Capítulo 105
Hablando de esto, Lorenzo con sus largas piernas, llegó frente a Jordana en unos pocos pasos. Aunque notó un significado profundo en los ojos de Lorenzo, Jordana no profundizó en ello, simplemente le explicó la situación con el programa de variedades.
Luego, continuó diciendo: “Quería consultarlo contigo.”
Ir a Floridalia no necesariamente significaba encontrarse con Álvaro o con la familia Zelaya.
Pero Jordana era más conservadora en su forma de pensar.
Creía que, estando en una relación amorosa o casados, se debía ser responsable con esa
relación mientras durara.
Siempre había que evitar situaciones comprometedoras.
Si no se evitaban, tarde o temprano surgirían problemas.
Lo que le preocupaba a Jordana era que Lorenzo pudiera malinterpretarlo.
Aunque Lorenzo nunca había mencionado a Álvaro o los miembros de la familia Zelaya.
Pero cuando se trata de exrelaciones, no solo las mujeres eran sensibles, los hombres también
lo eran.
Lorenzo, con un tono suave, dijo: “Apoyo que vayas.”
Jordana se sorprendió, “¿Por qué?”
Lorenzo soltó una risa suave y le tocó la nariz con un dedo.
“Porque es una carrera que quieres perseguir. Prometí a tu abuelo que siempre respetaría y apoyaría tus deseos, siendo tu mayor apoyo.”
Fue como si dijera algo más común que el pan de cada día.
Luego, sin más acciones ni palabras que expresar, Lorenzo cogió el secador de pelo y comenzó a secarse el cabello.
Entre el zumbido del secador, Jordana quedó pensativa por un largo tiempo.
Sus pensamientos se desordenaron por un momento.
Las palabras de Lorenzo no eran dulces como el azúcar, pero tenían un efecto más dulce que
este.
Tenían la facilidad de desordenar su mente.
Era como beber agua con gas sabor a durazno, esa dulzura se dispersaba hasta lo más profundo de su interior.
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Capitulo 105
Cuando recobró la compostura…
Recordó ese gesto de Lorenzo, pareciéndole increíblemente indulgente y tierno.
Pero no le disgustaba en lo absoluto, al recordarlo, su corazón temblaba ligeramente.
Sacudió la cabeza para mantenerse lúcida.
Cuando el zumbido del secador cesó de repente, los pensamientos de Jordana también se aclararon bastante.
Al mirar directamente a Lorenzo, preguntó: “¿No tienes miedo de que al llegar a Floridalia, vuelva con mi ex?”
Eso era, de hecho, el punto principal de su preocupación anterior.
“Confío en ti.”
En su tono, había una confianza inquebrantable.
Lorenzo bajó ligeramente sus densas pestañas, mirándola con ternura.
Jordana sintió un nudo en la garganta.
Tres años atrás, cuando llamó a Verónica Rubín, quería explicarle su razón para ir a Floridalia:
Álvaro le había salvado la vida, y él estaba paralítico. Si se quedaba de brazos cruzados, no podría vivir con su conciencia.
En ese entonces, ya habían comenzado algunos rumores desagradables.
Nadie quería creerla, ni siquiera estaban dispuestos a escuchar su explicación.
Solo creían lo que veían, solo confiaban en su propio juicio.
Y ahora, sin decir ni una palabra, Lorenzo confiaba plenamente en ella.
Quizás, cuando una persona no confiaba en otra, nada de lo que dijera esta tenía sentido, pero cuando alguien confiaba en la otra persona, no hacían falta palabras.
En ese momento, Jordana sintió el impulso de abrazar a Lorenzo.
Pero Lorenzo fue el primero en abrazarla.
Al abrazarla, acarició su suave cabello continuamente. Lorenzo habló con una voz suave,
“Jordana, debe tener confianza en mí.”
“También creo que soy mucho mejor que tu ex, no deberías encontrar razón alguna para dejarme.”
En ese momento, una sensación cálida fluía en el corazón de Jordana.
Dudó por un momento, pero finalmente enterró su cabeza en el cuello de Lorenzo y lo abrazó fuertemente.
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Capítulo 105
De repente, Jordana sintió que su afecto por Lorenzo no había disminuido, sino que crecía día a día.
Lorenzo era realmente maravilloso, tan increíble que no podía describirlo con palabras, ni evitar enamorarse de él.
Al darse cuenta de su respuesta, Lorenzo la abrazó aún más fuerte.
Después de un breve silencio, una voz ronca y profunda llegó hasta sus oídos.
“Ese apodo que me has dado hace un momento, me ha gustado mucho.”
Estando tan cerca, podía sentir su cálido aliento en su oreja, como si una brizna de hierba le hiciera cosquillas, provocando una sensación agridulce y picante.
Jordana, después de un breve momento de desconcierto y confusión, finalmente recordó las palabras que había pronunciado:
“Mi esposo.”
Era un apodo que había dicho de manera subconsciente a los demás, sin darse cuenta en ese
momento.
Y solo después se dio cuenta de ello.