Capítulo 448
El murmullo de la gente de repente se hizo más bajo.
María curvó sus labios con orgullo, sonriendo. Raquelita, sé que me odias, pero ¿no podrías dejar de ayudar a Anita, verdad?
Ana respondió de inmediato. -Raquel, sabes bien que tengo problemas del corazón, Alberto ya gastó una fortuna para que me trataras, pero no quieres curarme, ¿acaso no es cruel querer verme morir?
Ana y María se complementaban en su discurso tratando de poner la vil culpa sobre Raquel.
Raquel sabía que esta madre e hija tenían preparada una conspiración para ella hoy.
Raquel contestó. -Ana, ¿por qué no querría salvarte? ¿Acaso no lo sabes en tu corazón?
Ana mostró una expresión de agravio. -Raquel, ¿qué he hecho mal? Yo también era solo una niña en ese entonces, ¿por qué me impones el odio que sientes por mi madre? También soy inocente.
-¿Inocente? ¿No te confabulaste con los secuestradores para matarme? -Raquel dijo con agudeza.
¿Qué?
Ana se paralizó.
¿Raquel lo sabía?
Raquel miró a María y a Ana. -¿Creen que no lo sé? Esos secuestradores fueron contratados por ustedes, ¡querían matarme!
Sss.
La multitud se escandalizó.
Alberto frunció los labios en un arco severo, miró a Ana. -Ana, ¿hiciste esto?
Ana negó rápidamente con la cabeza. -Alberto, Raquel me está calumniando, no debes creerle. Raquel, no debes difamar sin pruebas, ¿tienes alguna evidencia?
María se puso al lado de Ana rápidamente, -Raquelita, sé que me odias, pero no deberías inventar cosas sobre esto, Anita es tan bondadosa, ¿cómo podría hacer esas cosas?
Entonces apareció Luis. Señora María, Ana, aún pueden fingir, su actuación es digna de un premio de la academia.
-Señor Luis.
La gente se apartó para dejar un camino libre, y Luis se acercó al lado de Raquel.
lado de Raqu
Capitulo 448
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Luis miró a Alberto.
Jefe Alberto, ¿por qué esos secuestradores secuestraron a Raquelita y a
Ana, y por qué te hicieron elegir entre ellas? ¿No te parece extraño?
Alberto miró a Ana, sus fríos ojos destellaban con una luz amenazante, y su mirada impasible helaba la sangre.
Ana tiritó de frío.
Luis sacó un USB.
Aquí están los registros de transferencia bancaria de Ana con aquel
hombre de la cicatriz, jefe Alberto, lo entenderás todo una vez lo veas.
Luis le pasó el USB a Alberto.
Alberto extendió su mano para recibirlo.
Pero Ana arrebató el USB de un tirón. —¡Alberto, no debes mirarlo!
Alberto observó a Ana, que se veía culpable. -¿Por qué no debería verlo? Ana, te doy una oportunidad ahora, más te vale decir la verdad. No es lo mismo si me lo confiesas a que lo descubra por mí mismo.
Ana se asustó, pensaba que ella y María habían sido meticulosas y que no serían descubiertas. Raquel debería haber muerto en ese almacén, si ella hubiera muerto, nada de esto estaría sucediendo.
¿Por qué Raquel no murió?
Raquel miró a Ana con una sonrisa fría. -Ana, a estas alturas, ¿todavía intentas ocultarlo? No puedes esconder la verdad, ¡tú eres la mente maestra detrás de todo! 1
