Capítulo 268
Raquel se sentó recta en su silla y dijo: -Vuelve a revisar la página 4008 del volumen 10 de El Tratado de las Medicinas Naturales, acabas de cometer un error.
Luego, con tono serio, Raquel agregó: -Nosotros, los que estudiamos medicina, debemos ser meticulosos, un pequeño error puede afectar la vida de una persona.
En ese momento, el señor Rodrigo estaba de pie, mientras Raquel permanecía sentada. Aunque él era más alto que ella, Raquel mantenía su espalda erguida con gracia. Sus ojos, inteligentes y penetrantes, miraban al señor Rodrigo con una expresión de corrección, como si lo estuviera regañando, tal como lo haría una profesora con su alumno.
El señor Rodrigo se quedó sin palabras.
¿Ella se atrevía a darle clases?
¿Se creía su profesora?
Él solo tenía un maestro: ¡El Invencible!
El señor Rodrigo pensó que el mundo se había vuelto completamente loco. Quiso reprender a Raquel, pero antes de que pudiera decir algo, ella habló primero: -Está bien, Rodrigo, puedes
irte.
El señor Rodrigo se quedó sin palabras.
¿Ahora lo llamaba por su nombre de pila?
El simple hecho de escuchar “Rodrigo” de sus labios dejó al señor Rodrigo sin palabras. Giró sobre sus talones y se marchó.
Cuando el señor Rodrigo regresó a la oficina del director, estaba indignado. No podía creer que se hubiera equivocado.
Inmediatamente sacó el Tratado de las Medicinas Naturales y, al revisarlo, se dio cuenta de lo que había dicho estaba efectivamente en el volumen 10, página 4008.
Raquel había recordado todo a la perfección, sin cometer ni el más mínimo error.
que
Con un suspiro, el señor Rodrigo admitió su error: Raquel tenía razón, ¡él había cometido un error!
¡Dios mío!
En ese momento, el director académico entró en la oficina y le preguntó:-Señor Rodrigo, ¿.
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qué le sucede?
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Rodrigo, aún desconcertado, miró al director y respondió: -Hay una estudiante que siempre se duerme en clase, y cada vez que abre los ojos, el profesor descubre que ha cometido un error. ¿Qué opina usted de eso?
El director académico, sonriendo, respondió: -Señor Rodrigo, jesa estudiante debe ser pues un genio encubierto!
¿Un genio?
¿Raquel era una joven prodigio?
El señor Rodrigo se sorprendió aún más.
Al terminar la clase, el celular de Raquel sonó.
Era una llamada de señor Eduardo, de Harvard.
Raquel contestó, y señor Eduardo inmediatamente le explicó que necesitaban que ella y Alberto participaran juntos en el próximo foro cumbre.
-Raquelita, ¿cómo es posible que estés en Solarena y que aún el presidente Alberto no sepa quién eres?-preguntó curioso señor Eduardo.
Raquel ajustó el celular y sonrió ligeramente. -Señor Eduardo, yo sí lo conozco, pero él no me
conoce a mí.
-Bueno, en el foro cumbre será la oportunidad perfecta para que se conozcan mejor. El presidente Alberto ya debería saber quién eres.
Ya hacía tiempo que Raquel y Alberto se habían divorciado, y ahora no tenían ningún tipo de
relación.
Eran como dos extraños.
De hecho, pensó Raquel, debería aprovechar esta ocasión para que se conocieran de nuevo,
pero esta vez con una nueva identidad.
Raquel asintió: -Ok.
Esa noche, en un lujoso reservado del El Bar de la Luna, Carlos preguntó con entusiasmo : Alberto, ¿es cierto, de verdad, que tu genio de compañera va a aparecer?
Alberto, vestido con una camisa negra y pantalones oscuros, estaba sentado en la silla principal del sofá, con Ana a su lado y Elena también presente.
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Al ver la expresión tan emocionada de Carlos, Ana frunció el ceño. Sabía que Carlos estaba muy interesado la cerebrito y que probablemente quería cortejarla.
Otros jóvenes de familias adineradas se rieron y comentaron: Señor Carlos, ¿de verdad está usted enamorado de esa genio de compañera?
-Señor Carlos ha sido siempre un hombre muy popular, pero parece que ahora alguien ha conseguido captar su atención.
Viendo que todos los ojos estaban puestos en la genio de compañera, Ana trató de contener su molestia y sonrió con ironía: -Carlos, eso es solo un romance virtual. ¿Cómo puedes saber cómo es realmente esa cerebrito? He oído que las jovenes de buena familia suelen ser bastante sencillas en cuanto a su apariencia, porque como nadie se interesa por ellas, se dedican por completo a sus estudios.