Capítulo 9
“¿Fue por mi culpa?” La voz de Inés temblaba con culpabilidad estudiada. “¿Por mi llamada el día de tu compromiso con Lydia? Todo es mi culpa… déjame hablar con ella para explicarle.”
Dante frunció el ceño, el dolor pulsando en sus sienes. “No tiene nada que ver contigo. Fue mi decisión. Si está molesta, es conmigo, no tienes por qué disculparte. Solo cuídate, eso es lo más importante.”
Un sollozo quebró la línea telefónica. “Todo es mi culpa,” gimió Inés. “¿Cómo pude olvidar que ese día era tu compromiso? Si no hubiera hecho esa llamada…”
El dolor de cabeza de Dante se intensificó, pero su voz permaneció controlada, paciente. “No te preocupes tanto, no es tu culpa…”
De pronto, la voz alarmada de Rafael Torres atravesó la línea. “¡Inés, Inés! ¿Qué te pasa?”
Dante se tensó instintivamente. Un segundo después, Rafael tomaba el teléfono. “Dante, Inés se desmayó por la culpa y la preocupación.”
La preocupación arrugó el entrecejo de Dante. “Ella es frágil, cuídala bien.”
“Dante, sabes que te necesita más que a nadie…” La súplica en la voz de Rafael era evidente.
La imagen de Lydia alejándose sin mirar atrás destelló en la mente de Dante. No podía dejar las cosas así. “Estoy ocupado aquí.”
“¿Por Lydia?” La incredulidad teñía la voz de Rafael. “Dante, ¿cómo puedes estar tan confundido? Lydia solo está haciendo un drama, volverá arrastrándose por sí misma. Es Inés quien te necesita ahora, deberías priorizarla.”
El agotamiento se filtró hasta los huesos de Dante. Todos parecían compartir la misma opinión: Lydia simplemente estaba haciendo un berrinche. Él mismo lo había creído, al igual que Gustavo, Selena, Inés y ahora Rafael.
¿Así que todos veían a Lydia como una diva?
¡No!
Para él, Lydia siempre había sido amable, comprensiva, obediente, suave. Durante siete años, nunca había necesitado preocuparse demasiado por ella. Era fácil de tratar, predecible, constante. No una diva.
“Rafael.” Su voz se tornó glacial. “No puedo priorizar a Inés eternamente. Algún día me casaré, tendré una esposa e hijos, y ellos serán las personas más importantes en mi vida. En cuanto a Inés…” hizo una pausa significativa, “tú, como médico, eres más útil que yo.”
La llamada terminó abruptamente.
En la habitación del hospital, Inés escuchaba desde su cama, cada palabra de Dante cayendo
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Capítulo 9
como agujas de hielo sobre su piel ya pálida. El color abandonó completamente su rostro.
Rafael, sorprendido por la dureza inusual de Dante, se apresuró a consolarla. “Inés, no pienses demasiado. Para Dante eres la más importante. Solo que esta vez, el berrinche de Lydia fue más serio. Dante solo le está dando una salida.”
Bajo las sábanas, los dedos de Inés se crisparon con fuerza. Un destello malicioso atravesó sus hermosos ojos. Lydia, será mejor que no vuelvas. De lo contrario, el dolor del día del compromiso será solo el comienzo.
Su rostro, sin embargo, se transformó en una máscara de dulce resignación mientras le sonreía débilmente a Rafael. “Lo entiendo, después de todo, Lydia será la esposa de Dante y yo no puedo estar entre ellos…”
El corazón de Rafael se contrajo ante tanta “nobleza“, pero al mencionar a Lydia, sus ojos se llenaron de desprecio. “¡Ja! ¿Esa Lydia? ¿En serio?”
El silencio que siguió estaba cargado de promesas oscuras, mientras una sonrisa casi imperceptible se dibujaba en los labios de Inés.
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