Capítulo 34
Solo era un asunto de pareja, así que la Sra. Lomeli no se atrevía a preguntar.
Damián era diferente y al notar algo, preguntó intrigado: “Mamá, ¿qué pasó con tu boca?”
“No es nada, me picó un mosquito.”
Damián frunció el ceño preguntándole: “¿En serio tenemos mosquitos tan atrevidos en casa, Silvia? Deberíamos usar más insecticida.”
“El mosquito de anoche no se puede matar con insecticida; es el tesoro de nuestra casa.” Dijo Silvia con una sonrisa ambigua.
Damián se quedó desconcertado. ¿Cómo podía ser un tesoro un mosquito tan molesto? Justo cuando iba a decir algo, Marcelo lo miró y dijo fríamente: “Come.”
“Oh.”
Después del desayuno, Damián se fue al jardín de infantes, mientras Ainhoa y Marcelo también se preparaban para ir a trabajar al Grupo Lomeli.
Ainhoa tenía planeado ir sola en su auto, pero la Sra. Lomeli intervino: “¿Por qué gastar dinero en gasolina? Vayan juntos.”
Sin más, la hicieron subirse al auto.
Aunque Marcelo no dijo nada, su malhumor era evidente. Ainhoa se acurrucó en un rincón, tratando de no llamar la atención. Marcelo vio el gesto de Ainhoa y soltó una risita, pensando que al menos era consciente de su situación. Luego cerró los ojos para descansar.
Media hora después, escuchó a Ainhoa decirle suavemente al conductor: “Aquí está bien, por favor.”
Marcelo abrió los ojos diciendo: “Todavía estamos a dos calles del Grupo Lomeli.”
“Si.” Respondió Ainhoa: “Aquí puedo bajar sin que me vean mis compañeros.”
Ainhoa bajó rápidamente del auto, como un conejo asustado. Marcelo miró sorprendido su figura mientras se alejaba. ¿De verdad Ainhoa quería estar tan lejos de él? Debería alegrarse de lo sensata que era Ainhoa, pero por alguna razón, se sintió molesto.
Dándose cuenta de que sus pensamientos se desviaban por culpa de Ainhoa, frunció el ceño y apartó la mirada ordenándole al conductor: “Conduce.”
Cuando Ainhoa llegó a la oficina, Palmira la abordó furiosa: “Ainhoa, ¿dónde están los documentos que te pedi que organizaras?”
“Ya los dejé en tu escritorio. Respondió Ainhoa.
“Eso no está organizado, son solo borradores.”
02.4
Ainhoa se mostró sorprendida y preguntó: “¿Cómo es posible? Srta. Palmira, si no los revisas, no puedes opinar.”
Palmira replicó sin pensar: “Con tantos documentos, ni quedándote despierta toda la noche podrías organizarlos, ¡y anoche te fuiste a la hora!”
Ainhoa sonrió levemente diciendo: “Así que la Srta. Palmira también sabe que esos documentos no se pueden organizar ni sin dormir. ¿Así es como el Grupo Lomeli le da la bienvenida a los nuevos?”
Palmira no supo qué decir, ya que no podía permitirse que eso se supiera, pues sería su problema.
Después de lidiar con Palmira, Ainhoa regresó a su lugar. Como novata, nadie le prestaba atención, y tenía tan poco que hacer que parecía invisible. Ainhoa no se preocupó y aprovechó el tiempo para adelantar trabajo acumulado.
Después de un día ocupado en el departamento de diseño, al prepararse para salir, Raquel la detuvo y la miró de arriba abajo, como si evaluara una mercancía. Luego, con la barbilla en alto, dijo con desdén: “Con la familia Lomeli de por medio, una oportunista como tú, que llegó aquí por conexiones, no tiene cabida. Ainhoa, si eres sensata, te irás por tu cuenta.”