Capítulo 133
La expresión de Liam, con ese rostro que hacía suspirar a tantas mujeres de Nueva Castilla, oscilaba entre la resignación y un afecto indulgente que no podía ocultar. Sus ojos, sin embargo, revelaban una preocupación más profunda por la situación.
“Tienes razón, Dante se lo merece. Pero mejor no lo provoques, espera a que esto se calme.” Sus palabras llevaban el peso de quien conoce demasiado bien el temperamento volátil de su amigo.
La confusión de Liam sobre el comportamiento de Dante era genuina. En su última salida juntos, había sido testigo de la profundidad de los sentimientos de Dante hacia Lydia – o al menos eso había creído ver. Pero después de los eventos de esta noche, comenzaba a cuestionarse si su amigo no padecía algún tipo de trastorno de personalidad.
“¡Hmph!” El bufido de Silvia cortó el aire como una navaja. La mera mención de Dante la hacía hervir de rabia. Se sentó en la cama con un movimiento brusco, dándole la espalda a su hermano en un gesto infantil que delataba su frustración no solo con Dante, sino también con la amistad de Liam hacia él.
Liam respondió con un gesto exasperado. “Que nos llevemos bien Dante y yo no es razón para que te enojes conmigo. ¡Yo no soy Dante!” Sus palabras solo sirvieron para avivar el fuego en los ojos de su hermana, despertando viejos resentimientos.
La historia entre ellos era complicada. Silvia y Lydia compartían años de amistad, pero Lydia solo había visitado la mansión Yáñez una vez. En aquella ocasión, el encuentro con Liam había sido revelador: su cortesía superficial apenas ocultaba una frialdad calculada que cualquiera podría notar. Después de ese día, Lydia había preferido encontrarse con Silvia en otros lugares, evitando la incomodidad de una casa donde claramente no era bienvenida.
Liam era perfectamente consciente de sus propias acciones y sus motivos. La cercanía entre Lydia y Silvia representaba una amenaza para su lugar privilegiado en el corazón de su hermana, y su respuesta había sido tan instintiva como territorial.
Intentando desviar la conversación hacia terreno menos minado, preguntó: “Entonces, ¿a dónde fue Lydia?”
La pregunta no era inocente. Nueva Castilla era como un tablero de ajedrez donde Dante controlaba cada movimiento; esconderse por mucho tiempo parecía una tarea imposible.
Silvia, sin embargo, no vio razón para ocultar la verdad a su hermano. “Se fue al extranjero.”
La sorpresa de Liam fue genuina. “¿Cuándo pasó eso? ¿Se fue esta noche?”
Silvia consultó el reloj con una sonrisa de satisfacción casi felina. Era la una de la madrugada. “Su avión
ya debe estar volando a diez mil metros de altura.”
El silencio de Liam fue elocuente. Las acciones de Dante esa noche habían provocado una respuesta igual de dramática: la huida de Lydia.
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Capitulo 133
“¿A dónde fue?” insistió.
“No lo sé,” Silvia se encogió de hombros con estudiada indiferencia, “solo sé que se iba hoy, pero a dónde, eso no lo sé.”
La mirada escrutadora de Liam decía claramente que no le creía, pero Silvia mantuvo su postura con dignidad inquebrantable.
“Está bien, ya es tarde. Deberías descansar.” La preocupación de Liam no era tanto por el paradero de Lydia como por las posibles represalias de Dante contra Silvia cuando descubriera la fuga.
Mientras tanto, Dante había puesto en marcha toda su maquinaria de búsqueda. Teléfonos apagados, contactos sin información, hoteles vacíos – era como si Lydia se hubiera desvanecido en el aire. Las cámaras de seguridad solo ofrecían un último vistazo: Lydia subiendo a un coche blanco que, convenientemente, desaparecía en un punto ciego del sistema de vigilancia.
El rostro de Dante se oscurecía con cada informe negativo, su expresión transformándose en una máscara de hielo que presagiaba tormenta. Esa noche, una presión atmosférica baja y sombría se cernía sobre Nueva Castilla, como si la ciudad misma contuviera la respiración ante la furia inminente de su rey empresarial.
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