Capitulo 331
Raquel bajó la vista, mirando el medallón que apretaba con fuerza en su mano, y esbozó una sonrisa amarga.
Ya está.
Raquel se dio la vuelta para irse.
Pero en ese momento, se detuvo de nuevo, pues alguien apareció detrás de ella,
sorprendiéndola.
Era Carlos.
Carlos había llegado.
que En la conferencia Foro Académico Cumbre, Carlos había descubierto que la diosa de la estaba enamorado era Raquel. El ramo de rosas rojas que llevaba se le cayó al suelo. Aún no podía aceptar esa realidad.
Raquel, a quien siempre había despreciado, era la genio de compañera de Alberto, la misma persona que él quería cortejar.
Raquel lo miró. –Carlos, ¿qué haces aquí? ¿Por qué estás de pie detrás de mí sin decir nada?
Carlos tenía una expresión oscura. —Raquel, ¿realmente eres una chica prodigiosa?
Al escuchar eso, Raquel levantó una ceja, se acercó a Carlos y sonrió. -Carlos, ya te lo dije, a tu diosa no le gustan las rosas rojas.
Su mirada brillaba con una sonrisa burlona.
El rostro de Carlos se oscureció.
-Bueno, Carlos, me voy.
Raquel dejó de hablarle y se dio la vuelta para marcharse.
Carlos permaneció allí, observando la figura de Raquel alejarse.
Más adelante, Alberto tampoco esperaba que Ana viniera. -¿Qué haces aquí?
-¿Por qué no podría estar aquí, Alberto? ¿Por qué no contestas mis llamadas? El secretario Francisco me dijo que estabas de viaje en Villa Santarena, pero supe que Raquel vino aquí con otra persona a ver la nieve. Qué casualidad, ¿la estás siguiendo? -Ana lo interrogó.