Capítulo 163
Jordana acababa de entrar en la sala de espera del aeropuerto.
Era una sala con cabinas separadas, no había mucha gente a esa hora de la mañana y la mayoría de las cabinas estaban vacías.
Ella había elegido deliberadamente una cabina junto a la ventana.
La decoración de la cabina era de tonos cálidos, simple pero elegante.
Un escritorio de color nogal, un ordenador, una silla de oficina, todo lo necesario que podía utilizar estaba allí. Junto a la ventana, había un sofá de cuero para descansar, y al lado, una pequeña mesa de café de vidrio.
En el centro de la mesa, un jarrón de cerámica blanca contenía unas pocas margaritas apenas abiertas, cuya sencilla belleza llenaba el aire de una fragancia fresca y sutil.
A un lado, había una pequeña estantería de madera, con un montón de libros ordenados prolijamente.
Después de entrar en la cabina, un camarero trajo dos tazas de café humeante y, al marcharse, cerró cuidadosamente la puerta de la cabina.
Una vez cerrada la puerta, la cabina quedó en silencio, con solo Lorenzo y ella presentes.
Lorenzo, que ya estaba sentado frente al ordenador trabajando, había recibido una llamada telefónica.
Jordana se sentía un poco ociosa.
Al principio quería aprovechar la tranquilidad para pintar, pero la insonorización de la cabina no era perfecta. Podía escuchar vagamente el ir y venir de la gente que se encontraba afuera, así como los anuncios ocasionales, lo cual era demasiado ruidoso para ella.
Necesitaba un ambiente completamente tranquilo para pintar, donde incluso el más mínimo ruido podría distraerla.
Finalmente, su mirada se posó en la estantería, mirar algunos libros para pasar el tiempo no
estaría mal.
Se sentó en el sofá y cogió un libro al azar, sin siquiera fijarse en el título.
Después de leer durante un rato, de repente vio el título de un capítulo en el libro, “Un caballero modesto“.
Se sintió conmovida y, sin pensar, levantó la mirada, encontrando a Lorenzo sentado frente al ordenador.
La luz dorada del otoño lo bañaba, como si recubriera su figura con un suave brillo.
Bajo el juego de luces y sombras, Lorenzo se veía concentrado y serio, su presencia era
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Capitulo 163
profunda y radiante.
De repente, Jordana sintió que la frase “Un caballero modesto” se materializaba ante sus ojos.
Lorenzo, siempre firme y cortés en público, reflejaba la elegancia de un verdadero caballero.
No era frívolo ni impaciente, siempre actuaba con medida.
En la intimidad, era una persona tierna y cariñosa, incluso un poco pegajoso, siempre acertando con sus gustos estéticos.
Sin darse cuenta, se encontró absorta en su contemplación.
Cuando el anuncio de embarque sonó sobre su cabeza, Jordana recobró la compostura, algo
aturdida.
Se dio cuenta de que había pasado gran parte del tiempo observando a Lorenzo, y aún no había terminado de leer el libro, lo que la hizo sentir un poco avergonzada.
Justo cuando pensaba apartar la mirada, se encontró con sus profundos y expresivos ojos oscuros, que la miraban con una sonrisa.
Su voz era suave y llevaba un tono de alegría.
“Jordana, ¿le parezco atractivo?”
Sorprendida al ser descubierta, Jordana se sintió un poco incómoda, pero aun así asintió con la
cabeza.
Intentó actuar con naturalidad y dijo: “Sí, eres atractivo.”
La apariencia de Lorenzo era, sin duda, impecable, decir que era atractivo era quedarse corto; incluso superaba a los actores juveniles y atractivos de la televisión.
Y además, emanaba esa aura de madurez y solidez que podría hacer suspirar a cualquier mujer.
Lorenzo esbozó una sonrisa suave.
“Si te parece atractivo, puedes mirar todo lo que quieras. Después de todo, estoy aquí para ti.”
Su voz era ronca, y el tono al final de la frase era increíblemente seductor.
Jordana se sonrojó intensamente, sintiendo calor hasta en las orejas.
Finalmente, no pudo resistir la curiosidad y le preguntó directamente:
“Lorenzo, ¿has tenido muchas novias antes?”
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Con Lorenzo, a veces era tierno, a veces apasionado, manejando las emociones con mucha facilidad, y parecía tener una habilidad especial para decir cosas encantadoras.
Cada palabra suya parecía tocarla justo en el corazón.
Parecía que, en asuntos del corazón… era un experto consumado.
En los ojos de Lorenzo brillaba un evidente atisbo de diversión. “¿Te da mucha importancia?”
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