Capítulo 1
Los vientos calurosos hacían danzar a los árboles, que parecían cohibidos por su propia naturaleza.
En Floridalia, cada otoño traía consigo noches de lluvias incesantes.
Jordana Soler, sin querer, se quedó dormida en el sofá y despertó con el estómago rugiendo por
el hambre.
Miró instintivamente el reloj en la pared, cuyas agujas señalaban las doce.
Ese día marcaba el tercer aniversario de su matrimonio con Álvaro Zelaya, quien había prometido llevarla a cenar fuera. Así que, lo había esperado desde las seis de la tarde hasta ese momento, pero el aniversario ya había pasado y Álvaro no apareció.
Decir que era su tercer aniversario de boda era, en realidad, solo una formalidad, pues técnicamente solo eran esposos de nombre.
Tras un accidente de coche que dejó a Álvaro con las piernas paralizadas, no llegaron a casarse oficialmente ni celebraron ninguna fiesta para anunciar su unión. Jordana simplemente se mudó a la Mansión Luna Azul para cuidar de él.
La razón por la que no hubo celebración, según Pamela Zelaya, la madre de Álvaro, fue que a la familia Zelaya nunca le importaron esas formalidades, pero la decisión de no legalizar su unión fue sugerida por Álvaro, quien argumentó que, como su matrimonio había sido precipitado, prefería esperar a que su relación se consolidara antes de considerar el matrimonio oficial.
Pamela estuvo de acuerdo, alegando que un certificado de matrimonio era simplemente un formalismo que no importaba realmente. Lo importante era que se quisieran. Después de todo, si la relación no funcionaba, ¿de qué serviría un papel?
Jordana miró la lluvia afuera y se dio una excusa a sí misma por Álvaro: quizá se había retrasado debido al mal tiempo.
Mientras pensaba si debía llamarlo para averiguar dónde estaba y si volvería, escuchó el sonido de los zapatos de Álvaro en el vestíbulo; había regresado.
Casi por instinto, Jordana se apresuró a recibirlo, pero antes de acercarse, el viento trajo consigo un fuerte aroma a perfume. Ese olor tan familiar la hizo detenerse por un momento, no era el perfume que ella usaba; era el de Chanel N°5, una fragancia que Álvaro siempre había admirado y le había sugerido que usara.
Aunque Jordana accedió y compró esa fragancia, solo la usó una vez antes de abandonarla por ser demasiado intensa para su sensible nariz. Finalmente, optó por una versión más ligera de la misma línea. En realidad, Jordana tenía una leve alergia y no toleraba bien los perfumes fuertes. Sin embargo, Álvaro creía que el perfume era un símbolo de feminidad y que una mujer sin perfume no era realmente una mujer.
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Reflexionando, Jordana se dio cuenta de que, durante esos últimos tres años, había estado cambiándose a sí misma para agradar a Álvaro. Desde que él la rescató de un accidente y la llevó al hospital, se había enamorado perdidamente de él.
Al enterarse de que Álvaro era el director general de Entretenimiento Estrella, aceptó firmar con la agencia, dejando de lado sus propios sueños para convertirse en una artista que encajara con su estilo.
Cuando Álvaro sufrió el accidente, ella se ofreció a cuidar de él, aun cuando quedó paralítico de medio cuerpo.
Durante esos años, Jordana se esforzó por convertirse en la mujer que Álvaro deseaba, aprendiendo a maquillarse para dejar atrás su rostro al natural, transformándose de alguien torpe con el maquillaje a poder estar lista y maquillada en solo media hora.
Álvaro tenía una pasión por los colores intensos y vivos, especialmente por el rojo. Por eso, decidió cambiar todos sus vestidos sencillos por otros de colores más fuertes y llamativos.
No obstante, aquella noche, cuando Álvaro volvió a casa bastante tarde, fue recibido con una pregunta: “¿Por qué has regresado a esta hora?”
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