Capítulo 175
Más de una hora después, el entusiasmo que recorría la mente de Álvaro se había esfumado, y el efecto del alcohol casi había desaparecido por completo.
Después de experimentar el efímero placer del momento, Álvaro observó a Noemí, quien yacía a su lado, y de repente sintió que no era para tanto.
Antes, cuando esta estaba fuera de su alcance, le parecía inasible y difícil de controlar, como el viento. Sin embargo, ahora que la tenía, Noemí le parecía como cualquier otra mujer con la que había estado; no había nada especial en ella, algo que podía tener fácilmente.
Y lo que se obtenía fácilmente siempre acababa resultando aburrido y monótono.
Con la ropa desordenada, Álvaro llamó para que le trajeran ropa limpia; además, instruyó que compraran píldoras anticonceptivas de emergencia.
Al pertenecer a una familia acaudalada, desde pequeño su padre le había aconsejado que podía ser libre en sus relaciones, pero que siempre debía tomar precauciones. No debía tener hijos ilegítimos que dan1ñaran la reputación de la familia Zelaya o manchar el honor de la familia.
En su momento con Noemí, no había tomado las precauciones necesarias, así que lo único que quedaba era asegurarse de que Noemí tomara la píldora anticonceptiva.
Al sacar un cigarro del bolsillo de su ropa desechada y al encenderlo, Álvaro dio una calada profunda y exhaló lentamente, rodeado por el humo.
Noemí, ya exhausta, pretendía preguntar a Álvaro qué estaba haciendo, pero al oler el familiar aroma del cigarro, no quiso moverse.
Sabía sin la necesidad de preguntar que Álvaro se había levantado solo para disfrutar de su cigarro. Se sabía que muchos hombres disfrutaban de un cigarro después de hacer el amor, así que entendió que no valía la pena cuestionarlo.
Cuando terminó de consumir el cigarro, alguien tocó a la puerta con lo solicitado.
Álvaro se vistió, ajustándose la corbata con precisión. Se abrochó el botón superior de su camisa blanca con meticulosidad. El reflejo en el espejo mostraba a un hombre joven y vigoroso, seguro de sí mismo, lleno de vitalidad. Ya no quedaba rastro del desaliño que lo había dominado la noche anterior, cuando estaba hundido en un estado de embriaguez y
desorden.
Llenando un vaso de agua, Álvaro abrió el empaque de la píldora anticonceptiva, sacó la píldora y se la ofreció a Noemí, ayudándola a levantarse con una voz suave. “Toma esta pastilla,” dijo él.
Noemí, aún adormilada y algo confusa por ser despertada repentinamente, fue tranquilizada por la dulzura en la voz de Álvaro, que le recordaba a los días cuando su amor empezaba a florecer.
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Capítulo 175
En aquellos días, Álvaro siempre la sorprendía con gestos románticos: 999 rosas en San Valentín, viajes espontáneos. Habían compartido momentos realmente dulces juntos.
Perdida en esos recuerdos, Noemí, bajó la guardia y sin mirar de cerca, cogió la pastilla que Álvaro le ofrecía y la tragó con agua.
Una vez que ella tomó la pastilla, la sonrisa en el rostro de Álvaro se desvaneció ligeramente.
Con una voz suave, la dijo: “Noemí, ha surgido un asunto urgente en la empresa, debo ir a
resolverlo.”
Aunque él no tenía mucha estima por Noemí, optó por una estrategia conciliatoria, un truco que su padre le había enseñado. Esta táctica mantenía la paz, evitando posibles escenas y confrontaciones.
Noemí sospechó por un momento de la veracidad de sus palabras, pero la ternura en el rostro de Álvaro y su mirada tan convincente que parecía sincera.
Finalmente, disipó sus sospechas y asintió con la cabeza, con una mirada llena de cariño y renuencia. “Entonces ve, pero ten cuidado. Llámame cuando llegues,” dijo suavemente.
“De acuerdo,” respondió Álvaro con suavidad, con una expresión serena y sin alterarse.
Noemí se vistió y acompañó a Álvaro hasta la puerta. En ese momento, parecían haber regresado a los días anteriores, despidiéndose con un abrazo tierno que duró un buen rato.
Por un instante, ella sintió como si él la amara profundamente, y experimentó una sensación de triunfo. Claramente, Álvaro había aceptado su explicación y sus relaciones se habían reconectado, regresando a los momentos en los que todo era perfecto entre ellos.