Capítulo 58
La voz de Inés tembló con estudiada fragilidad al conectarse la llamada. “Dante, me duele tanto el pecho… ah… ¿podrías venir a verme?”
El silencio del otro lado de la línea se extendió como un abismo, cada segundo amplificando su ansiedad. Cuando finalmente Dante respondió, su voz era un témpano. “Inés, si te sientes mal, llama a Rafael, yo no soy doctor.”
La indiferencia en su tono hizo que algo se quebrara dentro de Inés. Las lágrimas, mitad reales y mitad calculadas, comenzaron a caer. “Dante, ¿ya no te importo? ¿Me has tomado odio?”
Un suspiro cansado atravesó la línea. “Inés, no te odio, tampoco te voy a dejar sola. Solo que, tengo mi trabajo, tengo mi vida, no puedo estar girando en torno a ti todo el tiempo.”
Los sollozos de Inés se intensificaron, su voz cargada de una acusación que era tanto súplica como amenaza. “¿Es por algo que dijo Lydia? ¿Ella te dijo que no te relacionaras conmigo? ¿Entre ella y yo, elegiste a Lydia?”
“¡Sí!”
La respuesta de Dante, inmediata y sin vacilación, fue como una daga directa al corazón de Inés. No hubo sutilezas, no hubo consideración por sus sentimientos. Solo una verdad brutal que la dejó sangrando internamente.
“Dante…”
“Ya le pedí a Selena que llame a Rafael, él irá a verte.”
“No quiero a Rafa, solo te quiero a ti…”
El sonido de la llamada terminada resonó en sus oídos como una sentencia de muerte. Era la primera vez en su historia juntos que Dante le colgaba, un acto que demolía años de manipulación cuidadosamente construida.
“¡Ah!” El celular voló por los aires, estrellándose contra el suelo mientras Inés se enterraba bajo las sábanas, su llanto ahora genuino y descontrolado. El miedo la consumía, miedo a perder a Dante, miedo a la soledad, miedo a una vida sin el centro alrededor del cual había construido toda su existencia.
Cuando Rafael la encontró, era una imagen de devastación calculada: cubierta por las sábanas, con lágrimas que hacían brillar su rostro como perlas líquidas, sus ojos rojos e hinchados creando una imagen de vulnerabilidad irresistible.
“Inés.” La voz de Rafael era suave mientras levantaba las sábanas.
Ella levantó el rostro, presentando un cuadro de belleza doliente que hubiera conmovido a cualquiera. La similitud de su expresión con la de su hermano no pasó desapercibida para Rafael, quien la envolvió en un abrazo protector.
“Inés, escúchame, mereces algo mejor, ¿por qué no puedes dejar a Dante?”
Capitulo 58
“¡No!” La máscara de vulnerabilidad se agrietó por un momento, revelando la obsesión que ardía debajo. “¡Solo quiero a Dante, solo a él!”
La imagen del post de Instagram de Lydia brilló en su mente como una provocación: la cena en Perlas del Atlántico. Una idea comenzó a formarse en su mente febril.
“Rafa, tengo hambre, ¿me acompañas a comer?” Su voz había recuperado algo de su dulzura habitual, aunque sus ojos brillaban con un propósito oculto.
Rafael, ansioso por distraerla, asintió sin sospechar. “Sí, claro.”
“Espera un momento, voy a arreglarme. No puedo salir así.” Porque cuando apareciera frente a Dante, necesitaba ser la imagen perfecta de la belleza y la fragilidad que siempre había usado
como arma.
A las siete en punto, el teléfono de Lydia vibró con una llamada de Dante.
“Sal.”
Lydia arqueó una ceja, sorprendida. ¿Realmente tenía tiempo para llevarla a cenar? ¿No había sido interceptado por Inés? ¿Era posible que el poder del “verdadero amor” de Inés hubiera perdido su efecto? ¿O acaso Inés ni siquiera había visto su provocación en Instagram? Algo no cuadraba. Pero Lydia sonrió para sí misma, tenía un plan B. Conocía lo suficiente a Inés, esa criatura obsesiva y desequilibrada, para saber que solo era cuestión de tiempo antes de que mordiera el anzuelo. La noche apenas comenzaba, y un verdadero espectáculo estaba por venir.
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