Capítulo 34
En el orfanato, nunca había sufrido de problemas estomacales.
Sin embargo, al regresar a su propio hogar, sufrió de hambre y saciedad intermitente, lo que le destrozó el estómago.
Qué irónico.
El sabor de la sopa de fideos clara que Beatriz preparaba era algo que jamás podría olvidar, así que no le fue difícil reconocer quién había hecho el plato de fideos que tenía delante.
Se terminó la sopa por completo.
Donia tenía una expresión de satisfacción en el rostro. -¿Está rico?
Observando sus labios, Selena fue directa al grano. -Habla claro, no tienes que andarte con rodeos conmigo.
Con esa frase fría, la relación entre madre e hija se volvió aún más distante.
Donia frunció el ceño, mostrando desagrado. -Selena, mamá realmente se preocupa por ti. ¿Por qué no puedes dejar de lado tus rencores?
Selena no dijo nada, simplemente la miró fijamente, como si sus ojos pudieran ver directamente a través de su corazón.
Bajo esa mirada, Donia poco a poco cedió. -Selena, ¿qué tengo que hacer para que me aceptes?
Selena siguió en silencio, porque sabía que, aunque dijera algo, Donia no lo cumpliría. No tenía sentido gastar palabras en
vano.
Donia intentó hablar con dulzura, pero solo recibió la frialdad de Selena a cambio.
Finalmente, Donia suspiró profundamente, hablando con sinceridad. -Selena, puedes estar enojada, pero no puedes ignorar al Grupo Romero.
-Si el Grupo Romero y el Grupo Flores no colaboran, las pérdidas del Grupo Romero serán cada vez mayores. Eres parte de los Romero, se espera que contribuyas a la familia.
Para ser sincera, Selena siempre había pensado que Donia era una buena persona.
Hoy se dio cuenta de lo equivocada que estaba.
No se puede esperar algo diferente de personas que comparten la misma cama. Donia y el resto de la familia Romero eran iguales.
Ni siquiera se esforzó en fingir preocupación, ofreciendo la sopa de fideos de Beatriz mientras hablaba de moralidad y justicia.
En ese momento, Selena se sintió profundamente triste por compartir la misma sangre que los Romero.
-¡Salte!
-¿Qué?
-O sales tú, o salgo yo.
-En solo cinco años, ¿cómo t
se destapó, haciendo el amago de levantarse de la cama.
es posible que te hayas vuelto tan irracional? -Donia respiraba agitadamente de la furia.
Selena soltó una carcajada sarcástica. -Tú disfrutando de la vida afuera, claro que cinco años te parecen poco. Mientras yo estaba en prisión, sufriendo golpes e insultos. Esos cinco años debían ser para Carla, pero tú borraste las grabaciones que me hicieron terminar encarcelada, dejándome una mancha de por vida. ¿Eso es lo que llamas ser sincera? Te lo ruego, no seas sincera conmigo, no lo puedo soportar.
-Tú… eres imposible.
-Sí, soy imposible. Mejor no me prestes atención nunca más.
Donia se dio la vuelta enfurecida, incapaz de seguir enfrentándose a Selena.
Selena pasó todo el día en la habitación de Gabriel. Por la noche, Luis entró y comenzó a gritarle, apuntándole con el dedo.
La razón era que el Grupo Romero había perdido diez mil millones en un solo día.
Mientras el Grupo Romero no colaborara con el Grupo Flores, las pérdidas seguirían.
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Capítulo 34
Selena mantuvo su sonrisa frente a Luis, lo que casi provocó que Luis se desmayara de la ira.
Antes de irse, Gabriel la miró profundamente.
Al principio, no entendió el significado de esa mirada, hasta el día siguiente.
Cuando se despertó, Selena se dio cuenta de que su oído derecho había recuperado un poco de audición.
Al bajar las escaleras, escuchó a dos empleadas hablando sobre Beatriz.
-¿Por qué no vino Beatriz hoy?
-Escuché que su hija tuvo un problema, parece que la escuela planea expulsarla.
Selena miró bruscamente a Gabriel, quien estaba sentado en el sofá de la sala leyendo el periódico.
Como si lo presintiera, Gabriel levantó la vista y le dedicó una sonrisa enigmática.
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