Capítulo 17
En ese pequeño espacio, solo había una cama plegable vieja y unos pocos artículos de vida básicos. Lo demás éran solo trastos, y las paredes amarillentas desprendían un olor a moho, con telarañas en las esquinas.
Al ver este ambiente de vida, Gabriel se enfureció.
-Beatriz, ¿qué clase de trabajo estás haciendo? Selena es mi hermana, ¿quién te permitió que la dejaras vivir aquí?
Beatriz, sintiéndose agraviada y sin saber qué hacer, contestó:
-Señor, ¿no fue usted quien pidió que la señorita se quedara aquí? ¿Lo olvidó?
-¿Cuándo yo…? -Comenzó a decir Gabriel, pero se detuvo de repente.
Ocho años atrás, el día que Selena fue traída de vuelta a casa, él le había permitido elegir una habitación.
Selena había escogido la habitación de invitados al lado de la suya, pero él la había rechazado de inmediato.
-Esa la quiero convertir en mi estudio, elige otra.
Luego, Selena eligió la habitación al lado de la de Carla, y nuevamente él se negó.
-Carla quiere convertir esa en su estudio de arte, no puedes quedarte ahí.
Finalmente, Selena optó por vivir en el ático, pero él también lo rechazó.
-Eres una señorita de la familia Romero. Si la gente se entera de que vives en el ático, nos tomarán por ridículo; Beatriz, ¿no hay otra habitación en la casa?
-Sí, hay una, pero solo queda el cuarto de trastos…
-Entonces, límpialo y deja que se quede ahí por ahora.
Él pensaba que el cuarto de trastos sería como una habitación de invitados, bien iluminada y espaciosa. Nunca imaginó que no tendría ni siquiera una ventana.
En su mente no podía evitar imaginar las noches y días que Selena pasó en esa fría y solitaria habitación. Un dolor profundo invadía su corazón.
En una mansión tan grande,
5cluso los sirvientes tenían sus propias habitaciones. Sin embargo, su propia hermana tenía
que vivir en un cuarto
y húmedo, así durante tres años.
Esta revelación casi lo dejaba sin aliento.
Gabriel emanaba una atmósfera de baja presión, mientras Beatriz dudaba y decía:
-El cuarto de trastos es húmedo. Señor, ¿por qué no lleva a la señorita a mi habitación?
-No es necesario -rechazó Gabriel con firmeza. En ese momento, su corazón se sentía como si estuviera siendo atravesado por innumerables agujas finas, cada una trayendo consigo una mezcla de culpa y compasión que lo abrumaba. Inspiró profundamente y dijo:
-Llama a Manu y dile que venga a mi habitación.
Dicho esto, abrazó con fuerza a la inconsciente Selena y se dirigió directamente a su dormitorio.
Viendo la figura algo apresurada de Gabriel, Beatriz se alegró por Selena. Al final, el señor sí se preocupaba por la señorita; siempre la había dejado de lado, pero hoy finalmente se comportaba como un hermano.
Ella rápidamente marcó el número de Manuel López.
-¿Hola? Doctor López, la señorita de mi casa está enferma. Venga pronto…
Cinco minutos después, la puerta de Gabriel se abrió de golpe, y una voz se escuchó antes de que él entrara.
-Digo, señor Romero, ¿cuánto puedes adorar a tu hermana? Carla está enferma y no la dejas descansar en su propia habitación; insistes en traerla aquí… ¿Cómo que es ella?
Manuel entró hablando, pero al ver a Selena pálida en la cama, su expresión burlona desapareció al instante, reemplazada por desprecio.
Capitulo 17
-No trato a criminales. -Dijo mientras levantaba su maletín médico para irse.
-Manu. Gabriel frunció el ceño y lo detuvo, su voz baja pero cargada de una firmeza inquebrantable-. Ella es mi hermana, no la llames criminal.
La indiferencia de Manuel era tan fría como el hielo.
–Ella es tu hermana, ¿y Carla qué? Ella solo comparte lazos de sangre contigo, pero Carla es con quien creciste. Marina, una señorita de la familia Flores, quedó en estado vegetativo por su culpa. Solo estuvo cinco años en prisión y ahora puede vivir como una persona normal, pero ¿quién le dará a Marina una oportunidad para despertar? ¡Marina fue destruida por ella para siempre!
Gabriel tenía una expresión de dilema en su rostro, y sus manos se apretaban y soltaban inconscientemente.
Por un lado, sentía culpa hacia Selena y un fuerte lazo de sangre; por otro lado, estaban Carla y Marina, quienes habían sufrido un gran agravio. Se sentía como si estuviera atrapado entre dos rocas enormes, sin poder avanzar ni retroceder.
-Ella… después de todo, es mi hermana menor -dijo con una voz que reflejaba cierta impotencia, pero aún así mantenía su postura con terquedad.
Manuel miró fríamente el rostro delgado y desnutrido de Selena, y una sonrisa llena de sarcasmo apareció en la comisura de sus labios.
-Eso no es asunto mio. Una mujer tan malintencionada como ella, incluso si la curas, solo seguirá causando daño a los demás.
-¡Manu!-Gabriel elevó el tono, sus ojos fijos en Manuel, llenos de súplica pero también de una firmeza inquebrantable-. Al menos revisala, especialmente su pierna derecha.
Los dos hombres se quedaron mirándose fijamente.
Capitulo 18
Capítulo 18