Capítulo 61 

En ese mismo momento, en Villa Amanecer. 

Después de cenar y despedirse de Lorenzo con un “buenas noches“, Jordana volvió a su habitación. 

Cuando tomó su teléfono para ver las redes sociales, se dio cuenta de que la publicación que había hecho previamente ya tenía muchos “me gusta” y comentarios. 

Eran todos de antiguos compañeros de clase y amigos deseándole lo mejor. Entre ellos, también estaba Lorenzo. 

Lorenzo no había comentado, pero sí había dado “me gusta.” 

Jordana respondió a cada uno de los comentarios. 

De repente, notó un comentario de Máximo entre ellos, casi pasando desapercibido. 

Jordana alzó ligeramente las cejas, lo saltó y lo ignoró. 

Después de responder a los comentarios. 

Ella estaba a punto de cerrar la sesión cuando en ese momento vio que en la parte superior de la pantalla se había actualizado una nueva publicación. 

Era una nueva publicación de Lorenzo. 

La imagen era la misma que ella había compartido antes. 

El texto era conciso y al grano: “Les presento a mi esposa, Jordana“. 

Unas pocas palabras, directas y claras. 

Jordana sintió una cálida sensación en su corazón, un torbellino de emociones, sintiéndose valorada y segura. 

Eso era lo que significaba tener respuestas en todos lados, y soluciones para todo, materializado. 

Observó la publicación de Lorenzo durante mucho tiempo, conteniendo las emociones que le inundaban el pecho, y finalmente, dio “me gusta” 

Al mismo tiempo, apareció una notificación. 

Casi por inercia, Jordana la abrió; alguien había dado “me gusta” a su publicación, pero era un contacto de WhatsApp que no reconocía. 

La foto de perfil era completamente negra y el nombre de usuario estaba vacío, 

En ese momento, Jordana se sintió un poco confundida; no recordaba haber agregado a ninguna persona desconocida en WhatsApp. 

Ella solo tenía agregados a compañeros de clase y amigos cercanos en WhatsApp, a quienes 

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siempre les ponía un nombre para reconocerlos fácilmente, por si cambiaban su nombre de usuario o su foto de perfil y no pudiera reconocerlos. 

Pero este contacto de WhatsApp, no tenía ningún nombre asignado. 

Con algo de curiosidad, Jordana hizo clic en el perfil para ver más detalles. 

Cuando vio que la región indicada era Floridalia, de repente recordó quién era ese contacto de WhatsApp. 

¡Era Álvaro! 

Ese era el número de WhatsApp que Álvaro usaba para trabajar. 

Álvaro solo lo usaba para el trabajo, y ella lo había agregado por si acaso lo necesitaba. 

Después, nunca se pusieron en contacto a través de ese número de trabajo, y como Álvaro nunca publicaba nada ni enviaba mensajes desde ese número, con el tiempo, ella lo olvidó. 

Cuando borró a Álvaro de su WhatsApp, ni siquiera recordó que aún tenía un número de trabajo sin borrar. 

Justo cuando Jordana estaba pensando en eliminarlo de sus contactos, él le envió un mensaje primero. 

[Jordana, realmente eres increíble, ¿publicaste esa foto solo para molestarme porque la última vez dije que ningún hombre te querría? ¿Te parece divertido?] 

[¿Por qué sigues con estas tonterías? ¿No te cansas? Es la cosa más lamentable que he hecho en mi vida, haberte sacado del agua aquel día. Deberías haber muerto ahogada.] 

Una serie de mensajes hizo que el teléfono vibrara varias veces. 

Al ver estos mensajes casi insultantes, Jordana se sintió tranquila, sin que eso le afectara en lo 

más mínimo. 

Lo 

que más lamento era haberle sacado del agua aquel día 

Álvaro realmente la había salvado. 

Pensándolo bien, lo que ella había sentido por él estos tres años no era amor, sino una sensación de responsabilidad, ya que creía que le debía su vida a Álvaro. 

Por eso, cuando este quedó paralítico, ella no dudó en quedarse a su lado. 

Por eso, a pesar de todas las humillaciones que sufrió en la familia Zelaya durante esos tres años, nunca pensó en marcharse. 

Pero ahora, el favor que le debía a Álvaro, la vida que le debía, ya la había saldado saldada, 

Álvaro había quedado paralítico y se había sumido en la desesperación, intentando quitarse la vida varias veces, pero siempre fue ella quien lo descubrió a tiempo y lo salvó, 

Las piernas de Álvaro, si no fuera por su meticuloso cuidado durante estos tres años, que 

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permaneció a su lado, ya se habrían rendido.