Capítulo 186
La atmósfera era densa, sofocante.
En ese momento, la puerta de la sala de operaciones se abrió y un médico, vestido con bata blanca, salió al pasillo.
Raquel se adelantó de inmediato. -Doctor, ¿cómo está?
-La cirugía fue un éxito. Recuperará la conciencia en 48 horas.
Raquel exhaló un suspiro de alivio. Aunque había visto la herida de Ramón y sabía que la cuchilla no había alcanzado ningún órgano vital, que no era letal, hasta ese momento no había podido tranquilizarse del todo.
Si algo le hubiera pasado a Ramón por su culpa, cargaría con la culpa el resto de su vida.
En ese instante, Ramón fue trasladado fuera de la sala de operaciones y Raquel lo acompañó hasta la habitación VIP.
La puerta se cerró tras ellos. Ni siquiera miró a Alberto ni a Ana.
Ana estiró la mano para sujetar la manga de Alberto. -Alberto, jesa Raquel es demasiado arrogante! Me golpeó a mí y a ti, ¡tienes que hacer algo!
Alberto apartó el brazo de su agarre con indiferencia y movió los labios con frialdad. -¿Acaso no te lo merecías?
Ana se quedó inmóvil.
Los ojos de Alberto, oscuros y gélidos, la observaron con desprecio antes de arrojar con fuerza una foto sobre ella. —Ana, nunca me había dado cuenta de lo tonta y cruel que puedes ser. ¡ Esta vez me has decepcionado por completo!
El rostro de Ana palideció al instante al escuchar esas palabras. Por primera vez, sintió verdadero miedo. Desesperada, trató de abrazarlo. -Alberto, déjame explicarte. No me gusta Raquel, pero jamás quise hacerle daño a Ramón. No pensé que las cosas llegarían tan lejos…
Alberto la apartó de inmediato. Su frente, tensa por la contención, reflejaba una frialdad abrumadora. —Ana, esta es la última vez. No voy a seguir limpiando tu desastre. Es hora de que te hagas responsable de tus actos.
-Alberto, yo…
-No quiero verte. Y aquí tampoco eres bienvenida. Lárgate.
Ana abrió la boca para responder, pero el secretario Francisco se adelantó. -Señorita Ana, por favor.
Capitulo 186
Ana apretó los puños con rabia. Esta vez había cavado su propia tumba. No solo no logró hundir a Raquel, sino que además provocó el desprecio de Alberto.
Señorita Ana, por favor -repitió el secretario Francisco con firmeza.
Con la marca de una bofetada aún ardiente en la mejilla, Ana se dio la vuelta con resentimiento y se marchó.
Pero ella no había perdido.
Alberto seguía protegiéndola.
Mientras él siguiera siendo su “hermano mayor“, ella jamás perdería.
Alberto, alto y de porte imponente, se quedó de pie frente a la puerta de la habitación VIP. A través del cristal, observó a Ramón acostado en la cama. Aunque aún no había despertado, sus signos vitales ya se habían estabilizado.
Raquel estaba sentada junto a él, sosteniendo su mano en silencio.
-Presidente, esta vez la señorita Ana quiso usar a Odalio para deshacerse de la señora, pero no esperaba que Ramón terminara herido. Se ha pasado de la raya. Aun así, usted sigue protegiéndola… Me temo que la señora está realmente furiosa -murmuró el secretario
Francisco.
El rostro de Alberto se ensombreció. Ana había cambiado demasiado, tanto que apenas la
reconocía.
Era completamente distinta de la niña que conoció aquella vez en la cueva.
Pero no podía dejarla a su suerte. No podía permitir que se viera envuelta en los conflictos del
mundo criminal.
Sabía que Raquel estaba molesta, y lo estaba con él.
El golpe que le había dado fue fuerte. Aún le dolía.
-Presidente, debería atenderse la herida. Su mano está en muy mal estado.
La sangre seguía goteando. Desde que había detenido la cuchilla con la mano desnuda, la herida no había dejado de sangrar.
Alberto, sin embargo, siguió observando el interior de la habitación en silencio.
Raquel permaneció junto a Ramón toda la noche. Finalmente, la puerta se abrió y una enfermera entró para hacer su ronda.
Capitulo 186
Ramón seguía estable.
