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La Guerra de una Novela 229

La Guerra de una Novela 229

Capítulo 229 

-Oye, ¿cómo sabes que no era importante si ni contestaste el teléfono? -preguntó Hernán con un tono sugerente y una chispa de curiosidad en sus ojos envejecidos

-Viejo loco, vinimos para que nos cures, no a charlar contigo -espetó Fabián con el ceño fruncido y evidente molestia en su voz

Hernán elevó ligeramente sus párpados cansados y replicó con voz pausada, casi burlona

-¿Qué clase de enfermedad los trae por aquí? ¿Una enfermedad tonta, una estúpida o simplemente una inventada

Las pestañas de Araceli temblaron visiblemente como alas de mariposa asustada, mientras su respiración se aceleraba sin motivo aparente. El ambiente en la pequeña clínica parecía comprimirse a su alrededor, haciéndola sentir atrapada bajo la mirada penetrante del viejo médico

Hernán, como si percibiera el cambio en ella, posó su mirada inquisitiva en el rostro pálido de Araceli

-¿Por qué respiras tan rápido? Tu corazón late acelerado¿estás nerviosa

-Solo me siento un poco sofocada, incómoda -respondió Araceli con una sonrisa que no alcanzó sus ojos

Hernán ajustó sus lentes bifocales con un movimiento preciso y la observó detenidamente de arriba abajo, como un sastre evaluando la calidad de una tela

-¿Incómoda? Tienes buen color y te ves bastante bien. No veo nada malo en ti

Examinó a los tres visitantes con minuciosidad, una expresión de duda dibujándose lentamente en su rostro arrugado por los años

-A ver, ¿quién de ustedes vino a consulta

-¿No puedes ver quién está grave? -Fabián miró a Hernán con evidente desconfianza-. ¿No serás un charlatán

Hernán le lanzó una mirada penetrante y habló con la seguridad de quien conoce secretos ocultos

-Tienes exceso de grasa en el hígado, te enojas muy fácil, y seguido tienes mal aliento, estreñimiento y heces sin forma. Fumas, tomas y te desvelas sin control, lo que está dañando 

tus riñones

El médico hizo una pausa calculada y continuó con voz pausada, saboreando cada palabra como si fueran gotas de un elixir amargo

-Ahora mismo tienes problemas en tu función sexual. Si no te atiendes pronto, podría afectar tu capacidad masculina. Te recomiendo que te trates ya; si no, la satisfacción futura de tu esposa estará en riesgo

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15:00 

Capitulo 229 

Fabián era un joven apuesto con cierto aire rebelde que lo hacía popular entre las jóvenes de sociedad, aunque su atractivo no llegaba al nivel de André. Antes de conocer a Araceli, cambiaba de novia con la facilidad con que otros cambian de camisa. Pero después de conocerla, no había tenido otra relación en años. Aunque ella nunca lo aceptó formalmente, si alguien osaba lastimarla, Fabián era el primero en defenderla con fervor casi obsesivo. Las amigas de Araceli envidiaban su suerte por tener un protector tan dedicado, y la vanidad de ella florecía con esta atención constante e incondicional

Fabián provenía de una familia distinguida y poseía un atractivo considerable; si no podía estar con André, tenerlo como alternativa no representaba un mal arreglo. A diferencia de André, Fabián no calculaba meticulosamente cada movimiento. Además, no estaba casado ni tenía responsabilidades familiares. Manipularlo resultaba infinitamente más sencillo que intentar influir en las decisiones de André

Araceli jamás imaginó que Fabián pudiera ocultar semejante problema. Instintivamente retrocedió un paso, observándolo con una mezcla de horror y desprecio apenas disimulado. Su mente bullía con preguntas incómodas: ¿acaso su persistente cortejo se debía a ese problema físico? ¿Las demás mujeres lo rechazaban por considerarlo inadecuado para el matrimonio y por eso se aferraba a ella con tanta desesperación

¿Qué hombre normal estaría sin novia tantos años?, pensó con creciente desconfianza. ¿Será queya no puede funcionar como hombre?” 

Esta idea se apoderó de su mente con fuerza demoledora. De pronto, Araceli sintió que nunca podría volver a mirarlo igual

El rostro de Fabián se encendió de ira como una antorcha. Señalando a Hernán con dedo 

acusador, exclamó

-¡Eres un charlatán! ¡Solo dices tonterías

Hernán no mostró enfado ante la acusación, sino que respondió con una sonrisa enigmática que apenas curvó sus labios delgados

-Si digo tonterías o no, solo Dios, y yo lo sabemos

En ese momento, André, quien había permanecido en silencio como una estatua, intervino con voz serena y distante

-Señor, ¿podría revisarme a también? ¿Tengo algún problema

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