Capítulo 105
Los dedos elegantes de Dante jugaban distraídamente sobre la superficie pulida de la mesa del café, como un pianista ensayando una melodía silenciosa. Su voz mantenía una neutralidad estudiada que ocultaba la tormenta interior. “¿Entonces crees que quería que escuchara sobre su boda? ¿Una estratagema para presionarme hacia el altar?”
Mateo se reclinó en su silla, la confianza en su teoría creciendo con cada segundo de reflexión. “Mira, solo hay dos posibilidades reales aquí,” explicó, gesticulando con su taza de café. “Primera: Lydia está casada y alguien genuinamente encontró su acta de matrimonio.”
“Imposible.” La respuesta de Dante cortó el aire como una navaja de hielo. En su mente, la idea era absurda: ¿con quién más se casaría Lydia si no era con él? Además, había observado su rostro durante la llamada – ni un parpadeo de nerviosismo, ni una mirada furtiva en su dirección. Si realmente existiera un matrimonio secreto, su reacción habría sido diferente.
Una sonrisa astuta iluminó el rostro de Mateo. “Podrías averiguarlo fácilmente. Una llamada tuya y tendrías acceso a cualquier registro matrimonial.”
La mirada que Dante le dirigió estaba cargada de una confianza absoluta. “¿Para qué molestarse?”
Mateo no pudo contener una risa. Por supuesto que era innecesario – la idea de Lydia casada con alguien que no fuera Dante era tan probable como la nieve en el desierto.
“Entonces nos queda la segunda opción,” continuó Mateo, inclinándose hacia adelante. “Está intentando forzar tu mano. Aunque esta vez, Dante, la culpa es tuya. Le debes una explicación.”
El recuerdo del reciente peligro oscureció el rostro de Dante. “Ya había organizado todo,” su voz llevaba un tono de frustración contenida. “Si hubiera confiado en mí…”
El equipo de Jaime Macías era el mejor del país – con su experiencia y recursos, Lydia habría estado segura y habrían rescatado a Inés sin complicaciones. Si tan solo hubiera confiado en él…
Mateo sacudió la cabeza con exasperación. “No entiendes el punto crucial. No es una cuestión de confianza, sino de sentimientos. La pusiste en peligro. A las mujeres les importan las emociones, pero tú siempre te refugias en la lógica.”
Sus ojos se clavaron en Dante. “Y luego está el factor Rafael…”
La mención del nombre transformó el rostro de Dante en una máscara de hielo. Una risa sin humor escapó de sus labios mientras sus ojos destilaban furia helada. La traición de Rafael había sido doble – no solo Lydia había perdido la fe en él, sino que la conspiración con los secuestradores casi le cuesta la vida.
Rafael pagaría por ello en prisión.
“Dante,” la voz de Mateo se tornó seria, “Lydia ha dado el primer paso. Si sigues jugando este
juego de indiferencia, la perderás. Y cuando ese día llegue, te arrepentirás.”
“No me dejará.” La certeza en la voz de Dante era absoluta.
Una risa sardónica escapó de Mateo. “Confías demasiado en su amor. Sí, te ama – eso es innegable. Pero el corazón humano puede enfriarse, Dante. No esperes hasta que sea demasiado tarde para darte cuenta. El presente es lo único que tienes garantizado.”
El teléfono de Mateo interrumpió la conversación. Después de una breve charla, se levantó. “Tengo un paciente esperando. Piensa en lo que te dije.”
Dante permaneció solo, girando pensativamente la taza de café entre sus dedos largos y elegantes, su mente un torbellino de pensamientos contradictorios.
Cuando finalmente regresó a la habitación de Lydia, la encontró absorta en su juego, su rostro iluminado por la concentración. Sin mediar palabra, se sentó junto a su cama, depositando una rosa de un rojo intenso y una pequeña caja exquisitamente decorada sobre la mesilla.
El aire en la habitación se cargó de expectativa, como la calma antes de una tormenta.
03:13