Capítulo 297
Camila también escuchó los insultos que él le lanzó y miró hacia Héctor.
La cara de pocos amigos pero atractiva de Héctor brillaba bajo la tenue luz de la calle. Al verlo tan de cerca, Camila notó una cierta juventud en su expresión. Era un joven maduro, pero parecía tener la misma edad que ella; apenas estaba en su primer año, tan solo un chico muy joven.
Él no mostró ninguna expresión, permaneció en silencio.
Camila dijo:-Tú…
Antes de que pudiera terminar la frase, sintió que su hombro se aliviaba. Héctor la soltó y, con voz fría, dijo: -Olvidaste llevarte tus cosas.
Él había recogido todos los regalos que ella había dejado.
-No hace falta, estos son para mi tía, para que se recupere. Te agradezco mucho por haberme
salvado.
Héctor no dijo nada. Con los regalos en la mano, avanzó rápidamente.
Camila lo siguió.
Pronto se dio cuenta de que él la había sacado del oscuro y húmedo callejón y la había llevado a la calle principal. Incluso detuvo un taxi, abrió la puerta trasera y metió los regalos en el coche. Luego la miró y dijo: -Vete a casa. No vuelvas, ya acepté tu agradecimiento.
De repente, el corazón de Camila se ablandó. Se dio cuenta de que, bajo su exterior frío, Héctor escondía un corazón cálido.
Frente a los hombres grandes, cuando él dijo que ella era su novia, lo hacía para protegerla.
Él caminaba adelante, guiándola fuera del callejón, y la subió al coche, también protegiéndola.
Era la protección de un chico hacia una chica,
¿Acaso él no la encontraba fea?
Alarico nunca se preocupaba por su seguridad, porque pensaba que ella era fea y, por lo tanto,
estaba a salvo..
Camila se subió al auto obedientemente. -Héctor, adiós.
Héctor giró y se alejó.
Camila se apoyó en la ventana y miró su figura alejarse. Vio cómo él giraba en una esquina, y su silueta fría desaparecía rápidamente en el oscuro callejón.
Capitulo 297
212
Camila regresó a la casa de la familia Guerrero, donde Violeta preparó filetes. Camila comió dos tazones de arroz.–Violeta, ¿me das otro tazón de arroz?
Violeta, preocupada, respondió:-Mi querida señorita, con dos tazones está bien. No puedes comer más, te hará daño en la digestión. El postre ya está en preparación, más tarde toma un poco de dulce.
Camila dejó los cubiertos. Después de ver a Héctor preparar la carne, ya tenía hambre, pero ahora se sentía satisfecha.
En ese momento, su celular sonó. Era una llamada de señor Rodrigo.
Señor Rodrigo había estado fuera de la provincia estos días y no estaba en Solarena.
Camila contestó:-Hola, papá.
–Sofía, me dijeron que ese chico de la familia Ramírez te ha hecho daño. No te preocupes, cuando regrese, te aseguro que la familia Ramírez vendrá a pedir disculpas personalmente. – Señor Rodrigo siempre había sido muy protector con su hija.
–
Camila ya no se sentía triste. De hecho, ella y Alarico nunca habían sido pareja, no había nada
romántico entre ellos.
-Papá, si a Alarico no le gusto, no hace falta forzarlo. Yo tampoco lo quiero. Ya le devolví el brazalete heredado de la familia Ramírez. Y ya hemos cancelado nuestro compromiso. Ya no tengo nada que ver con él.
Señor Rodrigo no dijo ni “bien” ni tampoco “mal“. -Sofía, este asunto lo resolveré cuando
regrese.
Colgaron la llamada.
Camila no regresó esa noche al dormitorio de chicas. Se dirigió a su cuarto de princesa y se preparó un baño relajante con leche y pétalos de rosa.
De repente, pensó en Héctor. Había oído que su padre había muerto cuando él estaba en la secundaria, su madre había quedado ciega, y su hermana era muy pequeña. En ese momento, ¿ habría asumido toda la carga de la familia y trabajado para mantenerla?
¿Y en comparación con él, qué significaba la mancha de nacimiento en su rostro?
Había tantas jóvenes que le llamaban la atención. ¿Qué tipo de joven pues le atraería a él?
Camila recordó la mirada de Héctor hacia Fernanda. Él quería mucho a su hermana.
Si él tuviera una novia, ¿sería tan tierno con ella también?