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El Precio de tu 51

El Precio de tu 51

Capítulo 51 

El invernadero de la villa Márquez se alzaba como una catedral de cristal contra el cielo nocturno. En su interior, la silueta esbelta de Dante se recortaba solitaria contra las paredes transparentes, mientras balanceaba distraídamente una copa de vino tinto entre sus dedos. El líquido oscuro giraba hipnóticamente, como los pensamientos que no podía contener sobre Lydia y su partida esa tarde

La había visto marcharse sin titubear, sin ese destello de duda o anhelo que antes siempre brillaba en sus ojos cuando se separaban. Cuando él sugirió comer juntos, ella ni siquiera se había molestado en fingir interés. El recuerdo de su indiferencia le quemaba más que el vino 

en su garganta

Los fragmentos del pasado se proyectaban como sombras en las paredes de cristal: Lydia preparando elaboradas cenas con todos sus platillos favoritos, esperándolo sin importar la hora, sus ojos iluminándose al verlo llegar. Antes, bastaba una simple mención de que volvería a casa para que ella organizara todo con esmero. Incluso en las noches más tardías, cuando los asuntos de la empresa lo retenían hasta horas imposibles, ella permanecía despierta, con esa devoción que ahora le parecía tan lejana

El amor de Lydia había sido como el aire: presente en cada respiro, inadvertido hasta que comenzó a faltar. Se manifestaba en pequeños detalles: la manera en que se arreglaba con anticipación cuando él la invitaba a cenat, cómo memorizaba sus preferencias, la forma en que su rostro se iluminaba con solo verlo

Pero la Lydia de hoy…. 

Dante frunció el ceño, sus dedos tensándose alrededor de la copa. Todo había cambiado desde la cancelación de la fiesta de compromiso. No podía entenderlo, ¿realmente era tan crucial una simple celebración? La pregunta lo atormentaba como una astilla clavada en su mente

El sonido de su celular cortó el silencio del invernadero como un cuchillo. La pantalla se iluminó sobre la mesa de cristal, proyectando sombras inquietas. Al leer el mensaje, sus ojos se oscurecieron con una ira repentina

¡Hermano! ¡Lydia te está siendo infiel!

Con dedos tensos, Dante abrió la conversación. Roberto había enviado varias fotos que cayeron como puñales en su pecho: Lydia, su Lydia, disfrutando de una cena íntima con Guzmán

Las imágenes eran dolorosamente elocuentes. Guzmán, todo elegancia y calidez, mirándola con una adoración que no intentaba ocultar. Y LydiaLydia resplandecía con esa sonrisa que alguna vez habia sido solo suya, radiante y apasionada, rebosante de una vitalidad que hacía tiempo no veia

Un dolor agudo le atravesó el pecho. Esa sonrisa¿Cuándo había sido la última vez que Lydia le habia sonreído asi a él? Las fechas se desdibujaban en su memoria: ¿medio año?, ¿un año?, ¿dos? La realización de su propia negligencia lo golpeó como una bofetada: nunca se había 

13:39 

detenido a notarlo

La ira y el ridículo se mezclaban en su interior como un cóctel amargo. Ira porque ella había rechazado su invitación a ese mismo restaurante. Ridículo porque ahora estaba allí, compartiendo sonrisas con otro hombre. ¿Con qué derecho? ¿Quién le había dado permiso para mostrar esa faceta de misma a alguien más

Con movimientos bruscos, Dante inició una videollamada por WhatsApp

Mientras tanto, en el restaurante, el tiempo fluía en una burbuja de intimidad. Lydia, concentrada en saborear su filete, se había manchado accidentalmente con salsa de pimienta negra, Guzmán, con una naturalidad que hablaba de años de afecto contenido, sacó su pañuelo y limpió delicadamente la comisura de sus labios

El gesto la paralizó por un instante, antes de que una sonrisa genuina iluminara su rostro. Gracias, Guzmán,” 

La adoración en el rostro de él era inequívoca, tan pura que casi dolía mirarla. Come despacio, nadie va a quitártelo. Si te gusta tanto, en el futuro te invitaré a comer aquí más seguido.” 

Lydia bajó la mirada, mientras un rubor discreto teñía sus mejillas. Un pensamiento cruzó su mente: necesitaba aclarar las cosas con Dante, y pronto. El llamado del amor verdadero era cada vez más difícil de ignorar

El sonido de su celular interrumpió el momento. La pantalla mostraba una videollamada de Dante. Con un gesto que mezclaba fastidio y determinación, activó el modo No molestarsin contestar. No era la primera vez que ignoraba sus llamadas, y algo en su interior le decía que tampoco sería la última

Momentos después, llegó un mensaje: l¿Dónde estás? ¿Cuándo vuelves?

Lydia lo ignoro, como venía haciendo con todos sus mensajes últimamente. Las palabras de Dante, que antes habían sido su norte y su sur, ahora sonaban huecas, desprovistas de ese poder que alguna vez tuvieron sobre ella. El tiempo de responder a cada uno de sus llamados había quedado atrás, enterrado junto con la Lydia que vivía pendiente de su aprobación

El Precio de tu

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