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La Falsa Muerte 2

La Falsa Muerte 2

Capítulo

Esmeralda, en un rincón de su alma, aún percibía un eco de egoísmo al contemplar el plan de fingir su muerte

Después de todo, tenía un hijo de cinco años, un pequeño que había crecido en su vientre durante diez largos meses y que llegó al mundo entre dolores que aún resonaban en su 

memoria como un tambor lejano

Pero aquellas palabras crueles que acababa de escuchar barrieron hasta el último vestigio de culpa, disolviéndolo como bruma bajo el sol ardiente

¿Qué valor tenía un hijo que carecía de corazón

Al girarse para encerrarse en su habitación, desde la sala aún llegaban las palabras de Jazmín, dulces como miel envenenada

-Valentín, en serio, ¿para qué le dijiste algo tan duro? Conoces bien cómo es Esme. Anda, ve a hablarle antes de que se ponga peor

-¿Hablarle? -replicó él con desprecio-. No es más que otro de sus dramas. Mañana ya se le habrá olvidado

La fiebre, caprichosa, subía y bajaba como las olas de un mar inquieto. La medicina que Esmeralda había comprado el día anterior descansaba en la sala, pero el solo pensamiento de cruzar ese umbral y enfrentar aquella escena le revolvía el estómago

Agotada, se dejó vencer por el mareo y cayó en un sueño intranquilo… 

Al abrir los ojos de nuevo, la noche había desplegado su manto negro sobre el cielo

Con manos temblorosas, Esmeralda tomó su celular. Lo primero que apareció en Instagram fue una publicación de Jazmín

[Después de tantos años, es como si hubiéramos vuelto a esos días del instituto, cuando me acompañabas a casa.

La foto mostraba a Valentín desde un ángulo elevado, capturado en un instante de aparente serenidad

Al deslizar el dedo, encontró otra imagen: Jazmín junto a ese hombre y su hijo tras la cena, un cuadro tan cálido que parecía sacado de un sueño ajeno

Un ardor subió a los ojos de Esmeralda, y un dolor agudo, como una espina invisible, se clavó en su pecho

El calor en su cuerpo crecía, oprimiéndola. Arrastrando un peso que parecía anclarla al suelo, salió a la sala en busca de alivio

Frunció el ceño al ver los platos sucios apilados sobre la mesa, vestigios de una cena que no 

02:56 

había compartido

En ese instante, la puerta se abrió y entró Valentín con Pablo, quien lamía un helado descomunal con una sonrisa despreocupada

Al notar su mirada fija en la mesa, él dijo con indiferencia

-Jaz tiene eccema y no puede usar detergente. Lava los platos

Pablo, chupando ruidosamente el helado, agregó con un brillo de lástima en los ojos

-Sí, mamá, pobrecita Jaz se lastimó un dedito. Hizo la cena para nosotros aunque le dolía

Esmeralda sintió una risa seca trepar por su garganta

Sus propias manos, agrietadas por años de eccema, habían sangrado infinidad de veces mientras preparaba desayunos a las siete de la mañana para ese niño. ¿Cómo podía Pablo 

borrar eso de su memoria

Sin ganas de responder, tomó un vaso de agua para pasar la medicina

Valentín la observó de soslayo y soltó un bufido cargado de desprecio

-¿Sigues de mal humor? ¿Ahora te las das de víctima? ¡Deja de hacerte la mártir con esas pastillas como si fueran caramelos! Si sigues así, vas a malcriar al niño de verdad

Esmeralda tragó la medicina de un sorbo, sintiendo cómo el líquido frío bajaba por su garganta. Mientras Pablo seguía parloteando sobre las bondades de Jazmín, algo en ella se quebró. Se acercó, le arrancó el helado de las manos y lo lanzó a la basura sin miramientos

-¡Mamá! -gritó Pablo, indignado-. ¿Por qué me quitas lo mío

-Porque siempre que comes helado terminas con el estómago revuelto. ¡No me vengas a lloriquear esta noche cuando te duela! ¡A tu cuarto, ahora

Cuando Esmeralda alzaba la voz, Pablo temblaba

Con los ojos llenos de lágrimas, murmuró entre dientes que preferiría que Jazmín fuera su madre y corrió a su habitación

Valentín apretó la mandíbula y la encaró

-¿Qué te pasa? ¿Por qué te desquitas con el niño

-Divorciémonos

Era la tercera vez que esas palabras salían de su boca

Valentín, como siempre, las rechazó sin titubear

-Ni lo pienses. ¡Aunque nos divorciemos, no te doy la custodia

-No la quiero. Quédate con él

-¿Qué dijiste

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02:56M 

Los ojos de Valentín se abrieron, incrédulos

Esa mujer había usado el divorcio como amenaza antes, pero bastaba con mencionar la custodia para silenciarla

¿Hoy era diferente

Con una risa seca, él replicó

-Aun así, no hay trato. Si quieres salir de esta casa, solo hay una salida: la muerte. ¡Yo, Valentín Espinosa, no me divorcio, solo enviudo

Esmeralda dejó escapar una carcajada breve y amarga

Lo sabía bien. La empresa de Valentín estaba en un momento clave, a punto de salir a bolsa; un divorcio sería un desastre

Si esa era su postura, que así fuera

¡A ese hombre y a ese hijo ya no los quería en su vida

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La Falsa Muerte

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Score 9.9
Status: Ongoing Type:
La Falsa Muerte

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