Capítulo 294
Al escuchar esas palabras, Raquel dejó escapar una risa fría, sus labios rojos se curvaron en una sonrisa despectiva. Elena había estado causando problemas últimamente, y no podía faltar la mano de Ana detrás de todo, claramente intentando atacar a Camila.
¿Mañana pensaban aún humillar a Camila?
Quién acabaría recibiendo la bofetada, eso aún estaba por verse.
Raquel regresó a la residencia de chicas, donde encontró a Camila sosteniendo la chaqueta negra de Héctor, a punto de salir.–Camila, espera un momento.
Raquel la detuvo.
Camila tenía la intención de llevar la chaqueta de Héctor a la tintorería, así que se detuvo.
-Raquelita, ¿qué pasa?
Raquel sacó un caramelo de colores.–Camila, esto es para ti.
A Camila le encantaban los dulces. Sonriendo, aceptó el caramelo y lo metió en su boca.— Gracias… ah, está muy amargo.
Camila intentó escupir el caramelo amargo de inmediato.
Pero Raquel le tapó la boca. -No lo escupas, la medicina amarga es buena para la enfermedad, trágatelo rápido.
Camila no tuvo más,opción que tragar el caramelo amargo. -Raquelita, ¿qué es esto? ¡Está tan amargo!
Raquel la miró, observando el rostro suave y radiante de Camila, parcialmente cubierto por su marca de nacimiento, y le guiñó un ojo de manera misteriosa.-Es un secreto. Mañana lo
sabrás. 1
-Entonces me voy.
Camila salió corriendo.
Camila llevó la chaqueta de Héctor a la tintorería, la dobló con cuidado y la metió en una bolsa. Luego se dirigió a la escuela para buscarlo.
-Perdón, quiero encontrar a alguien.—Camila detuvo a un compañero de clase.
El compañero la miró.–¿Buscas a Héctor?
Capitulo 294
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Camila se sorprendió.–¿Cómo lo sabes?
Antes de que pudiera decir algo más.
Él sonrió.–Todos los días llegan muchas chicas buscando a Héctor. Ya nos hemos acostumbrado.
¿Héctor es tan popular?
Aunque Héctor y Alarico eran los dos chicos más guapos de la Universidad del Futuro, Héctor siempre había sido discreto, mientras que Alarico era siempre el centro de atención. Además, Héctor solía faltar frecuentemente a clases, pero aún así las chicas seguían buscándolo.
–Entonces, ¿está Héctor aquí? Lo busco porque necesito hablar con él.
El compañero negó con la cabeza.–Héctor lleva varios días sin venir a la escuela, probablemente esté trabajando fuera para ganar algo de dinero.
Camila permaneció en silencio.
-Seguro que ya sabes sobre la situación de Héctor, ¿no? Su papá murió hace tiempo, y su mamá es ciega. También tiene una hermana pequeña que está en la secundaria.
-Héctor es muy inteligente, fue el primero en el examen de admisión a la universidad, y nosotros en la Universidad del Futuro le ofrecimos una beca completa para que viniera. Pero él tiene que mantener a su familia, por eso lleva tiempo trabajando. Si lo buscas, puedes ir
directamente a su casa.
Camila solo sabía que el padre de Héctor había sido narcotraficante, pero no sabía nada acerca de su madre ciega ni de su hermana.
-Compañero, ¿me podrías decir dónde vive Héctor?
-En Calle Paz 89.
-Muchas gracias.
Camila decidió ir a buscar a Héctor. Antes de partir, pasó por un centro comercial, compró varios suplementos caros y luego tomó un taxi rumbo a Calle Paz 89.
Calle Paz 89 era un barrio pobre, oscuro y húmedo. Camila nunca había estado en un lugar así. Ella vivía en el conjunto residencial Palmas de Oro, en Solarena, un lugar donde cada metro cuadrado valía oro. Este lugar era completamente distinto.
Camila, con una elegante caja de regalo en las manos, caminaba por las calles, aún mojadas por la lluvia reciente. El barro de los caminos manchaba su falda y sus pequeños zapatos de charol.
A Camila le gustaba estar siempre impecable, pero se contuvo de limpiarse el barro y, finalmente, llegó a la casa de Héctor.