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El CEO Se Novela 134

El CEO Se Novela 134

Capítulo 134 

Doña Isabel, con la taza de café en las manos, tomó un sorbo y suspiró con satisfacción: -Qué 

bien se siente

Mientras hablaba, fijó su mirada en el joven y apuesto masajista que tenía enfrente

Cuántos años tienes

¿ 

El masajista respondió con naturalidad

Tengo 18

Doña Isabel sonrió y comentó con picardía: -Ahora entiendo por qué los hombres de 80 siguen detrás de las de 18resulta que las abuelas de 80 también las prefieren de 18

Ja

Jajaja

Las carcajadas llenaron la sala. Raquel y Camila se unieron a la risa de Doña Isabel, y el ambiente se volvió aún más animado

Francisco, el secretario, estaba a punto de entrar para recordarle algo a Raquel, pero al escuchar la conversación, se detuvo en seco. Luego, sin pensarlo dos veces, giró sobre sus talones y salió de inmediato. Olvídalo, cada quien con su destinoque la señora se las arregle 

sola 

Alberto se encontraba en la puerta, con las venas marcadas en la frente. Nunca, ni en sus 

sueños más locos, habría imaginado ver a su abuela tomando café y dándose un masaje en los 

pies

Un aire sombrío y colérico se apoderó de su pecho y le subió directo a la cabeza. Sus ojos, teñidos de furia, se clavaron en la culpable de todo: ¡Raquel

¿Se ha vuelto loca

¡Esto es un descaro total

Creyó que lo suyo con Raquel había terminado, que pronto iniciaría un nuevo capítulo con Ana, pero esta mujerjella se había metido en su vida sin dejarle espacio para respirar

Dentro, Raquel seguía disfrutando, sin darse cuenta de nada. Sus pequeños y delicados pies estaban en las manos del alto y guapo masajista, quien los masajeaba con precisión. Tal vez por lo placentero del tratamiento, sus diminutos dedos, blancos como perlas, se movían juguetones, relajados, casi con picardía

Alberto vio aquella escena y simplementese quedó pasmado. Puso las manos en la cintura y dejó escapar una risa irónica. En el dormitorio de chicas, él mismo había atrapado esos pies antes. En ese entonces, ella se había asustado tanto que los retiró de inmediato y los escondió 

Capitulo 134 

bajo su falda

¡Pero qué doble moral

En ese momento, Camila giró la cabeza y vio a Alberto en la puerta. Se puso tan nerviosa que se incorporó de golpe y tartamudeó: -¿PPresidente Alberto?! 

Doña Isabel también lo notó, y su mano, que llevaba la taza a los labios, se quedó inmóvil en el aire. -¿Alberto

Raquel, tumbada cómodamente en el sofá con un antifaz sobre los ojos, murmuró sin 

preocuparse: -¿Alberto? No puede ser él. A estas horas, debería estar cenando con Ana a la luz de las velas en Sabor y Vino

Pero en ese instante, una mano grande y firme apareció de la nada, arrebatándole el antifaz de un tirón. En su campo de visión apareció el rostro elegante y altivo de Alberto

¿Alberto

Raquel sintió un escalofrío y soltó un leve jadeo, como si hubiera visto un fantasma

La mirada oscura y fría de Alberto la taladró sin piedad. Desde lo profundo de su garganta, dejó escapar un gruñido furioso: —¡Ponte los zapatos y sal de inmediato

Raquel, sobresaltada, se apresuró a obedecer. En cuestión de segundos, ella, Doña Isabel y Camila estaban en el pasillo, alineadas como niñas regañadas frente a Alberto

Las tres intercambiaron miradas, todas con la cabeza gacha, esperando el castigo

Los ojos afilados de Alberto recorrieron sus rostros con severidad. Su voz, gélida e imponente, resonó en el pasillo: -¿De quién fue la idea

Sin dudarlo, doña Isabel y Camila extendieron el dedo al unísonoseñalando a Raquel

Raquel sintió que el mundo se le venía encima.¡Dios mío, estoy perdida

En el momento crucial, ninguna le mostró lealtad

Camila, buscando una salida rápida, dijo con torpeza: -Presidente Alberto, acabo de recordar que tengo tarea pendiente. Debo volver a la escuela

Dicho esto, se dio la vuelta y desapareció en un instante

Doña Isabel, tampoco dispuesta a quedarse, tomó su taza de café y anunció con calma: Alberto, ya es tarde. Me voy a casa. Francisco, acompáñame

Doña Isabel también se fue

– 

En un abrir y cerrar de ojos, el pasillo quedó completamente vacío. Solo quedaban Raquel

Alberto

Caro 154 

Raquel levantó sus grandes y brillantes ojos para mirar al hombre de expresión sombría frente a ella. Su tono fue cauto: -Presidente Albertoyo también me voy

Pero antes de que pudiera moverse, una gran mano la sujetó de la muñeca con firmeza

Entonces, la voz baja y amenazante de Alberto resonó en el aire: -¿Te he dado permiso para irte

 

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