Capítulo 164
Jordana sintió un vacío en el estómago al escuchar la pregunta, negando con la cabeza casi sin darse cuenta.
“No es que me importe mucho, solo sentí cierta curiosidad por saber sobre tu pasado.”
Lorenzo se levantó del sillón, estirando sus largas piernas hacia la mesa de café, sus manos definidas cogieron la taza de café de la mesa, dio un sorbo y la colocó de nuevo.
Miró hacia arriba y habló con calma.
“Jamás tuve una relación. Durante mis estudios estaba ocupado aprendiendo y luego trabajando. Nunca tuve tiempo libre para el amor.”
Su voz era suave y su mirada seria, lo que lo hacía muy creíble.
Jordana asintió con la cabeza sin dudarlo.
De alguna manera, su historia no era muy diferente a la de Lorenzo.
Cuando era joven y estudiaba pintura con Benicio Alarcón, pasaba casi todo su tiempo en el
estudio.
Se decía que el amor en la juventud era apasionado y brillante.
Pero ella había dedicado su juventud entera a perfeccionar su arte, sin tiempo para romances.
Aun así, Jordana no sentía ningún remordimiento.
Todo en este mundo tenía su balance; lo que se perdía se compensaba de otra manera.
Diez años dedicados a su arte a cambio de la maestría que había alcanzado. Para ella, valía la
pena.
Lorenzo se detuvo por un momento, y su mirada se posó en Jordana.
Continuó con voz suave: “Así que, eres mi primer amor.”
Su tono era tierno y seguro, su mirada ardiente.
Esa intensidad hizo que Jordana bajara la vista, sus mejillas se tiñeron de rojo, sin saber qué
decir.
Aunque le gustaba Lorenzo, era resèrvada por naturaleza y no podía proclamar su amor al mundo con pasión y drama.
Había hablado con confianza un momento antes solo para hacer que Álvaro se diera por vencido de una vez por todas.
Afortunadamente, el anuncio de embarque sonó como si fuera una música celestial, permitiéndole a Jordana cambiar de tema hábilmente.
“Están anunciando nuestro vuelo. Mejor vamos a abordar.”
17.30
Capitulo 164
Lorenzo la miró y no dijo más.
Se arremangó la camisa, mostrando sus brazos fuertes y cogió su equipaje, liderando el camino.
Jordana lo seguía de cerca, sintiendo cómo su corazón se endulzaba con cada paso, como si estuviera bañado en miel.
Tres horas después, llegaron a Aguamar.
El conductor de Lorenzo ya estaba esperando y rápidamente los llevó de vuelta a Villa
Amanecer.
La mansión estaba impecable, como si alguien hubiera venido a limpiar en su ausencia.
Jordana subió a su habitación, encontrando todo tal como lo había dejado, un claro signo de que nadie había entrado.
Siempre había sido muy territorial con su espacio, nunca le gustaba que otras personas
entraran en su habitación o movieran sus cosas.
Parecía que Lorenzo conocía bastante bien sus preferencias y límites.
Pero luego pensó que probablemente era simplemente un signo de su respeto hacia ella.
Mientras ordenaba su equipaje, alguien tocó la puerta.
Al abrir, allí estaba Lorenzo.
“Las empleadas acaban de llevar todas las sábanas de Villa Amanecer a lavar y no volverán hasta dentro de dos días. Les dije que necesitaban tu permiso para entrar a tu habitación. ¿Tus sábanas aún están ahí?“, preguntó Lorenzo.
Jordana miró hacia su cama, viendo que las sábanas y el edredón estaban tal como los había dejado.
Sin pensar, asintió con la cabeza y dijo: “Sí, todavía están.”
La mirada de Lorenzo se intensificó un poco.
“Entonces, como no puedo usar mi habitación esta noche, ¿te importaría si me quedo aquí un par de noches?”
3
17:39