Capítulo 150
Con la barbilla apoyada en los cabellos de la mujer, él acarició su rostro con delicadeza, mirándola con ternura.
“Si quieres ir allí, entonces cierra los ojos y duerme bien.”
Jordana no podía ver la expresión en el rostro de Lorenzo.
No se atrevía a levantar la cabeza, temiendo causar otro incidente embarazoso como el de haber besado a Lorenzo por accidente.
La voz que llegaba a sus oídos era profunda, como si estuviera hablando a un niño, extremadamente tierna.
Era una ternura tan envolvente que uno no podía evitar caer rendido ante ella.
Sin darse cuenta, su cabeza se apoyó en el brazo de Lorenzo, pudiendo escuchar con claridad el latido de su corazón desde su pecho, como si tuviera la magia de tranquilizar a una persona al instante.
Jordana cerró los ojos de forma obediente, quedándose en la oscuridad, pero se sentía sorprendentemente tranquila.
Era esa sensación de sentirse protegida.
Al mismo tiempo.
En Aguamar. Villa Mariposa.
“Tok, Tok, Tok.” Unos suaves y pausados golpes sonaron en la puerta, llevando consigo una cierta hesitación y cuidado.
Dentro de la habitación, Máximo, que estaba sumido en sus papeles sobre el escritorio, recobró la compostura. Sus ojos brillando.
Jordana siempre había tocado la puerta de esa manera, con precaución, temiendo interrumpirlo.
¿Era posible que Jordana hubiera regresado?
Máximo se levantó apresuradamente y, al abrir la puerta, miró con una expresión llena de sorpresa al otro lado.
La persona detrás de la puerta tenía dos colitas, llevaba puesta un vestido de tejido blanco y sobre él un abrigo azul claro, con una mirada clara y pura.
Era Petrona.
La sorpresa en el rostro de Máximo se desvaneció, siendo evidente la decepción en sus ojos.
142
Capitulo 150
No era Jordana.
Máximo ocultó la decepción de sus ojos y la preguntó con una sonrisa: “Petrona, ¿qué sucede?” Petrona, sensible, percibió el cambio en la mirada de Máximo y mordió su labio a escondidas.
Sin embargo, su rostro todavía mantenía aquella inocente sonrisa habitual y habló con suavidad:
“Hermano, mañana tengo un torneo de golf, ¿podrías venir a apoyarme?”
La voz de Petrona era profunda, cargada de súplica.
Máximo frunció el ceño por un momento, sintiéndose algo molesto.
Los torneos de golf eran frecuentes y Petrona necesitaba viajar a diferentes ciudades para competir.
En los últimos años, dondequiera que Petrona compitiera, él también necesitaba estar allí para apoyarla.
Ir y volver de viaje a Aguamar en el mismo día para trabajar era realmente agotador.
Máximo anteriormente la mimaba y no le importaba el esfuerzo.
Pero ahora, debido a la situación con Jordana, Máximo sentía cierto resentimiento hacia Petrona, naturalmente, no estaba muy dispuesto a hacer el viaje.
Después de pensarlo, él decidió rechazarla.
“Petrona, tu habilidad ya no es la misma de antes, así que…”
Antes de que pudiera terminar de hablar, Petrona lo interrumpió.
“Hermano, el torneo de golf es en Floridalia. Mis padres dijeron que no pueden sacar tiempo para apoyarme en persona, ahora solo quedas tú y Roque.
Roque dijo que no está seguro de si podrá tener tiempo libre y si tú tampoco vienes, entonces no habrá nadie que me apoye.”
Petrona ya había sentido el distanciamiento de Máximo hacia ella y pensó en usar este torneo de golf para mejorar un poco su relación fraterna.
Tras decir esto, miró a Máximo con una mirada suplicante y una voz profunda.
“Hermano, por favor, ven a apoyarme,”
Máximo dudó por un momento, pero al final cedió: “De acuerdo.”
No fue la súplica de Petrona lo que lo movió, sino el hecho de que el torneo de golf era en Floridalia,
Jordana había estado allí hace unos días, por lo que existía la posibilidad de que se encontraran,
2/3
Capítulo 150
Aunque la esperanza de encontrarse era extremadamente escasa, Máximo todavía albergaba algo de esperanza.
La voz de Petrona volvió a llenarse de alegría, sonriendo con dulzura y con gratitud.
“¡Gracias, hermano! Ya es tarde, deberías ir a dormir pronto.”
Máximo respondió de forma distraída con un murmullo, cerrando la puerta sin decir mucho
más.
En el momento en que se cerró la puerta, la sonrisa en el rostro de Petrona se congeló.
Antes de cada competencia, Máximo siempre le recordaba con dulzura, preguntándole si había empacado todo y si estaba todo en orden.
También le aconsejaba relajarse y dormir temprano, mostrando mucha cautela en cada uno de
los detalles.
Pero ahora, Máximo ni siquiera quería expresarse más de la cuenta al hablar con ella.
El cambio era demasiado evidente.
Además, la fría actitud de Máximo dejaba a Petrona preguntándose si su decisión de ir a Floridalia no era realmente por verla competir y apoyarla.
Quizás solo era porque tenía que ir a Floridalia
ir a Floridalia y de paso, verla competir.
3/3