Capítulo 67
Cada paso hacia Dante era una batalla interna para Lydia. Sus ojos, aparentemente tranquilos, ocultaban ese destello de locura que había llegado a temer, un recordatorio constante de la noche anterior. El recuerdo la hizo estremecer, pero el miedo a provocar otra explosión de su temperamento la impulsó hacia adelante.
Antes de poder elegir dónde sentarse, la mano de Dante la atrapó con firmeza calculada, depositándola en su regazo como si fuera una muñeca. Su aroma característico la envolvió inmediatamente, una prisión invisible de la que no podía escapar.
“Mira esto“, dijo él, extendiendo un álbum de apariencia exquisita.
Tras un intento infructuoso de liberarse, Lydia se resignó a examinar el contenido. Las páginas estaban llenas de fotografías meticulosamente seleccionadas: arreglos florales elaborados, decoraciones elegantes, esquemas de color cuidadosamente coordinados. Pasó las páginas rápidamente, sin permitir que las imágenes la afectaran, y se lo devolvió con desinterés.
“¿No estás contenta?“, preguntó Dante, notando la ausencia de alegría en su rostro.
“¿Por qué debería estarlo?”
Dante abrió el álbum nuevamente en la sección de flores. “Elige la que más te guste.”
Una risa amarga amenazó con escapar de sus labios. “¿Vas a regalarme flores y aún tengo que elegirlas yo?”
La temperatura pareció descender varios grados cuando el rostro de Dante se oscureció. “¿Qué crees que es esto?“, preguntó con una frialdad que la hizo temblar internamente.
‘i¿Qué está pasando?!‘, gritó su mente. Este Dante volátil e impredecible era un extraño aterrador comparado con el hombre distante y controlado que había conocido durante años.
Forzando una sonrisa, intentó apaciguarlo. “¿Qué es esto? No entendí, explícamelo.”
La risa de Dante fue como hielo quebrándose. “Esto es el plan para nuestra fiesta de compromiso,”
Comenzó a detallar cada elemento con un entusiasmo que parecía surreal: “En la entrada del salón habrá un hermoso arco de flores, entrelazado con flores y cristales rosas. Elige qué flores usar para decorarlo, creando un ambiente dulce desde el momento en que los invitados
entren.”
Su voz se volvía más suave con cada descripción: “¿Qué color de mantel prefieres para las mesas del compromiso? ¿Qué vajilla elegir? Colocaremos una pantalla grande en el centro para mostrar nuestras fotos, elige las más bonitas, y también las decoraciones alrededor…”
Cada palabra era como un cuchillo en el corazón de Lydia. El compromiso que una vez había anhelado ahora era una burla cruel. Recordaba vívidamente cómo, la primera vez, había intentado involucrar a Dante en cada decisión, solo para recibir su indiferencia. “Haz lo que creas conveniente“, había sido su respuesta entonces.
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Capitulo 67
Se había convencido a sí misma de que estaba bien, que podía compensar su falta de interés encargándose ella de todo: el lugar, las flores, los adornos, los colores. Todo cuidadosamente seleccionado por ella, solo para que él lo cancelara con una simple frase…
El dolor en su pecho se volvió insoportable. Apartó el álbum, incapaz de mantener la máscara de complacencia por más tiempo.
“Dante, ya no quiero comprometerme contigo.”
Las palabras cayeron en el silencio como piedras en un estanque. La mano de Dante se detuvo en el aire, su expresión serena nuevamente, como si la locura de momentos antes hubiera sido una ilusión. Pero Lydia sabía mejor: bajo esa calma superficial acechaba una tormenta que amenazaba con destruirlo todo a su paso.
La crueldad de la situación no se le escapaba. Ahora que ella había decidido marcharse, él mostraba el interés y la dedicación que ella había anhelado durante años. Pero era demasiado tarde. Las heridas eran demasiado profundas, la confianza irremediablemente rota.