Capítulo 50
“No regreses tan temprano a casa, tu pareja no ha vuelto. Es mejor que me acompañes al hotel. Ya es muy tarde y me siento un poco asustada estando sola,” expresó Noemí con una voz que no solía ser característica de su fuerte personalidad. Era precisamente esa vulnerabilidad ocasional la que hacía imposible para Álvaro negarse a su petición.
Álvaro se quitó la chaqueta y la puso sobre los hombros de Noemí y respondió con una voz grave: “Está bien.” Su voz, ligeramente ronca por el alcohol, llevaba un tono inconfundiblemente
serio.
Noemí sonrió con determinación, sus ojos brillaban con una resolución inquebrantable.
Hace tres años, ella se marchó porque Álvaro quedó paralítico.
El doctor emitió su diagnóstico; Álvaro había lastimado su médula espinal, y esas dos piernas jamás volverían a sostenerse de nuevo.
Noemí no era tonta, ¿cómo podría consentir vivir toda su vida con Álvaro postrado?
Por eso es que buscó un pretexto para ir a la academia musical de Oricalco y dejó Floridalia.
Pero, ¿quién podría haber imaginado que tres años después, las piernas de Álvaro recuperarían su movilidad gracias a los cuidados de Jordana?
Su vida íntima era un caos, y ya no gozaba de buena reputación entre la alta sociedad de Floridalia, que incluso empeoró cuando abandonó sin piedad a Álvaro hacía tres años.
En la esfera alta de Floridalia, no existiría familia alguna que deseara abrirle sus puertas.
Para Noemí, Álvaro era su única opción.
Ella entendía mejor que nadie que había pocos hombres como Álvaro, tan sobresalientes en linaje y apariencia, y que estuvieran locamente enamorados de ella.
No podría soportar entregar a Álvaro a otra mujer.
Esa fue la razón por la cual, al escuchar los rumores acerca de la recuperación de Álvaro, regresó a Floridalia de inmediato.
Tras cenar, Jordana volvió a Villa Amanecer con Lorenzo.
Luego, cada uno se retiró a su habitación.
La noche que llegó a Villa Amanecer, estaba demasiado agotada como para explorar, pero como aún era temprano, Jordana estaba decida a recorrer la “nueva habitación” en la que se alojaría.
No fue hasta que la recorrió que se percató de lo grande que era.
Tenía un gimnasio, un estudio, pero eso no era lo más destacado.
1/3
Capítulo 50
Lo destacado era que en pleno centro del estudio, sobresalía una escuela de arte hecha de madera de palisandro, y sobre ella, había todo tipo de utensilios de dibujo dispuestos.
Incluso pudo reconocer a primera vista que algunos utensilios tenían años antiguos, extremadamente valiosos y prácticamente imposibles de conseguir en la actualidad.
El corazón de Jordana se agitó.
¿Esto fue preparado hoy por Lorenzo? ¿O acaso Lorenzo ya lo había preparado antes?
Recordó lo que Lorenzo le había dicho la noche anterior:
“La nueva casa es espaciosa, y, fue originalmente preparada para ti.”
Y al recordar la forma en que Lorenzo ha manejado su pasado durante la cena, Jordana sintió que su corazón palpita de manera inusual.
Pensando en su habitación, Jordana decidió salir a buscar a Lorenzo.
Todo era demasiado coincidente. Si no preguntaba, no pararía de pensar en ello.
Por eso es mejor preguntar directamente.
Cuando Jordana tocó a la puerta de Lorenzo, éste ya tenía cambiado su pijama de color gris oscuro, con una toalla húmeda sobre sus hombros, aparentemente porque acababa de bañarse; su cabello aún estaba goteando agua.
No tenía la elegancia que otorgaba su traje, pero mostraba un lado relajado y casual que hizo que Jordana quedara maravillada.
Pasó un rato antes de que encontrara su voz.
“¿Los utensilios de dibujo en la habitación fueron preparados por ti hoy?”
Lorenzo ya sabía que Jordana preguntaría, sin inmutarse, contestó, “Sí.”
Jordana dudó un momento, “Estás ocupado con el trabajo, realmente no hay necesidad de gastar energía en estas pequeñas cosas.”
“El trabajo es importante, pero tú también eres importante.”
Lorenzo habló con seriedad.
“Eres la anfitriona de esta casa, deberías acostumbrarte a la importancia que tienes en esta
casa.”
Jordana se topó con la mirada cálida de Lorenzo sin previo aviso.
Su rostro se puso rojo, su pulso se aceleró, y no supo cómo reaccionar.
“Jordana, ¿necesitas algo más?”
No fue hasta que la voz calmada de Lorenzo sonó otra vez que volvió en sí.
“Sólo quería preguntar. No tengo nada más.”
213
16:16
La pregunta ya había sido contestada, y Jordana no tenía intenciones de quedarse más tiempo en la habitación de Lorenzo.
Sentía que si se quedaba un segundo más, se hundiría en la ternura de Lorenzo, incapaz de liberarse.
Se consideraba a sí misma como alguien lejos de ser melosa, pero era completamente vulnerable a Lorenzo.
Al final, prácticamente huyó.
Fue tan apresurado su escape que no prestó atención al agua derramada en el piso.
Pisó un charco, su cuerpo se deslizó hacia atrás…
3/3