Capítulo 19
Después de colgar el teléfono, se sentó en la silla, con la mirada perdida hacia el frente.
Gabriel permaneció en ese estado de aturdimiento por un buen rato antes de levantarse y salir del estudio.
Parado frente a la puerta del dormitorio, se encontró sin el valor para abrirla.
La puerta cerrada era como una barrera invisible que lo separaba de Selena, quien yacía dentro.
Claramente, lo que ella había sufrido era el resultado de sus propias decisiones.
Sin embargo, su corazón seguía sintiéndose dolorido y oprimido.
Mientras dudaba, un sirviente se acercó apresuradamente. -Señor, la fiesta de cumpleaños de la señorita está a punto de comenzar, será mejor que vaya.
Gabriel dudó un momento, echó un profundo vistazo al dormitorio y finalmente se dio la vuelta en silencio, siguiendo al
sirviente.
En el salón de fiestas, Carla estaba rodeada por todos, como una princesa siendo el centro de atención.
Ella estaba de pie frente a un pastel suntuoso, mientras todos cantaban al unísono el “Feliz Cumpleaños“.
Al cesar la canción, tomó una profunda bocanada de aire y de un solo soplo apagó las velas.
De inmediato, globos coloridos y serpentinas volaron por el aire, y todos gritaron “¡Feliz Cumpleaños, Carla!“, resonando en el salón por un largo tiempo.
Gabriel estaba entre la multitud, viendo las caras radiantes de felicidad, pero en su mente no podía evitar la imagen de Selena, postrada en la cama, pálida y débil.
Quería sonreír, pero no podía.
Mientras todos se reunían alrededor del pastel, felices compartiéndolo, Gabriel se dirigió solo a la torre de champán en una esquina, tomó una copa y se la bebió de un trago.
El líquido le corría por las comisuras de los labios, empapando su cuello.
No le importó, y copa tras copa, parecía estar luchando contra su dolor y culpa internos.
No pasó mucho tiempo antes de que sus pasos se volvieran tambaleantes, y las risas y llamadas de las demás personas se volvieran borrosas y distantes en sus oídos.
Con la última pizca de conciencia, salió tambaleándose del salón de fiestas.
Sin llegar al dormitorio, una náusea violenta lo asaltó, y corrió al baño, sosteniéndose del lavabo mientras vomitaba.
Después de vomitar, respiró profundamente, y su mente nublada finalmente recuperó algo de claridad.
Abrió la llave del agua y dejó que el agua fría cayera sobre su rostro, despejando completamente su mente esta vez.
Con las manos apoyadas en el lavabo, levantó su rostro empapado para mirarse en el espejo.
El reflejo mostraba su cabello desordenado pegado a la frente, con gotas de agua resbalando por sus mechones, haciendo que sus facciones angulosas se vieran aún más marcadas.
Se burló de sí mismo. -No hice nada malo, ¿por qué torturarme de esta manera? Estoy loco.
En ese momento, su celular sonó de repente.
Lo sacó y vio que era Roberto quien llamaba.
Gabriel se secó las gotas de agua de la cara antes de contestar.
-¿Aló?
-Jefe, he encontrado todo lo que me pidió investigar.
-Dime–respondió Gabriel con un tono completamente frío.
Roberto dudó un poco..
Gabriel, molesto, preguntó: -¿Qué pasa?
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Capítulo 19
-Es que… jefe, debe prepararse mentalmente la voz de Roberto era inusualmente sombría.
El corazón de Gabriel se encogió, consciente de que lo que Roberto estaba a punto de decirle podría ser muy cruel, pero aun así, dijo con firmeza: -Si, adelante.
Al otro lado del teléfono, Roberto inhaló profundamente antes de relatar con detalle lo que Selena había sufrido en prisión. -Jefe, la señorita Selena ha sido golpeada casi todos los días desde que ingresó a prisión, incluyendo bofetadas, obligarla a beber agua del inodoro, no dejarla dormir, forzarla a arrodillarse y recibir humillaciones, y si desobedecía, la pinchaban con agujas…
La mano de Gabriel que sostenía el celular se tensó de golpe, su respiración se descontroló, y, apretando los dientes, dijo: -¿Agujas en la prisión? ¿De dónde?
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Capítulo 20