Capítulo 210
La luz de la mañana comenzaba a teñir el cielo, mientras la lluvia anunciaba el anochecer. Este refrán estaba cargado de un significado profundo y sutil, más de lo que parecía a simple vista.
Cuando Jordana finalizó su obra, su mirada permaneció fija en la inscripción por un prolongado tiempo.
Día tras día, año tras año.
Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que, desde lo más profundo de su corazón, deseaba pasar el resto de su vida junto a Lorenzo.
Al salir del estudio, su teléfono se iluminó brevemente, indicando la recepción de un mensaje, enviado por Álvaro. Eran tres mensajes consecutivos.
[Jordana, ¿puedes bajar? Necesito hablar contigo.]
[He venido desde muy lejos para verte, ¿podrías no ser tan dura?]
[Si no bajas, me quedaré esperando hasta que lo hagas.]
Jordana se acercó a la ventana panorámica para observar hacia la calle. A través de la luz de los faroles, pudo distinguir una silueta solitaria y desolada.
No necesitaba adivinar para saber que se trataba de Álvaro.
Jordana bajó las escaleras y le mostró los mensajes a Lorenzo.
Le preguntó si deberían llamar a la seguridad para que lo retiraran.
Jordana suspiró profundamente. “Ya le he dicho todo lo que tenía que decir, y sinceramente ya no sé qué más podría decirle. Ni siquiera sé qué quiere decirme.”
Bajo la luz, las espesas pestañas de Lorenzo se abatieron ligeramente. “Aún hay algo que no le has dicho. Sobre mí, nunca se la has presentado formalmente.”
Una sombra de tristeza cruzó por sus ojos, y Jordana sintió un repentino remordimiento por no haber sido justa con Lorenzo.
Miró hacia afuera, Jordana susurró: “¿Qué te parece si salgo ahora y te lo presento formalmente?”
“No hay prisa,” respondió Lorenzo con una ligera sonrisa. Bajo la luz suave, sus ojos profundos brillaban llenos de ternura.
“Antes mencionaste que querías entregarle una invitación de boda, pero hoy él te ha molestado. No me parece justo entregársela tan fácilmente.
Si logra esperar afuera hasta mañana, entonces podré dársela a regañadientes. Pero si no puede esperar, la invitación se tirará.”
Su voz era grave, con un matiz claro de descontento.
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Capitulo 210
Era evidente que estaba molesto por ella.
Tras sorprenderse, Jordana asintió con la cabeza.
“Está bien.”
Fue entonces cuando ella se dio cuenta de que Lorenzo no siempre era un caballero, como en este momento, mostraba que también podía tener un lado travieso.
Después de pensarlo bien, Jordana comprendió que llamar a la seguridad, con el temperamento explosivo de Álvaro, podría empeorar las cosas. Podría terminar causando un escándalo, perturbando la paz de la noche y generando una mala impresión.
Ignorar a Álvaro y dejarlo esperar afuera parecía ser la mejor solución. Después de todo, vivían en una sociedad regida por leyes, y mientras ella no saliera, Álvaro no se atrevería a irrumpir en
su hogar.
Sabía que Álvaro, siempre había sido un hombre impaciente y volátil. No podía esperar mucho, y si la gente no llegaba, él prefería marcharse por su cuenta sin la necesidad de que lo expulsaran.
Si Álvaro insistía en esperar, era su problema.
Como adulto, debía asumir la responsabilidad de sus decisiones.
En cuanto a Álvaro, que había cruzado miles de kilómetros desde Floridalia a Aguamar para encontrarla, ¿qué importancia tenía? Ella también lo había hecho, viajando a esa misma distancia desde Aguamar a Floridalia.
Se había encargado de él durante tres años, pero no recibió nada a cambio.
Ahora, él continuamente le recordaba cómo había cruzado miles de kilómetros para verla…
Parecía que finalmente había entendido lo que significaba recorrer tal distancia, enfrentando dificultades y adaptándose a un nuevo entorno, lo que se conocía como “viajar a través de
miles de kilómetros.”
Pero, como no había sufrido de esa manera, le resultaba fácil ignorarlo.
Supuso que uno nunca sentía el verdadero dolor hasta que la cuchilla cayó sobre uno mismo.
La ironía de la situación no se le escapaba a Jordana.
En realidad, podía verlo claramente: Álvaro nunca la había querido demasiado.
La gente siempre se veía atrapada por lo que no podía tener.
Y para Álvaro, eso era cierto.
Antes, ese deseo inalcanzable era Noemí; ahora, es ella.
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