Capítulo 23
Selena miró a Carla con calma.
Sin haber hecho nada aún, Carla parecía asustada, tembló y retrocedió, con el rostro pálido.
-Hermana, ¿puedes dejar de mirarme con tanto rencor? Me da miedo.
Luis, furioso, empujó a Selena y gritó.
-¿Qué le vas a hacer a Carla?
Selena perdió el equilibrio y retrocedió tambaleándose, chocando contra el barandal y casi cayendo desde el segundo piso, pero a nadie le importo.
Luis y Donia rodearon a Carla, mirándola con precaución.
Gabriel abrió la boca para reprender, pero al recordar lo mal que lo había pasado ella en prisión, las palabras hirientes no salieron.
Los rasgos de Selena eran fríos, pero la ligera curva de sus labios delataba su sarcasmo.
Esa era su familia.
Con solo un pequeño gesto de Carla, ella se convertía en el blanco de todos.
Antes, cuando le importaba esta familia, una sola mirada o palabra de ellos podía afectar su estado de ánimo.
Ahora que ya no le importaban, enfrentándose de nuevo a sus malentendidos, su corazón permanecía inalterable, sin mostrar ninguna emoción.
No se molestó en explicar y bajó la mirada.
Esa actitud de indiferencia total ante lo que dijeran los demás hizo que a Gabriel le doliera el corazón, y no pudo evitar preguntar con preocupación.
-¿Te golpeaste? ¿Te duele?
Selena levantó la mirada, sorprendida, incapaz de conectar a este Gabriel con el que solía humillarla verbalmente.
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La costumbre es realmente espantosa. Apenas le mostró un poco de preocupación y ya le resultaba extraño.
-No duele. -El dolor de un golpe no se comparaba a una pierna rota.
-Antes… ¿escuchaste todo?
Selena se quedó perpleja al principio, luego se dio cuenta de a qué se refería y respondió con un leve “mm“.
Eso fue todo.
¿Eso era todo?
Para defenderla, había roto la colaboración con el Grupo Flores, causando que tanto el Grupo Flores como el Grupo Romero perdieran diez mil millones de pesos de la noche a la mañana.
¿No merecía al menos un agradecimiento por semejante sacrificio?
La frustración se extendió desde su pecho hasta su estómago, como si hubiera tragado cien agujas, provocando un dolor intenso.
Su gastritis había vuelto.
Como si quisiera castigar a Selena, Gabriel la miró fijamente, con el rostro pálido.
Antes, cada vez que tenía dolor de estómago, Selena era la que más se preocupaba.
La miró con ojos llenos de esperanza, deseando ver en su rostro ansiedad y preocupación.
Incluso una simple muestra de interés haría que todo lo que había hecho hoy valiera la pena.
Pero en el rostro de Selena no había expresión alguna, su mirada ni siquiera se detuvo en él un segundo, mucho menos mostró compasión.
-Si no hay nada más, me voy.
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Capítulo 23
Su expresión era tranquila, pero sus palabras eran crueles, como un cuchillo sin filo que cortaba su corazón.
Bajo la mirada de cuatro pares de ojos, se dio la vuelta y bajó las escaleras, tambaleándose pero decidida.
Gabriel se apoyo en el barandal, mirando a Selena con dolor y decepción.
Esto no deberia ser así.
Ella solia preocuparse tanto por él. Cuando tenía dolor de estómago, lloraba mientras le buscaba medicamento, deseando poder soportar el dolor por él.
¿Cómo era que ahora ya no le importaba?
-Selena!-gritó con dolor.
Selena se detuvo instintivamente.
Al ver esto, la esperanza renació en los ojos de Gabriel, y su voz se volvió suave e incluso un poco lastimera.
-Selena, me duele el estómago.
Esto era como ofrecerle a Selena una salida.
Pero, ¿quién decía que debía tomarla?
Selena levantó la mirada, observando a Gabriel desde abajo, con una ligera sonrisa de burla en los labios.