aferrándose a su distorsionada
versión de los hechos.
El policía, acostumbrado a lidiar con este tipo de situaciones, intervino con semblante impasible pero firme.
-Señor Guerrero, debo recordarle que cada palabra que diga puede tener consecuencias legales. Le pregunto de nuevo, ¿realmente usaron la vida de la señorita como amenaza?
Fabián quedó momentáneamente sin habla, su mente trabajando rápidamente para reformular
su argumento.
-Araceli tiene una enfermedad terminal… ellos… no le dan tratamiento y nos están poniendo condiciones, si eso no es una amenaza, entonces, ¿qué es?
El policía, visiblemente sorprendido por tal distorsión de los hechos, respondió con un tono que mezclaba incredulidad y profesionalismo.
-Señor Guerrero, según su lógica, ¿todas las personas con enfermedades terminales que no pueden pagar el tratamiento deberían demandar a los hospitales por extorsión, alegando que están amenazando sus vidas?
Fabián contuvo la respiración, sintiendo cómo su argumento se desmoronaba ante la lógica implacable del oficial.
-¿Cómo comparas eso? Nosotros no nos negamos a pagar.
-Entonces, ¿quiere comprar algo que no quieren venderle? ¿Eso tampoco es válido?
Fabián comenzó a perder su ímpetu, la confianza desvaneciéndose de su rostro vendado.
-Les ofrezco dinero, ¿por qué no me lo venden?
El policía miró a Fabián con una expresión significativa que denotaba cuán absurdo encontraba todo este asunto.
-Señor Guerrero, las transacciones deben ser voluntarias por ambas partes. La compra forzada también es ilegal.
Fabián intentó argumentar una vez más, pero André, quien había estado observando el intercambio con creciente frustración, finalmente estalló.
-¡Ya cállate, Fabián!
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Capitulo 248
“¿En qué momento Fabián se volvió tan irracional?“, pensó André mientras contemplaba a su amigo con una mezcla de decepción y preocupación.
André se volvió hacia el policía, adoptando una actitud más conciliadora y pragmática.
-Compensaremos completamente las pérdidas del señor Castaño, incluyendo los gastos médicos y por daños emocionales. ¿Hay alguna forma de que la responsabilidad de Fabián pueda ser tratada con indulgencia?
El policía le lanzó a André una mirada de aprobación, pero también dirigió a Fabián una mirada cargada de desprecio apenas disimulado.
-¿De qué sirve discutir ahora? La ley no favorece al que más discute. Mejor sería pensar en cómo resolver el problema. Las acciones del señor Guerrero han puesto seriamente en peligro la seguridad personal de la otra parte. Ya he hablado con ellos y no están dispuestos a llegar a un acuerdo, solo quieren que el señor Guerrero pague las consecuencias.
Fabián, incapaz de contener su rabia ante lo que consideraba una injusticia flagrante, estalló
nuevamente.
-¡Ellos intimidaron a Araceli! Ni siquiera les he exigido cuentas, ¡y todavía tienen el descaro de ser los primeros en presentar cargos!
El policía, ya perdiendo la paciencia pero manteniendo su profesionalismo, advirtió con tono
severo.
-Señor Guerrero, en teoría, deberíamos arrestarlo, pero debido a sus heridas, su abogado ha conseguido su libertad provisional bajo fianza. Sin embargo, esta actitud suya puede provocar el rechazo de la otra parte, eliminando cualquier posibilidad de mediación. Si ellos insisten en no llegar a un acuerdo, según la ley, tendrá que pasar un tiempo en prisión.
Fabián apretó los dientes, su rostro vendado apenas ocultando la furia que lo consumía.
-¿Se atreverían?
Al ver que Fabián persistía en su terquedad, el policía decidió no desperdiciar más tiempo discutiendo con alguien claramente incapaz de razonar en ese momento.
-Si no hay nada más, me retiro. Considere cuidadosamente si quiere buscar el perdón de la otra parte.
André encontró a Sabrina poco después. Ella estaba ordenando la clínica, completamente sola; Romeo y Hernán no estaban por ningún lado. Al entrar, André se detuvo en seco al contemplar el caos esparcido por el suelo, y sus ojos se ensombrecieron ante la magnitud del desastre.
“El daño aquí… parece realmente grave“, pensó, comprendiendo por fin por qué Sabrina y los demás habían decidido llamar a la policía. Sin embargo, tenía que salvar a Fabián, sin importar lo que costara.
André caminó hacia Sabrina con determinación, su tono firme e innegociable mientras
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pronunciaba cada palabra.
-Necesito que redactes una carta de perdón.
Sabrina detuvo su labor de limpieza y, sin alterarse, recogió un documento que ya tenía preparado a un lado.
-Está bien, firma este acuerdo de divorcio y aceptaré reconciliarme.