Capítulo 102
Pero aquel día, Roque se sentía inquieto y se marchó apresuradamente, dejando todo atrás sin siquiera tomarse el tiempo para volver a hablar con Petrona.
Aunque no pudo recuperar su parte de las acciones por el momento, sabía que tenía que encontrar otra manera de expresarle sus disculpas a Jordana.
Desde su posición.
Observaba cómo Roque se alejaba, Petrona sentía una mezcla compleja de emociones.
De sus dos hermanos, ella era la que más temía a Roque.
Era una persona rencorosa y meticulosa en sus cuentas, estar a su alrededor requería una cautela extrema, como caminar sobre un vidrio quebrado.
Sin embargo, siempre y cuando ella siguiera los deseos de Roque y no lo molestara, todo
estaría bien.
Y era que Roque realmente la consentía.
No importaba la situación ni si ella tenía la razón o no, Roque siempre la apoyaba
incondicionalmente.
Pero ahora…
Incluso la actitud de Roque hacia ella empezaba a cambiar.
Petrona sentía una inquietud creciente en su corazón.
Negando con la cabeza, desechó esos pensamientos desordenados.
Al volver en sí, vio a Máximo acercándose desde el otro lado del pasillo.
Era evidente que este venía a buscarla, llevando consigo un montón de cosas en las manos.
Pensó que Máximo venía a disculparse por haber sido grosero con ella días atrás y sintió un ligero regocijo.
Pero cuando él se acercó, la expresión facial de Petrona cambió drásticamente.
Lo que Máximo llevaba en las manos era un montón de certificados de premios.
Eran sus certificados.
Máximo se plantó frente a ella, hablando de manera organizada.
“Petrona, últimamente tengo demasiadas cosas que quiero poner en mi estantería. Estos certificados no tienen dónde ponerlos, así que guárdalos tú.”
Su tono era apacible, como si fuera una brisa primaveral, sin diferir de su manera habitual,
Sin embargo, Petrona se sintió como si se estuviera cayendo en un abismo de hielo.
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Capítulo 102
Ella había querido guardar esos certificados antes, pero Máximo se lo había impedido.
En su momento, este le había dicho con seriedad que los certificados de premios debían estar a la vista para que tuvieran significado, que sería una lástima que se acumulara polvo sobre ellos si se guardaban.
Después, Máximo cogió esos certificados y hasta mandó a hacer una vitrina especial para
exhibirlos.
Casi cada vez que los miembros de la familia Soler tenían un invitado, Máximo se los mostraba con orgullo.
Pero hoy, él no solo había sacado esos certificados de la vitrina, sino que también los habría traído todos para devolvérselos.
Petrona estaba profundamente perturbada, sin entender qué había pasado.
Pero tenía que esforzarse por mantener su imagen habitual de inocencia.
Al recibir las cosas, Petrona intentó sondear a Máximo: “Hermano, ¿has tenido algún disgusto hace poco?”
La voz de Máximo era serena, su rostro incluso mostraba una leve sonrisa.
“No, solo asegúrate de guardar bien estas cosas. Tengo más asuntos de los que ocuparme.”
Dicho esto, sin más palabras, se marchó sin mirar atrás.
Máximo siempre había sido una persona cuyos sentimientos eran difíciles de leer, pero Petrona podía sentir cierta sensibilidad.
Máximo tenía una queja contra ella, y no era una pequeña.
Eso antes era algo exclusivo de Jordana.
Esta serie de eventos hacía que Petrona tuviera que considerar cuidadosamente una cuestión:
Antes, si ella se mostraba evasiva con Roque, quizás él no se quejaría.
Pero ahora, ¿si se mostraba evasiva con Roque, él perdería rápidamente su favor hacia ella?
¿Terminaría siendo ella la persona señalada por todos en la familia?
Al pensar en esto, ella no pudo evitar estremecerse.
Se quedó parada en su lugar por un largo tiempo, hasta que de repente…
Con un estruendo, Petrona arrojó los certificados que tenía en la mano al suelo con fuerza, y luego volcó todo lo que tenía cerca, pisoteándolo furiosamente.
¡Un temperamental y neurótico, y el otro un hipócrita con apariencia honrada, ninguno era
bueno!
¡Estaba harta de vivir días de represión y paciencia!
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Capitulo 102
Después de tener un ataque de ira y calmarse, Petrona recuperó su serenidad.
Sacó su teléfono y marcó un número.
“Fermín, ya hemos conseguido el 5% de las acciones del Grupo Rubín…”