Capítulo 117
Jordana tomó un vuelo temprano, planeaba salir a las once, pero Lorenzo la llevó al aeropuerto justo a la hora.
Después de estacionar el coche, Lorenzo la acompañó al vestíbulo del aeropuerto. La ayudó a hacer los trámites de embarque con gran eficiencia.
Jordana caminó junto a él todo el tiempo, interviniendo solo para presentar su identificación al hacer el registro, sin preocuparse por nada más.
Esto era algo a lo que ella no estaba acostumbrada. Siempre había sido una persona independiente, acostumbrada a encargarse de las cosas por su cuenta, reacia a molestar a los demás.
Caminar al lado de Lorenzo sin hacer nada la hacía sentir incómoda, pero no dijo nada al respecto.
Lorenzo era un hombre responsable y comprometido, por lo que creía que era su deber ocuparse de estas tareas.
Al llegar a la entrada del control de seguridad.
Jordana llevaba una maleta de mano que podía llevar directamente al avión, sin necesidad de facturarla.
En ese momento, Lorenzo sostenía la maleta; sus manos bien formadas y hermosas sostenían el equipaje.
“Déjame llevar la maleta.” Dijo Jordana, extendiendo su mano.
Lorenzo soltó la maleta, dio un paso adelante y la abrazó.
La mano de la mujer quedó suspendida en el aire.
La gente pasaba a su alrededor, algunos se giraban para observarla.
Jordana se sintió incómoda de forma instintiva; no estaba acostumbrada a demostraciones de afecto en público.
Pero Lorenzo la abrazó con fuerza, con sus dedos fríos jugueteando con su cabello.
Le susurró con una voz suave: “Recuerda enviarme tu ubicación cuando llegues, para que sapa que estás bien.”
“Vale.”
Era solo un abrazo de despedida, algo común entre personas cercanas.
Ella y Lorenzo estaban casados, lo que los hacía cercanos.
No debería rechazarlo, debería acostumbrarse.
1/3
Capitulo 117
Mientras Jordana se preparaba mentalmente para esto, el aliento cálido y húmedo de Lorenzo rozó su oreja.
Su voz, baja y ronca, resonó a su lado: “Voy a extrañar a la Sra. Galván.”
El tono era tierno, pero contenía una gran dosis de cariño.
Jordana siempre había pensado que Lorenzo era una persona distante y fría, alguien que mantenía a los demás a distancia de un vistazo.
Pero después de convivir, descubrió que Lorenzo era un hombre distante por fuera pero cálido por dentro, especialmente con ella, puesto que mostraba cierto cuidado en cada detalle, sin ningún rastro de frialdad.
Y seguía hablando.
Como ahora, una persona tan madura y sensata diciendo algo como que la iba a extrañar.
Hacía que ella se sintiera algo distante y reservada, insensible a los sentimientos.
Después de un breve momento de duda, ella también lo abrazó.
Le dio unas palmadas en la espalda y dijo: “Tranquilo, solo son dos días, regresaré pronto.”
Lorenzo bajó la mirada y respondió: “Lo sé, pero igual te voy a extrañar.”
Jordana se quedó en silencio, sin saber qué responder, incapaz de decir que también lo extrañaría.
En su interior, no sentía esa fuerte emoción, no sentía esa necesidad de despedirse de él, solo pensaba que solo se ausentaría por unos dos días.
No era una separación de semanas o un adiós definitivo, sin posibilidad de reencuentro.
Lorenzo la abrazó durante un momento más antes de soltarla.
Tomó la maleta de nuevo, se despidieron y Jordana giró para seguir la corriente de gente hacia el control de seguridad.
Caminaba erguida, sin mirar atrás.
En estos años, había aprendido a no mirar atrás sin algún motivo.
Mirar atrás no servía de nada, cada uno tenía su vida y debía aprender a avanzar con paso firme.
Sin embargo, esta vez, aunque Jordana había caminado bastante, aún podía sentir la intensa mirada de Lorenzo siguiéndola.
Se detuvo, y dudó por un momento. Al final, no pudo resistirse y miró hacia atrás.
En la entrada del control de seguridad, Lorenzo todavía se encontraba allí.
Vestido con una camisa negra ajustada y pantalones del mismo color, con una figura alta y esbelta que destacaba entre la multitud; tenía un rostro elegante y distinguido.
2/3
Capitulo 117
Aunque solo estaba allí parado, era como un faro brillante.
Las jóvenes que pasaban a su lado no podían evitar mirar atrás, llenos de admiración y deseo.
Pero su mirada seguía fija en Jordana, llena de ternura y un toque de tristeza.
Durante años, esta siempre se había sentido como una cometa sin hilo, con muchos lugares a donde ir pero sin un lugar al que pertenecer.