Capítulo 20
Apenas encendió su nuevo celular, el WhatsApp de Lydia explotó con mensajes acumulados. Una rápida mirada le bastó para identificar la mayoría: burlas y mofas del día que se canceló su compromiso. Los ignoró con la misma facilidad con que se espanta una mosca molesta.
Sin perder tiempo, buscó el contacto de Silvia y escribió: [Recuperé mi celular, por ahora nos comunicamos por aquí.]
La respuesta fue casi instantánea. [¿Es cierto que Dante fue por ti? ¡No me digas que estás pensando en volver con él!]
Una sonrisa irónica curvó los labios de Lydia mientras tecleaba: [Mi corazón ya está muerto.]
No era dramatismo, simplemente ya no quedaba espacio para Dante en su vida.
[Para que Dante haya logrado agotar todo tu amor, realmente es de lo peor], respondió Silvia. [No te pongas triste, amiga. Él será un iceberg, pero hay más peces en el mar. ¡Te buscaré un galán joven y guapo!]
La carcajada de Lydia resonó en la habitación. [Va, me parece.]
El timbre del celular interrumpió su conversación. Al ver el número en la pantalla, arqueó una ceja antes de contestar.
“¿Así que ahora juegas a las desapariciones?” La voz despectiva de Marisol Reyes cortó el aire. “Si decidiste irte calladita, ¿por qué regresar?”
“Señora Márquez,” respondió Lydia con dulzura venenosa, “con sus influencias, seguro ya sabe que fue su hijo quien me trajo de vuelta.”
“¡No te hagas la lista!” La ira vibraba en la voz de Marisol. “Ya que estás aquí, ven inmediatamente a la villa. Tengo invitadas y necesito que vengas a servir.”
La sonrisa de Lydia se tornó glacial. Marisol Reyes nunca había ocultado su desprecio por ella, aprovechando cada oportunidad para humillarla, ya fuera en público o en privado. Cada reunión social era una excusa para degradarla a sirvienta frente a sus amigas de la alta sociedad.
Antes, por Dante, había aguantado cada humillación con una sonrisa. Pero ahora… ¿qué sentido tenía complacer los caprichos de esta mujer?
“Claro, señora Márquez, ¡voy para allá!” respondió con falsa dulzura.
“¡Apúrate!” ladró Marisol antes de colgar.
Con una sonrisa satisfecha, Lydia bloqueó el número. “Siga esperando, señora.”
Cuarenta minutos después, en la mansión Márquez, la tensión era palpable. Tras una hora de espera, Fabiola Mendoza no pudo contener su veneno:
“Tu futura nuera ni siquiera ha cruzado el umbral y ya no puedes controlarla. ¿Será que solo reconoce a Dante como dueño de la casa y a ti ni te pela?”
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Capítulo 20
Miranda Gómez se unió al ataque: “Ay, Marisol, solo tú tienes esa paciencia. En familias como las nuestras, ¿cómo podríamos aceptar a alguien sin clase ni abolengo como Lydia?”
“Después de lo bien que la has tratado,” continuó con sarcasmo, “mira cómo te corresponde. ¡Tienes que ponerla en su lugar!”
Marisol, humillada frente a sus amigas, sacó su celular para llamar a Lydia. El mensaje automático fue como una bofetada:
“Lo sentimos, el número que usted marcó está ocupado…”
“¡Marisol!” Fabiola ahogó una exclamación. “¡Te bloqueó!”
El rostro de Marisol se oscureció como una tormenta a punto de estallar.
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