Capítulo 21
Dejar plantada a Marisol le había producido a Lydia una satisfacción casi infantil. La matriarca de los Márquez siempre había disfrutado exhibiéndola como un trofeo defectuoso ante su séquito de amigas plásticas, tratándola como sirvienta personal para alimentar su ego. Imaginar su orgullo herido, su furia contenida frente a sus invitadas, era un dulce aperitivo para la noche que tenía por delante.
Con un toque de maquillaje ligero y el ánimo en alto, Lydia se dirigió a cenar con Silvia en el restaurante Pretty, su lugar favorito para los cortes finos. Al llegar, encontró a su amigal esperándola con una sonrisa brillante.
“¡Lydia, aquí!”
El abrazo que compartieron fue genuino, cargado de la calidez que solo las verdaderas amistades pueden ofrecer.
“¡Ay, cómo te extrañé!”
“¡Sí, claro!” Silvia torció los labios en un mohín juguetón. “Si no fuera porque Dante te arrastró de vuelta, ni mis luces verías.”
“Ya, ya, me porto bien,” Lydia levantó las manos en señal de rendición. “Pero por favor, ni me lo
menciones.”
La conversación fluía con la familiaridad de hermanas que se han extrañado. Después de todo, como bien sabía Silvia, los hombres van y vienen, pero las verdaderas amigas son para
siempre.
“Dante armó todo un circo para traerte de vuelta, ¿no?” Silvia apoyó su barbilla en las manos, sus ojos brillando con curiosidad.
La partida de Lydia después de la cancelación del compromiso había alimentado los rumores en Nueva Castilla. Para muchos, había sido la confirmación definitiva de que no era suficiente para Dante, que solo había sido un pasatiempo desechable. Que ahora él la hubiera perseguido por medio país para traerla de vuelta era un giro que nadie esperaba.
“Está loco,” Lydia frunció el ceño. “Ni lo menciones, da mala suerte. ¡Capaz que invocamos su espíritu!”
¡Ping!
Como si sus palabras hubieran sido una invocación accidental, el celular de Lydia anunció un mensaje de Dante.
“¿Ves? ¡Te dije que ni lo mencionaras!” Lydia suspiró dramáticamente. Su don ” el Susurro del Infortunio” parecía estar trabajando horas extra.
Silvia, sin pedir permiso, se apoderó del celular para leer el mensaje.
Dante: [En media hora, nos vemos en Ember & Marble para cenar.]
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“¡Qué coincidencia!” Los ojos de Silvia se abrieron con sorpresa.
Una sonrisa maliciosa curvó los labios de Lydia. “No te preocupes, no vendrá.”
Con movimientos calculados, tomó una captura del mensaje de Dante, se hizo una selfi en el restaurante y publicó una historia en Instagram, cuidadosamente configurada para que solo Inés pudiera verla: [¡Yay! Cena romántica juntas, ¡esperando! /Foto/Foto]
El mensaje de Dante quedó sin respuesta mientras Lydia volvía su atención al menú. “Quiero un filete mignon,” le indicó al mesero con una sonrisa satisfecha.
“Para mí un rib–eye,” agregó Silvia, observando con diversión la pequeña venganza de su amiga.