Capítulo 77
Dante irrumpió en la habitación con pasos largos y urgentes. “¿Ha vuelto a contactarte Gustavo?”
“No.” Lydia le tendió su celular, mostrándole la cadena de mensajes sin respuesta y el registro de llamadas fallidas. El teléfono de Gustavo permanecía apagado, un silencio digital que solo aumentaba la tensión.
“¿Lo encontraste?” preguntó Lydia, estudiando el rostro de Dante. Su expresión, aunque hermosa, permanecía indescifrable como mármol pulido, pero su silencio era revelador. Gustavo se había esfumado sin dejar rastro.
La confusión se arremolinaba en la mente de Lydia. Nada de esto tenía sentido. ¿Por qué Gustavo secuestraría a Inés para amenazarla a ella? Si quisiera hacerle daño, ¿por qué elegir a Inés, precisamente la persona cuyo sufrimiento menos le importaría? Había algo más, algo que hacía que Gustavo actuara con desesperación.
“¿Qué le hiciste?” La pregunta salió antes de que pudiera contenerla.
La mirada que Dante le dirigió era superficialmente tranquila, pero había algo debajo, algo que le erizó la piel.
“No me digas que…” Lydia sintió que el pánico se elevaba en su garganta. “¿Lo presionaste por mi causa? ¡No! ¡Por favor, no! ¡No me involucres en esto! ¡Yo no he hecho nada, ni te he pedido que hagas nada!”
La desesperación en su voz era palpable. ¿Cómo había terminado en medio de este desastre sin haber movido un dedo?
Dante exhaló pesadamente. “Me reclamaste que en estos dos años no te había dado ningún regalo.” Su voz era controlada, medida. “La verdad es que en cada festividad le pedí a Gustavo que te entregara algo.”
La conclusión golpeó a Lydia como una ola fría. Gustavo se había quedado con todo, y que Dante exigía cuentas, no podía responder.
ahora
“Entonces déjalo así,” sugirió Lydia, su voz teñida de pragmatismo. “Un apostador como él seguramente ya gastó todo. Si lo presionas, claro que va a desesperarse.”
Los ojos de Dante se estrecharon. “¿Cómo sabes lo del juego?”
“Coincidencia,” Lydia se encogió de hombros. “Una noche, en un bar con Silvia, vimos a Gustavo discutiendo con alguien por deudas. Un conocido de Silvia nos contó que era un apostador empedernido…”
Millones, había dicho Silvia. Lydia había asumido que el salario de un asistente de Dante sería generoso, pero esto… esto explicaba mucho.
“¿Nunca te pareció extraño?” La voz de Dante era profunda, inquisitiva. “¿Que durante tanto tiempo no recibieras nada de mi parte? ¿No te hizo dudar?”
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Capítulo 77
Lydia puso los ojos en blanco. “¿Qué se supone que preguntara? ¿‘Oye, por qué no me das regalos‘?” Murmuró entre dientes: “Además, tus regalos nunca me han gustado. ¿Qué más da si los envías o no?”
Dante se quedó en silencio, procesando sus palabras.
“Fue mi error,” admitió finalmente.
“¡Exacto!” Lydia se animó de inmediato. “¡El secuestro de Inés es consecuencia de tus acciones, no tiene nada que ver conmigo! ¡Más te vale no intentar culparme!”
Su insistencia en deslindarse no era casual. Conocía demasiado bien el valor que Dante le daba a Inés. Si Gustavo, en su desesperación, le hacía daño… ¿a quién culparía Dante? Con toda su fortuna, ¿por qué presionar así a Gustavo? Y ahora que Inés estaba en peligro, ¿qué pensaba hacer?
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