Capítulo 208
“Quiero competir con ese hombre de manera justa. ¡No quiero perder sin saber por qué!”
Ella se lo había explicado a Álvaro con todo detalle, pero este no parecía haber entendido ni una sola palabra de lo que ella decía.
De repente, Jordana sintió una mezcla de frustración y exasperación, como si hubiera estado hablando con las paredes durante todo este tiempo, sin lograr ser comprendida.
Tras respirar hondo, continuó diciendo: “Sr. Zelaya, creo que ya te lo he dicho claramente, pero te lo repetiré una vez más: estoy casada.”
Álvaro respondió apresuradamente: “El estar casada no significa que no puedas divorciarte. Estoy seguro de que lo que sientes por él no es amor verdadero. Él nunca podría tratarte tan bien como yo…”
Jordana lo interrumpió: “Disculpa que te interrumpa, pero lo que siento por mi esposo es amor verdadero, y realmente me gusta. No tienes punto de comparación con él porque, en mi corazón, tú no estás a su nivel.”
Álvaro, con un tono repentinamente agitado, insistió:
“Jordana, por favor vuelve conmigo. Puedo olvidar todo lo que ha pasado entre nosotros en este tiempo, podemos comenzar de nuevo.”
Con una gélida voz, Jordana respondió: “Tú podrás olvidar todo lo que ha pasado entre nosotros, pero yo no.”
Tras un breve momento de duda, Álvaro respondió: “¿Todavía te preocupa que yo siga ligado a Noemí? Te aseguro que no tengo nada que ver con ella, solo estuve cuidando de ella por viejos tiempos.”
Jordana ya había perdido por completo la paciencia. “Sr. Zelaya, si estás enfermo puedes irte a la calle de atrás, allí está el mejor hospital de Aguamar, especializado en tratar casos como el
tuyo.
Aunque conseguir una cita parecía ser difícil, podrías pedirle a tu asistente que te consiga una para mañana.”
Después de un breve momento de sorpresa, Álvaro se sonrojó.
El hospital al que Jordana se refería era conocido como el Hospital San José.
Justo había pasado por ahí al llegar, y lo había visto por casualidad.
Era un hospital psiquiátrico, no solo famoso en Aguamar sino también en Solarenia.
Álvaro, que padecía de un trastorno bipolar, lo último que quería era que le dijeran que estaba
loco.
Al escuchar sus palabras, perdió los estribos, con los ojos inyectados de sangre.
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Capitulo 208
Miró a Jordana con ira y la gritó: “Jordana, j¿me estás llamando loco?!”
La familia Zelaya mantenía en secreto el trastorno de Álvaro, por lo que Jordana no lo sabía, solo sabía que Álvaro a menudo no podía controlar sus emociones.
Retrocedió instintivamente unos pasos, preparándose para marcharse en cualquier momento.
“Jordana, ¿qué está pasando?”
Desde no muy lejos, se escuchó una voz calmada y firme.
Jordana se llenó de alegría al reconocerla; ¡era la voz de Lorenzo!
Respondió: “Alguien me está bloqueando el paso.”
Tan pronto como terminó de hablar, la figura de Lorenzo emergió de las sombras.
Con pasos largos y rápidos, pronto llegó a su lado.
Con Lorenzo a su lado, la presencia alta y firme, Jordana se sintió mucho más segura, como si hubiera recuperado su confianza:
¡No importa lo que pasara, Lorenzo la protegería!
Cuando Jordana volvió a mirar a Álvaro, ya no tenía miedo.
Con una sonrisa irónica, dijo: “¿Y qué si te llamo loco? Ya te dije que estoy casada, pero sigues
insistiendo sin sentido.
Incluso llegaste a la puerta de mi hogar para acosarme, y ahora bloqueas mi coche, ¿acaso no es eso tener un problema mental?”
“Los buenos perros no se interponen en el camino, ¡muévete, no bloquees mi paso!”
Tras expresar esas palabras, Jordana tomó de la mano a Lorenzo y se dirigió hacia su coche.
Álvaro, viendo cómo se alejaba la figura de Jordana, apretó los puños, incapaz de controlar la ira que hervía en su interior.
Pero en el siguiente instante, su mirada se cruzó inesperadamente con la del hombre que estaba junto a Jordana.
El hombre lo miró de vuelta, con una mirada serena pero penetrante.
Esa mirada hizo que Álvaro recordara algunos episodios que había olvidado:
Aquella noche, con un simple empujón, el hombre lo había tirado al suelo.
Esos recuerdos cayeron sobre él como un balde de agua fría, apagando por completo la furia que lo consumía.
Cuando la razón volvió a él, se sintió mucho más claro:
Durante esos tres años, Pamela trató a Jordana con frialdad, como si fuera una extraña, y nunca hubiera imaginado hablarle sobre su trastorno bipolar.
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Capitulo 208
Cuando Jordana lo llamó loco, lo hizo en el sentido más literal de la palabra, sin ninguna intención de expresarse metafóricamente, simplemente estaba furiosa.
Finalmente recordó que había venido aquí para pedirle a Jordana una oportunidad, la oportunidad de competir en igualdad de condiciones con aquel hombre.
Pero, ¿qué había hecho hasta ahora?
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