Capítulo 250
Los periodistas se volvían cada vez más incisivos. Nahia estaba pálida como un cadáver y levantó la mirada hacia sus fans.
La admiración de esos fans por ella desapareció por completo y comenzaron a gritar: -¡De verdad estuvimos ciegos!
–¡Pensé que me gustaba una chica pura, pero resulta que es una mujer ambiciosa que solo busca fama y riquezas!
-Vámonos.
Esos fans la dejaron atrás y se marcharon.
Nahia sabía que había llegado al final. Había planeado que su cumpleaños fuera el momento en el que alcanzaría la cima de su vida, pero nunca imaginó que terminaría destrozándose a sí
misma.
Un segundo antes estaba en el cielo, y al siguiente cayó brutalmente al abismo.
¿Qué debía hacer ahora?
Nahia levantó la mirada hacia el hombre que estaba en el piso superior. Alberto, de pie en lo alto, la observaba con los ojos entrecerrados, tan profundos como un pozo helado. Esa mirada de muerte la envolvía por completo.
Él lo sabía.
Lo sabía todo.
Dos guardaespaldas vestidos de negro empujaron a Nahia hacia arriba. —¡Rápido!
Nahia no pudo mantener el equilibrio, y con un “plop“, cayó de rodillas sobre la alfombra.
Alberto, que estaba junto a la baranda tallada, giró ligeramente y la observó desde arriba, sus ojos fijos en ella.
Nahia temblaba incontrolablemente. -Presidente Alberto, permítame explicarlo…
La temperatura alrededor de Alberto era extremadamente baja. Movió sus labios finos y dijo con frialdad: -Está bien, entonces explícame por qué te hiciste pasar por Raquel.
Los ojos de Nahia se abrieron con sorpresa. Hasta ese momento, había guardado algo de esperanza, esperando que Alberto no supiera lo de Raquel.
Estaba estupefacta. -¿Presidente Alberto, usted lo sabe?
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Alberto curvó sus labios en una sonrisa amarga y fría.
En ese momento, Fermín entró en la sala. Presidente Alberto.
Nahia quedó aún más sorprendida. -¿De qué conoces al Presidente Alberto?
Fermín la miró con decepción. El informe de embarazo me lo dio el presidente Alberto. También fue él quien me pidió que asistiera a tu fiesta de cumpleaños, si no, jamás habría visto tu verdadero rostro.
Nahia inhaló con fuerza, dándose cuenta de que Alberto ya sabía la verdad.
Pero él había permanecido en silencio, dejando que Fermín la empujara del cielo al infierno.
Un escalofrío recorrió su cuerpo al darse cuenta de qué tipo de persona había provocado.
-Presidente Alberto, lo siento, me equivoqué, esa noche era Raquel, fui yo quien me hice pasar por ella…
-Solo estaba tan celosa de Raquel, ¿por qué ella podía tenerte y yo no…?
-Por favor, perdóname, no volveré a hacerlo…
Nahia solo podía arrodillarse y suplicar.
Alberto la miró con indiferencia y desdén. Si no fuera por Raquel, ni siquiera recordaría quién era ella.
-Voy a hacer que recuperen todos los recursos que te dieron, te van a vetar en todas las plataformas, tu sueño de ser una estrella se acabó.
-Y no quiero volver a verte. La Universidad del Futuro te va a expulsar. Haz las maletas y vete de Solarena, no quiero que sigas ensuciando mis ojos.
Las lágrimas de Nahia comenzaron a caer sin control. Había luchado tanto para ingresar a la Universidad del Futuro, había disfrutado por fin de la vida de una estrella, y ahora todo se
había ido.
La riqueza y la fama se desvanecieron como un sueño fugaz.
Alberto apartó sus largas piernas y comenzó a caminar hacia la salida.
-Presidente Alberto… presidente Alberto, por favor, perdóname… —suplicó Nahia entre sollozos.
Alberto detuvo sus pasos, la miró con frialdad. -Las personas deben saber reconocer sus propios límites. ¿Tú, celosa de Raquel? ¿Qué eres, una cosa sucia que aparece de la nada y quiere arrastrarse detrás de ella? Hacerte pasar por ella será la decisión de la que más te arrepentirás en toda tu vida.